La caza al periodista, una moda que nos llena de vergüenza por Juan Manuel Vidal - Runrun
La caza al periodista, una moda que nos llena de vergüenza por Juan Manuel Vidal

El periodismo siempre ha sido una profesión de riesgo, pero en los últimos 40 años ha sido de alto riesgo en el subcontinente americano por el mero hecho de contar su realidad. Asesinatos, secuestros, torturas, persecuciones, amenazas, hostigamientos, etc., coartan la libertad de expresión desde principios de los 70, cuando empezaron a computarse estos datos. Ni los profesionales de la radio, la televisión, la prensa escrita ni actualmente los medios digitales escapan del riesgo de morir por contar la verdad.

 

Decía Gabriel García Márquez, en su discurso «La soledad de América Latina» con motivo de la entrega del Nobel de Literatura el 8-12-1982, “en las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido con más ímpetu que nunca las noticias fantasmales de la América Latina…donde…no hemos tenido un instante de sosiego…Realidad descomunal, realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas…Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir…”. Sobran comentarios.

La función del periodista no es otra que servir de correa de transmisión entre el hecho noticioso y el ciudadano medio que desea ser informado. Esta afirmación de manual universitario se ha visto ultrajada en las últimas cuatro décadas por aquellos que han optado por “matar al mensajero” antes, durante o después de la divulgación de informaciones. La expresión entrecomillada abarca tanto el asesinato, como los secuestros, torturas, persecuciones, amenazas, chantajes y extorsiones, que buscan el final de las informaciones en unos casos, y en otros la autocensura por miedo a sufrirlas.

En muchos de estos casos, los delitos han quedado impunes, no en vano, según algunas fuentes el 98% de los casos quedan sin esclarecer. A veces se determina al autor material, al mercenario que ha apretado el gatillo, pero no al intelectual que ha señalado el objetivo o bien ha ordenado la ejecución, lo que ayuda a desvincular los crímenes con las denuncias periodísticas, e induce a los profesionales a la censura previa o al total silencio para evitar el “pijama de madera” (ataúd).

Esto sucede bien por la anuencia de ciertas administraciones corruptas, Justicia incluida, autoridades que no manifiestan el deseo de aclarar los crímenes y suelen atribuirlos gratuitamente a la inseguridad ciudadana, descartando cualquier vinculo de los sucesos con la denuncia periodística; bien por el poder absoluto de las mafias que los habían ordenado, que no reparan en gastos para llevar a cabo la extorsión.

Según informa el Observatorio Iberoamericano de la Libertad de Prensa en la webInfoamérica.org “las agresiones a periodistas son, en no pocos países, una práctica no exclusiva de las situaciones excepcionales, como dictaduras militares, guerras civiles, etc., sino que alcanza también otros escenarios, en los que se percibe el juego del crimen organizado, las mafias del narcotráfico o las posiciones de poder de los cacicatos residuales y la discrecionalidad de determinados cuerpos policiales, militares y paramilitares”.

655 muertos en 40 años

Infoamérica.org ha recopilado una relación de casos sobre periodistas y trabajadores de los medios muertos violentamente y también de desaparecidos. Son, en esta relación, 655 los nombres anotados y clasificados por el orden de las naciones donde se produjeron los hechos. “A pesar de que la región, en su conjunto, aparece como la más peligrosa del planeta para el ejercicio del periodismo, las causas y los territorios se concentran cada vez más en zonas concretas”.

Para recabar esta información, que alcanza desde 1973 hasta la actualidad, se han basado en múltiples fuentes como el Freedom Forum Journalists Memorial; el International Press Institute; el listado de Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y fuentes locales de organizaciones cívicas y profesionales, como la Federación de Periodistas de América Latina y del Caribe (FEPALC); el Proyecto Desaparecidos (Brasil, Argentina, Bolivia,  Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay); el informe argentino de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas “Nunca Jamás”; etc.

Son infinidad los nombres que jalonan esta larga lista, sin hacer distingos sobre hombres y mujeres, ni individuos aislados o familias completas, ni siquiera sobre nacionalidades ni países, pero algunos casos son demasiado escandalosos. Por encima de todo el ámbito latinoamericano destaca Colombia, con 177 muertos, seguido muy de lejos por México, con 132 y Argentina con 112 asesinatos violentos.

 

En el caso de Colombia hablamos de la incidencia de la Guerrilla de las FARC así como del gran poder de las mafias vinculadas al narcotráfico, causa esta última que comparte con México. En ambos países la cifra de víctimas está muy repartida en estos 40 años, mientras que Argentina prácticamente concentró todas sus víctimas en la década de los 70, coincidiendo con la dictadura militar.

