El mito, sus razones y el remedio por Tony Bianchi - Runrun
El mito, sus razones y el remedio por Tony Bianchi

El funeral del Presidente Hugo Chávez y las subsiguientes ceremonias en su honor lo consagraron como un personaje de gran arrastre popular cuyo mito ha quedado grabado en la historia, pero cuya actuación como jefe de Estado gradualmente y con el pasar del tiempo saldrá a la luz pública dejando al descubierto las inmensas fallas y daños que ha causado a la nación.

Sin embargo, no se puede dejar de apreciar la reacción del pueblo y la espontaneidad con que sus seguidores se volcaron a rendirle un estruendo tributo que muy pocos, incluyendo sus más allegados,  predijeron o se imaginaban posible.

Esta popularidad confirma que su constante e infatigable esfuerzo tuvo el gran éxito de convencer, por lo menos a una buena parte del país, que el era el paladín del pueblo, defensor de los pobres en pos de forjar su “ socialismo del siglo XXI»  que hasta el momento no aparece sino como pura fantasía.

Es obvio que el pueblo, frecuentemente olvidado y hasta despreciado por un gran número de jefes de Estado anteriores, no veía la hora de tener un presidente que se identificara con ellos e inmediatamente se aferró a Chávez y cayó fácilmente presa de un hombre con gran carisma  y con promesas de redención.

Poco les importó los escasos logros de su controversial gobierno, el empeoramiento de los servicios públicos, de la economía,  de la delincuencia, del crimen  y de  una latente corrupción y corruptela. ¿Después de todo, cuál fue el gobierno de los últimos 50 años que pueda declararse absolutamente pulcro y que realmente alcanzó mejorar la calidad de vida de los venezolanos?

Chávez no fue un Robín Hood que robaba a los ricos para regalar a los pobres, más bien quien que quitó a los ricos para quedarse con sus propiedades, debilitar el sector privado, favorecer sus amigos y adelantar su causa. Todo esto mientras  profesaba su amor  («corazón de patria») a su país y al pueblo que había conquistado.

Aquí la explicación del apego, de la fe y la adoración ciega hacia un hombre que supo interpretar y aprovecharse  de los sentimientos de un pueblo que no se sentía representado y quien pocos políticos se dignaba visitar y consultar.

En el exterior, gracias a una costosa pero eficiente campaña publicitaria del régimen y de la facilidad y superficialidad con que fue aceptado el “éxito” de  Chávez por parte de los partidos de izquierda, mayormente en Europa,  lo que recibieron fue casi exclusivamente la visión del mito  y de la existencia de un Robín Hood latinoamericano cuya popularidad casi alcanzó a la del Che Guevara. A esto se debe en gran parte la importancia que los medios internacionales le han dedicado a la muerte del Presidente.

De vueltas a nuestro país, en primer lugar hay que  entender y aceptar el «fenómeno Chávez» y las necesidad de mantener un estrecho vínculo con el pueblo y las masas de menores recursos de parte de la nueva generación de políticos de la oposición.

Acto seguido es importante que  ellos prometan realmente y exclusivamente lo que pueden cumplir, sin mentiras ni volteretas, cosa que claramente lo distinguiría de las endulzadas  promesas de sus contendores. Luego debería revelar estrictamente la verdad, empezando con los detalles de la muerte de Chávez, los problemas de abastecimiento, suministro de agua y electricidad, la inseguridad, hasta la real situación económica del país poco a poco  exponiendo las fallas del presente gobierno.

Solamente juntando todos estos requisitos, aunque tome tiempo, las fuerzas de la oposición podrán derrotar y  erradicar el chavismo. De lo contrario, éste quedará vivo y coleando tanto cuanto lo ha hecho el peronismo que desde hace más de 40 años no deja de estorbar la política y el progreso de Argentina.