Las dos izquierdas y Venezuela
Ene 29, 2016 | Actualizado hace 8 años
Las dos izquierdas y Venezuela

protestas

 

Siento que es necesario responder al reciente artículo de Roger Harris / Chuck Kaufman en Dissident Voice (y en otras partes), no porque erróneamente representaron mi perspectiva política personal sobre Venezuela (que, de hecho, lo hicieron), sino porque creo que es importante señalar una división muy significativa en la izquierda en general, aspecto al cual en su artículo sólo se refieren oblicuamente. Esta división, en gran medida, es ignorada y creo que tiene profundas consecuencias que deben tenerse en cuenta si nosotros en la izquierda esperamos tener alguna relevancia en el futuro. Espero que los lectores tengan paciencia conmigo por la longitud de esta pieza, pero creo que un poco de detalle es necesario para entender lo que está en juego para aclarar una muy necesaria posición izquierdista adecuada al siglo XXI y distintiva de aquellas del siglo 19 y 20.

 

Hace unos años atrás, en el 2010 entrevisté a el ex Sandinista Víctor Hugo Tinoco en su despacho donde trabajaba como miembro de la Asamblea Nacional de Nicaragua, en representación del Movimiento de Renovación Sandinista (MRS). En aquel momento me dijo que:

 

“Se han desarrollado dos tesis en la lucha dentro del FSLN desde 1990. Hubo quienes desarrollaron la opinión de que la lucha por la justicia social no es compatible con las libertades civiles, por lo tanto, tenía que haber pensamiento autoritario casado con la propuesta de transformación social. Y hubo quienes vieron estas [ideas] como complementarias, que la justicia social sólo puede alcanzarse a través de un proceso que respeta profundamente las libertades sociales civiles e individuales. Además, las transformaciones sociales sólo son sostenibles en el tiempo si se construyen y sostienen en base al respeto de los derechos civiles y las libertades”.

 

El Sr. Tinoco, en primera instancia, se refería a la tendencia marxista-leninista que se degeneró y convirtió en el populismo autoritario del caudillo Daniel Ortega, la «Facción Orteguista,» la cual ahora esencialmente es una dinastía familiar apenas ligeramente distinguible de la dinastía de la Familia Somoza que fue derrocada por la FSLN en 1979 y que ha sido hasta ahora responsable de un menor número de asesinatos políticamente motivados en el país. El segundo caso, Tinoco se refería a su propio partido, el MRS, y otras fuerzas políticas, afiliados y no, como la Coordinadora Civil, cuyo objetivo es educar a los nicaragüenses sobre ciudadanía y la necesidad de participar en la sociedad y gobierno y la luchar por sus derechos. Esas fuerzas, organizadas bajo el Consejo Nacional en Defensa de nuestra Tierra, nuestro Lago y nuestra Soberanía, están comprometidos en una lucha dramática contra el régimen de Ortega para detener el desarrollo de un canal que atravesará su país y que les quitará gran parte de sus tierras, destruirá gran parte de su diversidad natural, su vida comunitaria y no aportará ningún beneficio a nadie más que a las empresas chinas que están detrás del proyecto.

 

El contraste entre estas dos izquierdas en Nicaragua es un lugar apropiado para comenzar una discusión de la solidaridad en general, y el significado de solidaridad con Venezuela en particular, porque sospecho que esto es lo que Roger Harris, Chuck Kaufman y yo tenemos en común: apoyamos a la Revolución Sandinista en la década de 1980. También durante un tiempo hemos acompañado al proyecto bolivariano, pero del cual, como acertadamente han señalado, me «retiré» en el 2013, rompí lazos con y denuncié. Como una cuestión de registro, Chuck Kaufman al parecer todavía apoya al gobierno Sandinista de Daniel Ortega. De nuevo, para registro, yo no lo hago, y me he vuelto cada vez más crítico de ese gobierno desde la primera vez que abiertamente lo denuncié en el 2010 (véase mi introducción al capítulo de Nicaragua, Hasta los Gobernantes Obedezcan, 2014).

 

