La tiranía tiene historia en Venezuela
La tiranía tiene historia en Venezuela

Por Acceso a la Justicia 

DESDE SIEMPRE TIRANÍA SE HA CONSIDERADO una mala palabra. En Grecia, de donde proviene, inicialmente describía a quien usurpaba el poder, quien llegaba a él por medios ilegítimos, y luego los filósofos griegos, entre ellos Platón, pasaron a darle a la palabra la connotación de arbitrariedad y despotismo con la que la conocemos ahora.

Incluso, en el caso de los romanos, que no eran precisamente muy demócratas, la acumulación de poder en una persona era vista con malos ojos, y aunque en la era republicana estaba prevista la figura del dictador, su duración no podía ser mayor de seis meses renovables por otros seis.

De hecho, tanto no era querida la figura que el dictador más famoso entre los romanos fue Cincinato, precisamente por ser dictador por el menor tiempo posible, pues aunque lo fue dos veces, renunció en ambos casos luego de 15 y 21 días respectivamente, en cuanto pudo resolver las crisis que originaron su nombramiento, aunque legalmente podía quedarse como dictador por los 6 meses por los había sido nombrado.

Por este desapego al poder absoluto Cincinato fue considerado un ejemplo de los valores republicanos. Efectivamente esta rareza de desprecio al poder absoluto merece mucho respeto y admiración.

Luego, en las siete partidas de Alfonso X El Sabio, hace más de 8 siglos, se resumen los 3 elementos sobre los que descansa toda tiranía, a saber: fomentar la ignorancia del pueblo para acobardarlo; dividirlo para fomentar la desconfianza y así nadie confíe en nadie; y finalmente, fomentar la pobreza para que haya una dependencia perpetua a favor del tirano. ¿Nos suena conocido?

Ya en la modernidad John Locke siguiendo a la tradición clásica define la tiranía como “el ejercicio del poder más allá del derecho, donde nadie tiene derecho; y este haciendo uso de la fuerza que tiene en sus manos, no lo usa para el bien de los que están debajo de él, sino para su propia ventaja”.

Así entonces, en el concepto de Locke, el tirano es ajeno al derecho, a todo derecho, pues las normas emanan de su voluntad gracias a la fuerza que es a la que debe su hegemonía.  En consecuencia, el tirano se considera la única fuente de derecho y por lo mismo puede cambiarla cuando así le convenga aunque lo que decida sea o no coherente con lo que antes dijo, naciendo con ello la arbitrariedad que es el signo de toda tiranía.

En consecuencia, la tiranía no es más que la negación del derecho, pues lo que se pretende no es un orden sino el mantenimiento del tirano en el poder. Lo demás es secundario.

Ahora bien, no es raro que cada vez que se hable de dictadura en nuestro país se indique que esta idea no calza a la perfección con los regímenes que tradicionalmente nos la recuerdan, como lo son las dictaduras militares de Pérez Jiménez y Juan Vicente Gómez. Y en ese sentido debemos empezar a decir que incluso entre esos mismos regímenes hay grandes diferencias, pues Gómez no era un militar de carrera ni el ejército que lo respaldaba tampoco, mientras que para Pérez Jiménez no había nada más importante que ser un oficial egresado de una Academia militar. Pese a ello, los unen esos elementos que recordamos de una dictadura clásica: censura férrea a los medios de comunicación, prohibición de partidos de oposición, falta de voto universal directo y secreto y una brutal represión a quienes adversen.

Comparado con esto, hay quien dice que en un país donde puede decirse que se está en dictadura sin que lo encarcelen, no puede ser una dictadura. Y esto simplemente lo que nos está diciendo es que las formas no democráticas evolucionan con los tiempos, y así como ahora a nadie se le ocurriría decir que detenta el poder por la “gracia de Dios”, como decía Francisco Franco hasta hace poco, los modos autocráticos también cambian, pues al ser las sociedades más complejas, los modos de control también se hacen más sofisticados.

Así, en la época de Pérez Jiménez, censurar los periódicos era muy fácil, pues eran muy pocos, lo mismo en el caso de las estaciones de radio. Ahora, con el advenimiento de internet y las redes sociales, esto no es posible, por lo que la represión se centra en aquellos medios que llegan masivamente como las televisoras a través del perverso instrumento de la autocensura (cállate o te cierro). El que haya muchas voces opositoras en internet lo que demuestra es que el régimen sabe que hay mucha fragmentación en el mismo, que internet no llega a todos, y que lo importa es aquella información que ven las masas. Esto permite que se puedan dejar algunos medios marginales, como radio emisoras locales o periódicos que cada vez venden menos ejemplares impresos, para dar la falsa impresión de libertad de expresión. En resumen, que una prisión tenga ventanas no la hace menos prisión.