Los bolibobos no aprenden - Runrun
Redacción Runrun.es Oct 18, 2011 | Actualizado hace 12 años

La moraleja es ésta: Al ministro Jorge Giordani lo timan una sola vez. En efecto, se fugó del despacho de Finanzas el dato de la emisión del bono 2026 pero, de inmediato, corrigió. “Cambió los criterios de la adjudicación”, señala hoy el diario El Nacional, citando a Barclays Capital que, opina, se puso en marcha la triangulación Tesoro Nacional, BCV y sistema financiero público, este último el más beneficiado con la emisión. Entonces, quedaron con los crespos hechos aquellos, los dateados. Que otra vez cambiaron dólares. Dijeron que tenían contactos en Finanzas. Que una mujer. Que un alto funcionario. Que un contacto de un contacto. Y toda esa red que funcionaba en los tiempos de Nóbrega, Isea, Merentes, Andrade, en Finanzas, los llevó a apostar más de la cuenta. ¿Y qué pasó? Que Giordani puede saber poco de economía, pero no duerme, no es monje ni nada parecido, cuando de voladoras y revueltas del dinero se trata. Ya demostró que el poder le importa. Y ha demostrado que su papel puede llegar hasta la inmolación. Y si para eso tiene que insultar, atacar, y arrastrarse todo el mercado de capitales, a sus agentes, y aún a la banca y los banqueros, está dispuesto a hacerlo. Entonces, envía este mensaje a los bolibobos. Dejen de jugar con la información. Dejen de jugar con los datos. El casino está en otra parte. A Giordani se le han escapado algunas presas, muy afectas al gran poder del chavismo. Contra esos altos funcionarios poco ha podido hacer, excepto sacarlos del juego del Gobierno. Y sin embargo sabe que andan orondos como en patio propio e, inclusive, uno de ellos ahora viaja y viene de Nueva York como si tal cosa. Allá en Long Island le atrae y le llama el deporte hípico, conocedor  ese ex-funcionario de que en Venezuela todo lo que tenga que ver con puras sangre es un problema, y si no pregúntenle a Arné Chacón. Lo cierto es que los operadores más dateados se han quedado sin el puñado de dólares que el contacto les ofreció. Por eso los llaman los bolibobos. Y Giordani ahora ríe.

Por Juan Carlos Zapata