Hay otras razones por las cuales empiezo una discusión de Venezuela en Nicaragua. A lo largo de la última década el Gobierno Bolivariano ha apoyado al gobierno de Daniel Ortega con el dinero del petróleo, mayoría de cual se ha ido directamente a las cuentas personales del caudillo sandinista, lo que le permitió comprar periódicos, estaciones de televisión y radio, hoteles de lujo y ranchos para su familia. Como Carlos Salinas Maldonado señala en su artículo del 2009, Nicaragua se hunde en la miseria, el 79% de los nicaragüenses viven con menos de dos dólares al día. Después de que Ortega manipulara su camino hasta la presidencia en el 2006, y con elecciones fraudulentas en noviembre de 2008 con las cuales logró tomar 105 de 146 alcaldías en todo el país, la mayoría de los donantes internacionales se alejaron disgustados. Pero no Chávez. En 2008 dio $457 en concepto de ayuda, lo que podría haber ayudado a nicaragüenses pobres de forma significativa, pero el dinero llegó sin ningún compromiso. Es probable que parte del dinero haya ido a nicaragüenses -como clientelismo político, por supuesto. Después de todo, no hay tal cosa como un almuerzo gratis, ¿cierto? Pero Ortega también se compró un par de helicópteros MI-17 a $ 3-5 millones de dólares cada uno y quienes Maldonado cita frecuentemente en las noticias aclarando que son para el uso exclusivo de la familia presidencial.

 

 

Otra razón para considerar a Venezuela y Nicaragua juntos es porque tienen sistemas políticos muy similares: ambos son regímenes híbridos populistas bajo el dominio de los caudillos que han centralizado el control en sus manos mediante el control o la destrucción de la mayoría de las instituciones democráticas del país. Por otra parte, las políticas económicas originales del gobierno sandinista y el gobierno bolivariano tienen unas muy interesantes, similitudes autodestructivas, tema al cual llegaré después.

 

Por último, y relacionado con el punto anterior, ambos Venezuela y Nicaragua emergen y operan del mismo sector de la izquierda de la que Tinoco habló: el sector que desdeña la idea de los derechos civiles y que cree que el «pensamiento autoritario debe estar casado con la propuesta de transformación social «.

 

Esta izquierda es mesiánica y utópica (aunque ellos rotunda, emocional y ferozmente rechacen esta caracterización que, yo diría, da más peso a la misma caracterización) y es el mejor ejemplo del comunismo marxista-leninista en todas sus variedades (leninismo, trotskismo, stalinismo, maoísmo, etc.). Este sector de la izquierda cree en un proyecto revolucionario apocalíptico que tenga como objetivo la destrucción del sistema económico capitalista y la construcción de un sistema «socialista» de producción y la reconstrucción de la humanidad en la imagen de la clase mesiánica (proletaria) dirigida por un partido vanguardista bajo la mano de un líder de hierro. Es esencialmente antiliberal, y concibe a «el Pueblo» de forma singular, por tener una «voluntad general» (Rousseau). Concibe al Estado (proletario, por supuesto) como el vehículo para este proyecto utópico, por lo que el poder del Estado debe ser «tomado» y sólo las fuerzas sociales que se acoplen por parte de este proyecto, bajo la dirección del Estado (proletario), gobernado por la vanguardia y bajo la dirección del gobernante, tienen reconocimiento. Las otras fuerzas sociales, concebidas bajo estos términos, deben ser neutralizadas o destruidas, como también todas las fuerzas que se opongan, desafíen o cuestionen este proyecto utópico. La «Verdad» y «moral» para este sector de la izquierda, se define simplemente como aquello que avanza en la lucha de la vanguardia autoproclamada, y nada más. Trotsky expresa mucho de esto en su ensayo, «Sus morales y las nuestras» y Leszek Kolakowski hizo un excelente análisis de esta visión mundial en el tercer volumen de su obra magistral, Principales Corrientes del Marxismo (en particular en las páginas 192-200).

 

Como argumento en mi libro, El Mapa o el Territorio, esta ideología marxista y leninista dominaron el movimiento de solidaridad en los Estados Unidos durante casi todo el siglo XX, e incluso después del colapso de la Unión Soviética hace 25 años, todavía persiste, sobre todo entre la antigua generación de activistas. Como no conozco ni a Roger Harris o a Chuck Kaufman (H / K) personalmente y por lo tanto no puedo presumir conocer su forma de pensar, sus argumentos formulados en un artículo reciente reflejan y son consistentes con esta ideología. Dicen, por ejemplo, que «Abogamos por la importancia de reconocer la influencia global del imperialismo estadounidense y por la aceptación de la utilización del Estado como un instrumento de poder popular por el movimiento de solidaridad internacional.» Más importante, sin embargo, ofrecen su pleno apoyo a un gobierno que defiende explícitamente una versión de esta ideología, el Gobierno Bolivariano de Venezuela.

 

Ahora me considero parte de esa «otra» izquierda a la que Tinoco se refiere, lo que yo describiría como el «movimiento social de izquierda.» Esta izquierda ve «estas [ideas de justicia social y derechos civiles] como complementarios, [y cree] que la justicia social sólo puede alcanzarse a través de un proceso que respete profundamente las libertades civiles sociales e individuales y, además, que las transformaciones sociales sólo sean sostenibles en el tiempo si se construyen y sustentan en base del respeto de los derechos y libertades civiles «.

