La triste historia de los diputados que quisieron llegar caminando a su trabajo y no pudieron
La triste historia de los diputados que quisieron llegar caminando a su trabajo y no pudieron

4deabril

 

Plaza Venezuela era el sitio de concentración este martes en la mañana, pero como era de esperarse la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana bloquearon todos los accesos desde tempranas horas, unas señoras con banderas de Primero Justicia y portando gorras con los colores de la bandera tricolor caminaban desorientadas en los alrededores de la Torre La Previsora. «¿Pero no era aquí?», le preguntó una a otra. «Aquí dijeron que era, pero no veo a nadie».

En efecto, decenas de personas llegaron a las inmediaciones de la Plaza y al ver la exagerada presencia de efectivos de los cuerpos de seguridad comenzaron a caminar en dirección a la avenida Libertador, específicamente a la altura de Los Cedros, donde está el partido Acción Democrática. Allí su Secretario General y diputado a la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, se disponía a acompañar la marcha una cuadra más allá. «Es necesario que el pueblo sepa que en Venezuela continúa un autogolpe de Estado, insólitamente avalado por algunos poderes públicos y el alto mando militar», dijo. «Es un embuste que enmendaron las sentencias, la neutralización de la AN por parte del Ejecutivo está vigente, aquí no hay Constitución, esto es una dictadura», manifestó el ex presidente del Parlamento antes de enfilar por la arteria vial en dirección hacia el oeste, a encarar al piquete de la GNB que impedía el paso de los manifestantes.

 

En la parte superior de la Libertador confluía gente de todos lados, motorizados, vendedores ambulantes y diputados que pretendían llegar a su sitio de trabajo. «La situación para la dictadura se ha vuelto pequeña, ya Mercosur actuó, la OEA también, la supuesta enmienda a las sentencias 155 y 156 es una cantinflada, el rey sigue siendo el rey con atribuciones para firmar leyes y contratos sin la autorización de la AN», salió al paso la diputada suplente Tamara Adrián. Adrián junto a Juan Guaidó, Dinorah Figuera, Ismael García, Julio Borges, José Manuel Olivares, Freddy Guevara, Carlos Paparoni y el gobernador Henrique Capriles Radonski, fue una de las caras de la oposición que caminó, sudó bajo el inclemente sol, corrió víctima de los gases lacrimógenos y soportó del asedio de tanquetas de la GNB. «Todo depende de los venezolanos en la calle, la salida de esta crisis es electoral e interna, la dictadura no quiere una confrontación con la GNB sino pueblo contra pueblo, no vamos a caer en ese peine, Nicolás Maduro es el represor junto a la cúpula del TSJ, la Guardia y la Policía», confesó Adrián. «Ninguno de los miembros de este gobierno dictatorial puede estar aquí y sentir la solidaridad de la gente, ellos andan con escoltas y desconocen la necesidad del pueblo».  

A escasos metros, Samira atiende una llamada telefónica. «Si no se preocupe yo estoy lejos de eso, nos vemos en la noche», dice y cuelga con picardía. «Es que mejor no le digo nada a mi mamá porque ella es muy nerviosa, de todas maneras no se va a enterar porque por dónde lo va a ver, ella no sabe ni que es tuiter», esboza.

Al lado de Samira, un grupo de jóvenes con franelas de Voluntad Popular avivan a la muchedumbre para que camine hacia adelante. «Libertad, libertad, libertad», gritan. Unos minutos después la gente empieza a retroceder, se escuchan las primeras detonaciones, una especie de bala de humo zigzagueante se percibe en el aire y la concentración se desarticula.

El olor a gas lacrimógeno es cada vez más intolerable, los manifestantes optan por correr hacia las calles paralelas de la avenida Libertador, un señor cae y es auxiliado por un grupo, lo llevan al interior de un edificio, lo atienden, pero sigue inconsciente. «Trago mucho gas», dice una persona aparentemente cercana. «Necesitamos una moto». Aparece como por arte de magia el diputado Ismael García, visiblemente afectado por los gases, ordena a un motorizado trasladarlo a un centro asistencial, arrancan a toda velocidad.

La avenida es ya un campo de batalla, la popular Ballena de la GNB aparece en escena acompañada de otra tanqueta y un regimiento de policías nacionales detrás. Disparan más lacrimógenas, se escuchan otros disparos, la marcha pacífica terminó de fallecer. Sálvese quien pueda.

«Esos coño de su madre ‘Guardias’ será que no tienen mamá, son de probeta acaso», se cuestiona una mujer. «Mejor nos vamos», le comenta su acompañante.

Un grueso grupo alerta ahora que la ruta es por la autopista, algunos diputados tomaron la iniciativa en vista de lo infructuoso que resultó ser la ruta por la Libertador. «Yo para allá si no voy», le advierte una señora a su hija. «Y tú tampoco vas a ir», completa la oración. «Algún día será, esto no puede ser para siempre».

Un par de horas después la marcha, o lo que quedó de ella, desemboca en la autopista frente al Abasto Bicentenario en Plaza Venezuela. La represión continúa, hay heridos, incluso de balas, asfixiados y posiblemente detenidos. Mientras la mamá de Samira la espera en casa sana y salva.