Colectivos: El rostro de la represión civil en Táchira
Colectivos: El rostro de la represión civil en Táchira

EL 19 DE ABRIL FALLECIÓ PAOLA RAMÍREZ y luego de ella 15 tachirenses más. Todos, víctimas del conflicto político venezolano exacerbado desde el cuarto mes del año, 43,75% de ellos asesinados por civiles armados, según cifras del Observatorio Venezolano de Violencia, capítulo Táchira.

Encapuchados y en motocicletas. Unos de negro, otros dejando ver en su ropa signos de simpatía chavista. Con armas largas y cortas. Gritando consignas revolucionarias. Los «colectivos», como los llaman testigos y víctimas del hostigamiento, han llevado la bandera de la represión, junto a los efectivos y funcionarios de seguridad, durante estos más de 4 meses de protesta contra el gobierno nacional.

La muerte de Paola fue la primera advertencia de que esta vez las manifestaciones opositoras en el estado no solo serían dispersadas y reprimidas por organismos de seguridad. El 19 de abril motociclistas mostrando sus armas, sin ningún rubor, atemorizaron y hostigaron a manifestantes en zonas aledañas a la avenida Carabobo. Allí cayó la joven de 23 años en medio de un enfrentamiento entre un vecino del sector y este grupo armado.

En el asesinato de Daniel Rodríguez, las balas llegaron desde un solo lado. El joven de 18 años recibió un disparo en la cabeza cuando se encontraba en una de las barricadas, símbolo de protesta, en Santa Ana del Táchira. Los motociclistas del terror, de nuevo, fueron los responsables. Luego; Luis Gerardo Ortiz, Albert Rosales, Daniela Salomón, Adrián Rodríguez y Jhony Colmenares engrosaron esta lamentable estadística. 4 de ellos fueron asesinados el 30 de julio, día de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente.

La ausencia de organismos de seguridad que contengan sus ataques, el acoso sistemático a comunidades de población opositora, el uso de armas largas y emblemas progubernamentales son señales de que estos grupos responden a los objetivos de Miraflores, según la criminóloga Ana María Rondón. «No existe evidencia definitiva de que son grupos pertenecientes o que estén ordenados por el gobierno. Sin embargo, hay indicios suficientes que nos hacen concluir que actúan dirigidos por estos intereses», aclara la también profesora de la Universidad Católica del Táchira.

Con armas largas 

Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, no tiene duda de la simpatía y relación de estos grupos con el gobierno nacional y ubica su origen en la lucha armada de la izquierda durante el siglo pasado. «Los colectivos son la continuación de los grupos que estuvieron vinculados al movimiento guerrillero y a sus componentes o brazos urbanos. Estas agrupaciones permanecieron con la tesis de la lucha armada y luego encontraron una forma de acción territorial. Así se crearon los Círculos Bolivarianos que pretendían ser algo similar, pero bajo control del gobierno», explica.

En Táchira, sin embargo, estos grupos no responden en su mayoría a la estructura de una guerrilla urbana con control territorial, sino que actúan como bandas organizadas de delincuencia no convencional, expone Rondón. «Estas agrupaciones que han estado hostigando a la población, incluso cometiendo homicidio, parecieran tener fines precisos de represión, solo ejercen presencia en momentos de protesta y operan con armas largas que no son de uso comercial».

El gobernador del Táchira José Vielma Mora, por su parte, legitima la acción de los colectivos en el estado. Durante el más reciente acto del día del trabajador los catalogó como grupos de «producción, vida, trabajo y paz». Segundos después el mandatario regional advirtió: «No se equivoquen. Si el pueblo sale a la calle no va a quedar nadie de la derecha”, dijo al tiempo que se unió al coro de la consigna “si el pueblo se arrecha se acaba la derecha».
Violencia de Estado con dos rostros

Una violencia de Estado con dos rostros, uno militar y otro civil, es lo que se ha presenciado en estos meses de represión, según Briceño. El sociólogo explica que estos grupos han mutado y ahora muchos están conformados en su mayoría por funcionarios policiales o militares que usan el término «colectivo» solo como una fachada. “Estas agrupaciones terminan siendo lo mismo, responden al uso de la fuerza para mantener en el poder al gobierno nacional”, denuncia.

Sus víctimas también han percibido la relación entre los colectivos y los organismos de seguridad del Estado. «Para mí la Guardia, la policía y los colectivos son sinónimos. Unas veces atacan con uniforme y otros veces vestidos de civil», cuenta una joven residente de la avenida Rotaria, a quien llamaremos Daniela por su seguridad.
Su casa, junto a la de varios vecinos, fue atacada en reiteradas ocasiones por estos grupos durante los meses de protesta. Ventanas rotas y rastros de balas en las paredes evidencian el asedio a una comunidad protagonista de la resistencia en contra del gobierno nacional. «Las ventanas de mi casa las rompieron con piedras, a la casa de un vecino le echaron gasolina y la intentaron prender. Llegan disparando al aire y contra las viviendas, gritando Chávez vive y burlándose de la gente», cuenta.

Las burlas han servido para que Daniela infiera la conexión entre estos grupos y los organismos de seguridad. “Cuando llegan hacen ruidos que no sé si son burlas o la manera de comunicarse entre ellos, hacen como animales y esos mismos ruidos se los he escuchado a los Guardias cuando han reprimido a la comunidad”, revela.

Algunas visitas han sido predecibles, otras han sucedido incluso cuando la comunidad no está en actividades de protesta. «Un día llegaron como a la 1:30 de la mañana, la urbanización estaba tranquila y de repente se empezaron a escuchar muchísimas detonaciones, llegaron en una camioneta y varias motos. Dispararon solo ejerciendo terror. Durante estos meses no se han cansado de hostigarnos», comenta con un tono agudo de indignación.

Las protestan han bajado su intensidad y con ello los ataques de estos grupos armados. Pero su presencia está latente, Daniela y muchas de sus víctimas saben que si manifiestan su disidencia al gobierno nacional estarán expuestas a estos «guardianes de la revolución», que en su acción develan la faceta más violenta del poder. “Esto solo genera más violencia en el país. El llamado poder revolucionario y el gobierno popular pasó a convertirse en una dictadura militar y represiva como las peores de América Latina”, concluye Briceño.