La impotencia ciudadana por José De Bastos - Runrun
Sendai Zea May 21, 2012 | Actualizado hace 12 años
La impotencia ciudadana por José De Bastos

A muchos individuos les ha cambiado la vida el Movimiento 15M. Se han convertido en líderes de sus comunidades, en donde organizan a los vecinos, planean asambleas y ponen sobre la mesa distintos temas de discusión. Además, han establecido importantes redes con ciudadanos similares a ellos en otras zonas de Madrid, España y el resto del mundo.

Sin embargo, un año después de haber salido a las calles a mostrar su indignación, queda la pregunta de si este movimiento de protesta que surgió en la Puerta del Sol de la capital española, ha tenido un verdadero impacto comunitario, en la sociedad y no tan sólo en algunos de sus miembros.

A primera vista, los Indignados tienen el mérito de mantener una importante fuerza en las calles, a doce meses de sus primeras demostraciones, superados dos eventos electorales y una crisis económica que cada vez es más profunda. Siguen teniendo gran repercusión en los medios, y un supuesto respaldo en la opinión pública, expresada en distintas encuestas en las cuales la mayoría de la ciudadanía española respalda sus motivos de lucha.

En donde se ven pocos resultados es en las acciones políticas que se suceden día tras día en España y Europa. Poco después de sus primeras acampadas en la céntrica plaza madrileña, los resultados de las elecciones municipales y regionales dieron un sonado triunfo al conservador Partido Popular, el cual confirmó su dominio en el territorio en noviembre de 2011 con la victoria de Mariano Rajoy y su ascenso a la Presidencia del Gobierno.

 

Las medidas de austeridad impuestas por Rajoy, ordenadas desde Berlín y Bruselas, van en la dirección contraria de las ideas y los anhelos de los Indignados, un movimiento heterogéneo que inevitablemente parece estar muy cerca de los planteamientos de la izquierda radical.

Mientras desde el 15M se pide participación, debate, democracia asamblearia, referéndums, mayor gasto público, las autoridades en el continente europeo van imponiendo duras medidas para reducir el déficit, disminuyendo gastos en educación y sanidad pública, aumentando precios en otros servicios y tomando decisiones impuestas por un pequeño grupo de dirigentes, demasiado alejados de las calles de Madrid.

¿Qué puede entonces hacer un grupo de ciudadanos, organizado y movilizado, interesado en política y que sugiere distintas propuestas a sus representantes políticos? Para muchos la respuesta está en organizar un partido político y luchar con los actuales antagonistas en su arena, en los concejos municipales o el Congreso nacional, pero la base del 15M es el rechazo a la representación, y un reforzamiento del protagonismo de todos.

Para grupos como estos la democracia parece quedarse corta. Si bien muchos de sus planteamientos no lucen radicales, los Indignados tienen serias dificultades para poder lograr sus propósitos por vías que no sean revolucionarias y que cambien por completo el concepto actual de democracia, algo que no es viable (ni está pensado) por estos días.

Si bien el asunto se centra en España y muchos podemos no estar de acuerdo con sus ideas, la impotencia del 15M se asoma en distintas regiones del mundo, en donde incluso un sistema democrático mayoritario, justo y transparente, es inaccesible para buena parte de los ciudadanos que piensan (ingenuamente o no) que un mundo mejor es posible.

  @JDeBastos