Los Chávez y Maduro ¿Roces De familias? Por Daniela Franco García - Runrun

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Desde cuando Nicolás Maduro decidió relevar de su cargo al presidente de la Corporación Eléctrica Nacional, tan solo unos meses después de haber asumido su cargo como mandatario de Venezuela, ya se hablaba de los posibles desacuerdos que habría entre las familias Chávez y Maduro. No se trataba de cualquier funcionario: era Argenis Chávez, uno de los hermanos del máximo líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez Frías. Se aseguró entonces que hasta la madre del fallecido líder tuvo que intervenir para evitar que su hijo menor fuera removido del cargo. Quizá por ello se habló de una renuncia acordada y poco tiempo después fue designado nuevamente en un cargo público, director ejecutivo de la Magistratura de Venezuela.

Un año después del fallecimiento de Hugo Chávez, los rumores de roces en lo más profundo del chavismo, y una división entre las familias del “difunto y el heredero”, siguen latentes.

Gabriel Reyes, analista político venezolano, dice que el balance actual es que Nicolás Maduro “lapidó la herencia política que recibió” y que se ha hecho evidente que éste “no posee una impronta personal como la que reflejaba el difunto, por eso no existe el madurismo. No tiene ni el carisma, ni la capacidad de articular las ideas que Hugo Chávez tuvo”. De ahí quizá que los rumores sobre esta supuesta rivalidad apunten a que la familia Chávez le está pasando cuenta de cobro al mandatario venezolano y que personas como Miguel Enrique Otero, director del diario venezolano El Nacional, señalen que “Maduro tiene un discurso en el que se ve un liderazgo compartido, pero además, con ideas muy disímiles una de otra”.

Desde que Maduro asumió el cargo de presidente de Venezuela, no ha ocupado La Casona, la lujosa residencia presidencial de la que sí siguen disfrutando las hijas de Hugo Chávez. Recalca Otero que se trata de un delito, “de hecho, eso es peculado de uso”, señala.

Al respecto, Maduro ha comentado públicamente que él mismo dio la orden a Arreaza de quedarse en La Casona, mansión colonial con atractivos como una gran piscina, jardines y una pista de bolos. Mientras tanto, al parecer, el presidente vive en La Viñeta, una residencia oficial asignada al vicepresidente que antes era utilizada para recibir y hospedar a jefes de Estado extranjeros.

Que el mandatario no ocupe la residencia que por ley merece y que las hijas del fallecido expresidente habiten el palacio presidencial ha generado todo tipo de críticas y especulaciones. De hecho, los rumores se han extendido hasta indicar que la más descontenta con la situación es Cilia Flores, esposa de Maduro.

“Es evidente la ausencia de las hijas del difunto y que hoy, transcurrido un año, ya no forman parte del protocolo de gobierno, como antes lo hacían. Algo debe estar pasando”, añade Reyes.

Muchos coinciden con opiniones como las del periodista del diario venezolano El Universal Roberto Yusti, quien señala que “el chavismo, a pesar de la muerte de Hugo Chávez, sigue vivo, pero afronta una situación mucho peor que la que tenía antes de su muerte. El presidente Maduro de alguna manera ha venido dilapidando el capital político que Chávez construyó en 15 años de liderazgo indiscutible; y ese malgasto del liderazgo de Chávez se manifiesta hoy en la situación económica y social que está viviendo el país”.

Otros, como Uberto Mario, periodista y exagente de la Inteligencia Cubana, consideran que estas aparentes peleas entre familias poderosas podrían derivar en algo más importante. Como indicó en entrevista con el periodista cubano Óscar Suárez: “Si Maduro y Cilia siguen abarrotando Miraflores de parientes, se va a dividir la corriente chavista y puede que personas como Adán Chávez (hermano de Hugo Chávez y gobernador de Barinas) digan ‘no más’ y sientan que para haber chavismo tiene que haber un Chávez en el poder”.

“Podría suceder, porque en este país cualquier cosa se puede esperar, que se dé un golpe de estado por parte de alguien como Adán Chávez, lo digo con toda responsabilidad. Sería una combinación perfecta de ‘doble play’ con Diosdado Cabello, que indiscutiblemente es más chavista que madurista”.

Daniela Franco García

El Espectador