Una mañana de política en Café Olé - Runrun

Emeterio Gómez y Francisco Rivero no tenían nada que ver con aquellas reuniones. Otros temas ocupaban la atención de ambos. Y aún así,  desde la mesa en la que desayunaban ayer domingo en Café Olé del Centro Comercial San Ignacio, no dejaron de preguntarse qué fuerzas profundas habían hecho posible que Henri Falcón, por un lado, y Roberto Enríquez, por el otro, coincidieran en el mismo lugar y a la misma hora para dirimir asuntos políticos. (Los filósofos siempre van más allá de lo aparente).

El gobernador Falcón estaba acompañado por  Armando Briquet, Kiko Bautista y Eduardo Semtei; o sea, el por ahora conocido como el núcleo duro del caprilismo. No tan lejos, al secretario general de Copei lo rodeaban, Enrique Naime, Enrique Alvarado y Chichi García. La cuenta de la primera mesa la pagó Falcón, sin chistar. En la segunda hubo problemas para ponerse de acuerdo.

Entonces, ya estaba tomada la decisión de apoyo del PPT a Henrique Capriles Radonsky, pujada, claro, está por el gobernador Falcón, más preocupado él que sus acompañantes, por el curso de la campaña del precandidato, gobernador de Miranda. Es curioso, Capriles Radonsky, más a la derecha que cualquiera de los precandidatos del patio, es quien suma más apoyos de la disidencia chavista. Podemos, PPT, Falcón, los mismos Semtei y Kiko. En esa mesa de disidentes del chavismo, el análisis vertía hacia el ritmo de campaña. Kiko y Semtei, parecen más optimistas que Falcón.

Los copeyanos están marcados por el estilo de Enríquez. Más pausado. Más calculador. Copei ahora considera que es el punto de equilibrio. Entre Primero Justicia y Capriles y UNT y Pablo Pérez. Se toman, sin prisa, la decisión de apoyar a uno de los dos precandidatos que ya polarizan, pese a que desde Madrid, el PP los ha instado a que los socialcristianos estén unidos en una fórmula común. Es decir, que Copei prefiera a Capriles. Lo que pasa es que el lobby de Henry Ramos Allup, secretario general de AD, es fuerte, intenso. Ramos no ha dejado de trabajar a la dirigencia de Copei para que el respaldo se decida por Pablo P&eacute ;rez. Ya dos precandidatos de Copei se han retirado, Oswaldo Alvarez Paz  y César Pérez Vivas, y han dejado en manos del partido la decisión de escoger abanderado. Hay otro socialcristiano de pura cepa que insiste: Eduardo Fernández.

El tiempo ahora apremia. O el tiempo es clave en esta etapa.  Hay encuestas en marcha. Y al término de ellas, vendrán las decisiones. Por ello, aún Antonio Ledezma aguarda, pese a que de un lado y otro le han dicho: retírate, no subes. AD observa con lupa. No puede equivocarse. El reto de Ramos Allup es anotarse a ganador. Si hay un partido  que no puede arriesgarse a salir derrotado, ese es AD. A Ledezma –que lo ha hecho bien hasta aquí- se le presente la disyuntiva de si seguir es una operación segura o si por el contrario, es hora de sumar para ganar. Claro, Ledezma piensa en el debate. Quiere ir al debate con todos. Su cá lculo es demostrar que es el mejor equipado, y ganar el debate para ganar las primarias.  Leopoldo López aún puede correr otro trecho. ¿Y María Corina? Corre cómoda, en el sentido de que lo que haga siempre para ella será ganancia.

La polarización entre Pablo Pérez y Enrique Capriles es hoy un hecho irrefutable. Curioso que en el “subsistema electoral” de la oposición se puede dirimir la candidatura en un escenario que confronte la tradición política de la segunda mitad del siglo XX: socialdemócratas vs. socialcristianos. Más claro sería si Primero Justicia logra el apoyo de Copei. Capriles lleva ventaja sobre Pablo Pérez no sólo en algunos puntos de los sondeos, sino también en la estructura de Primero Justicia, que se ve más armada para afrontar el reto y, en algo más, clave: la convicción de Capriles de se r candidato y ser presidente. Cuando AD –y tal vez Ledezma y María Corina y hasta Leopoldo López- sume para el bando de Pablo Pérez, comenzará otra historia. La recta final.

Entretanto, Henri Falcón brega a Copei. Ayer, los acompañantes, tanto del gobernador de Lara como de Roberto Enríquez, los dejaron solos a ambos. Y ellos se sentaron juntos, no tanto para tomarse un café. Para mucho más.

Juan Carlos Zapata