Democracia en riesgo: "Venezuela vive un momento de transición como el 23 de enero"
Democracia en riesgo: «Venezuela vive un momento de transición como el 23 de enero»

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A 60 años del 23 de enero, la revisión de la fecha que marca el nacimiento de la democracia en Venezuela justo cuando padece su máximo nivel de cuestionamiento y deterioro, convocó al rector de la Universidad Católica Andrés Bello, José Virtuoso, al historiador Elías Pino Iturrieta y al director del Centro de Estudios Políticos de la Ucab, Benigno Alarcón, quienes discutieron sobre los retos de la sociedad venezolana frente al rescate democrático haciendo paralelismo con el fin de la dictadura en 1958.

Lo primero que los académicos invitan a descartar es el mito construido alrededor del 23 de enero. Tanto Virtuoso como Pino Iturrieta coinciden en que no fue un movimiento civil que sacó al dictador Marcos Pérez Jiménez de Miraflores, sino un movimiento de descontento militar que fue secundado por los ciudadanos y por los partidos políticos agrupados en la Junta Patriótica. “El gobierno de Pérez Jiménez siempre se entendió como el gobierno de las fuerzas armadas, pero fue desde las propias fuerzas armadas que se le asestó el golpe, porque el régimen se fue haciendo cada vez más castrador incluso contra los mismos militares, quienes resintieron tanto intervencionismo”, observa el rector de la Ucab.

Tampoco el 23 de enero podría considerarse que fue impulsado por un movimiento de masas, como se ha querido ver. “El pueblo participa como miembro de los partidos, pero no como conciencia individual”, recalca Pino Iturrieta. «En 1958 los partidos políticos sirvieron como catalizador de los movimientos sociales y no al revés», sostiene Virtuoso mientras que Alarcón resalta que «los movimientos de masa no son tan masivos como se cree: representan entre 10% y 30% de la población. Lo importante en los cambios es la masa crítica que impulsa los cambios, como por ejemplo, a través del voto».

Al igual que 1958, el contexto de la Venezuela actual sugiere que estamos en un momento de transición en el que la inestabilidad es inherente al cambio. “Una semana antes del 23 de enero, pocos imaginaban que la dictadura llegaría finalmente a su fin”, recuerda Pino Iturrieta.

Para Alarcón, el ambiente de conflictividad tiene que ver con que la sociedad venezolana quiere un cambio, como indican los estudios del CEP de la Ucab. Se aspira a volver a tener “un país normal” y por primera vez se relaciona a Nicolás Maduro y su gobierno como los representantes de los problemas que agobian al país.

Pero viendo en perspectiva el 23 de enero que marcó el despertar democrático, los venezolanos de 2018 comienzan a perder la fe en las salidas institucionales, propias de los sistemas democráticos, lo que abre puertas a situaciones más impredecibles, resalta Alarcón. “En la medida en que el gobierno no tiene condiciones para gobernar, recurre al uso de la fuerza y de terceros como tribunales, fiscales y militares para mantenerse en el poder. Pero ve deteriorada cada vez más su legitimidad, lo que produce una estabilidad muy precaria. Y la inestabilidad es caldo de cultivo para los que de alguna manera quieren acceder al poder”.

Uno de los factores de peso para garantizar la transición hacia la democracia es la fortaleza de los partidos políticos. «Muchas transiciones se han revertido por el caos y la inestabilidad, por la debilidad de los partidos políticos en la conducción de los cambios, tal como ocurrió   con los Hermanos Naturales y la llamada Primavera Árabe en Egipto o el caso de Nicaragua con Daniel Ortega, donde la democracia ha tenido una notable regresión», recuerda Alarcón.

El momento de cambio político que vive Venezuela derivará en dos salidas: la implantación de un sistema autoritario con la instauración de un partido único o bien la restauración de la democracia con su correspondiente plan de negociación y acuerdo de gobernabilidad, considera el director del CEP -Ucab.

Para Virtuoso, es imperativo rescatar del espíritu de unidad del 23 de enero y fortalecer la ciudadanía para lograr el cambio. «De nada servirá que la comunidad internacional actúe y que se garanticen las condiciones electorales si no existe un liderazgo que oriente sobre el camino a seguir y ciudadanos dispuestos a defender resultados electorales que favorezcan la alternabilidad democrática».