 

El modus operandi no ha variado demasiado, pero con este reportaje no buscamos ni el morbo ni la escabrosidad. Los tiroteos, explosiones, atropellos, acuchillamientos, accidentes presuntamente fortuitos, ahorcamientos, lanzamientos desde aviones…forman parte de la crónica negra derivada del oficio del periodismo. Solo la labor de organizaciones humanitarias ha podido sacar a la luz muchos de estos crímenes, que han quedado impunes por la presunta connivencia de ciertos gobiernos y/o de sus aparatos judiciales, para descrédito de sus ciudadanos e incredulidad de los familiares y compañeros.

2011, un año desgraciado

Si las últimas cuatro décadas han sido mortales de necesidad para los periodistas de Latinoamérica, no podemos decir que el s.XXI haya empezado con buen pie. En estos once años corridos que ya hemos gastado, se han producido 262 asesinatos violentos en el gremio periodístico, lo que supone el 40% del total computado desde 1973.

Pero el ejercicio 2011, según elInforme de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC), ha resultado un año desgraciado. “Aunque el año 2011 comenzó de forma esperanzadora, sin ninguna muerte violenta durante el mes de enero, a partir de abril se incrementó la estadística de los atentados y agresiones, con fuerte incidencia en México, donde se contabilizaron 11 asesinatos, amén de otros 3 desaparecidos, con lo que el número de periodistas en esta situación desde 2003 se eleva a 15 en este país”.

Sigue en esta lista negra Honduras, con 6 asesinatos, Brasil con 5 y Perú con 3. En otras siete naciones se registra un muerto por país. Hasta un total de 29 periodistas asesinados, según datos de la FEPALC, organismo que representa a 57.000 periodistas en 14 países de la región. Sin embargo, el guarismo varía según la fuente consultada, pues la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP) eleva ese dato hasta 41 víctimas en 2011, guerra de cifras solo constatable a pie de campo.

Otra fuente para este tipo de informaciones es la ONGReporteros Sin Fronteras (RSF), que elabora suInforme Anual sobre la Libertad de Prensa y que en su último trabajo del 2011 lazaba un balance global de 66 periodistas asesinados (16% más que en 2010); 71 secuestrados;  73 tuvieron que huir de su país; 1.044 detenidos; 1.959 agredidos o amenazados; y 499 medios de comunicación censurados. Pero a estos datos vinculados a los medios tradicionales, hay que unir los generados por las nuevas tecnologías: 5 internautas asesinados; 199 blogueros e internautas detenidos; 62 agredidos; y 68 países afectados por alguna forma de censura de la red.

Para esta organización humanitaria diecisiete son los países con una situación más grave para el noble arte de contar historias: China, Irán, Laos, Birmania, Corea del Norte, Vietnam, Yemen, Bahrein, Siria, Bielorrusia, Turkmenistán, Azerbaiyán, Uzbequistán, Somalia, Sudán, Eritrea y Cuba.

Para los autores del Informe 2011 de RSF “la ecuación es simple: la ausencia o la supresión de las libertades civiles afecta inevitablemente a la prensa. Las dictaduras le tienen miedo y por ello prohíben la información, especialmente cuando esta información puede debilitarlas”. Sobre el subcontinente americano solo indica que “México y Honduras, ambos con 5 asesinatos, no dejan entrever posibilidades de mejora”.

A pesar de estos últimos datos, RSF solo marca a la isla de Cuba entre los más controvertidos. Pues “aún no ha accedido a la apertura en materia de libertades públicas y de derechos humanos que se esperaba, tras la puesta en libertad del último periodista disidente encarcelado, el 8 de marzo de 2011, después de la liberación de sus colegas víctimas de la “Primavera Negra”. La represión y breves detenciones amenazan aún a periodistas y blogueros que franquean el control del Estado”.

En lo que llevamos de 2012, en nuestro ámbito de estudio, se han producido ya al menos 4 muertos, dos en Brasil y otros dos en Bolivia. Mal augurio para Latinoamérica, región que ha vivido bajo el yugo colonialista, primero español, y luego norteamericano, raíces ambas que pueden haber condicionado los modelos políticos vigentes, sanos en su origen, que han derivado peligrosamente en conductas autoritarias y dictatoriales, donde parece que la libertad de prensa y de opinión no son bien recibidas.

Nuestro homenaje desde aquí a todas las víctimas que han defendido el derecho y el deber de todo periodista: informar verazmente.