El Gobierno una vez más demuestra su talante al iniciar persecución y hostigamiento de aquellos que en sus filas votaron por la opción de cambio representada por Henrique Capriles, no obstante haber convertido a los ministerios y otros organismos públicos, en instrumentos de rojo proselitismo político.

Han proliferado las denuncias en este sentido, y nada les importa que nuestra Constitución nacional señale que «los funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y no de parcialidad política alguna». Eso nos dice que el Gobierno ya no se sustenta en votos, como el de Hugo Chávez, sino en la persecución y represión.

Nuestra victoria es política y electoral, de una oposición diversa que concluyó con una tarjeta única. Hoy más que nunca hay que preservar la Unidad porque con ella es que vamos a alcanzar el poder y resolver satisfactoriamente los problemas de Venezuela. El ventajismo oficial fue derrotado, por eso hay sobradas razones para ser más optimistas que nunca. Esta victoria no se logró en 12 días de campaña. En 12 días cosechamos lo que se ha venido sembrando por años.

Gracias a esa revisión y al replanteamiento de la Unidad como nuestra gran fortaleza, logramos cambiar los acontecimientos. Se reconoció el liderazgo de los partidos, desde el más pequeño al más grande, y desde el más tradicional al más nuevo.

Hay plena confianza en el buen tino de Henrique Capriles, algo que le ha fallado a Nicolás Maduro, quien echó un cuento desdibujado -irresponsablemente- de una conversación telefónica la noche del domingo 14, en la que Capriles se comportó como un verdadero estadista colocando primero a su país. Lo que le estaba planteando era ahorrarle la profundización de la crisis.

La auditoría permitirá conocer la verdad de lo ocurrido el domingo de elecciones. Los ojos del mundo estarán puestos en sus resultados. Mientras tanto, está prevista una agenda de lucha democrática con su estrategia, y una pauta que marcará Capriles en compañía de los que participamos en el comando nacional. Tenemos un presidente ilegítimo que ejerce el poder bajo sospecha y eso, mezclado con la devaluación, la inflación, la inseguridad, y la gran paradoja de un país petrolero que importa gasolina y una deuda pública que crece desmesuradamente. El proyecto político que sustenta el Gobierno fracasó estrepitosamente, y así lo demuestran los resultados electorales.

Fuente: Últimas Noticias