 

Dados estos dos puntos de partida muy diferentes, no me extraña que H / K y yo nos encontremos en lados opuestos en la lucha de Venezuela (y, por supuesto, de Nicaragua), y tengamos ideas muy diferentes acerca de las causas de los problemas en el proyecto bolivariano.

¿Guerra Económica, o Suicidio Económico?

 

La perspectiva que tienen H /K acerca de lo que está sucediendo en Venezuela es completamente consistente con la narrativa que sostiene el gobierno bolivariano. Yo esperaría que ese fuera el caso, dado que sus preguntas finales sugieren una creencia que, como activistas solidarios, deben «potenciar y amplificar las prioridades articuladas de los movimientos y gobiernos [que están] en solidaridad con», en lugar de pensar críticamente y analizar esas prioridades para llegar a sus propias conclusiones. Según H / K los problemas que enfrenta Venezuela hoy, los cuales con toda razón indican que «incluyen la delincuencia, la ineficiencia / escasez y la inflación / devaluación» (yo añadiría, la corrupción y el amiguismo, pero más tarde vamos a llegar a eso) son problemas que se heredan «del existente orden capitalista y exacerbados por el sabotaje de la oposición «. El mismo Presidente Maduro añadiría que es el «imperialismo norteamericano» y los venezolanos «oligarcas». Este es el relato de la «Guerra Económica» y el «sabotaje». Si el lector desea satisfacer más detalles, sobran sitios web de izquierda con versiones de esta narrativa Chavista.

 

Creo que este relato desplaza la culpa del victimario a la víctima, y las causas claras de todos los problemas que enfrenta Venezuela hoy en día son gracias a las políticas del Gobierno Bolivariano, o la falta de ellos. Vamos a empezar con el «crimen».

 

A lo que se refieren H / K cuando mencionan «crimen» no significa una ola de atracos en Caracas, o tal vez un par de robos, algunos casos de hurto o incluso agresiones. La palabra «crimen» no termina de englobar todo lo que realmente sucede en Venezuela, donde desde el año 2006 la ciudad capital de Caracas ha estado en la cima, o de segundo lugar, como la capital mundial del asesinato. De acuerdo con un informe de la ONU en 2013, Venezuela tuvo la segunda tasa de homicidios más alta del mundo, cediendo el primer lugar a Honduras. No sabemos el número exacto de asesinatos (algunos los ponen en más de 24.000 por año, pero ese número se disputa), ya que el gobierno ha dejado de dar estadísticas sobre homicidios. De hecho, dado a que las cosas se han deteriorado de forma más dramática en los últimos tres años, se ha vuelto cada vez más difícil obtener estadísticas precisas del gobierno. Pero sí sabemos que en el 2006 Caracas tuvo 130 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el doble de la tasa de la siguiente ciudad más violenta que es Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En 2012 la tasa de homicidios en el país en su conjunto fue de 73 por 100.000. Por el contrario, cuando Chávez llegó al poder en 1998 la tasa de homicidios era de sólo el 19 por 100.000.

 

Es obvio decir que todo esto contradice por completo el argumento acerca de que el «crimen» es un «problema heredado del orden capitalista existente.» En el capitalismo de EE.UU. desde el 2.001 al 2.013, la delincuencia urbana ha disminuido y nuestra tasa de homicidios en 2012 fue de apenas 3,8 por 100.000 . Tal vez H / K podrían explicar ¿por qué la tasa de homicidios ha aumentado de manera tan dramática? ¿Podría ser porque Venezuela bajo el régimen Bolivariano se ha convertido en un importante punto de transbordo de drogas, el tráfico siendo llevado en su mayoría por militares que efectivamente llegaron al poder bajo el teniente coronel Presidente Chávez? Ya no es una exageración decir que Venezuela se está transformando de un petro a un narcoestado. El hecho de que los sobrinos de la primera dama Cilia Flores estén en espera de un juicio por tráfico de drogas es preocupante, pero lo más preocupante es el hecho de que estaban haciendo el tráfico de drogas a las afueras de un hangar aéreo reservado para militares, y que su piloto era un militar Bolivariana activo y ambos tenían pasaportes diplomáticos. Desde hace tiempo se sospecha que por lo menos el 80% de las drogas producidas en Colombia pasan por Venezuela y que los rangos superiores de las fuerzas armadas juegan un papel importante en este tráfico de las mismas. Donde hay drogas, hay guerras territoriales … y eso significa mayores tasas de homicidios y más «crimen».

 

Pero lo más importante en este momento, dado al desastre humanitario en el que Venezuela está entrando con escasez generalizada, hiperinflación y un dramático aumento en el hambre y la miseria, debemos echar un vistazo a los otros problemas de H / K que estoy de acuerdo en que afectan a Venezuela, para tratar de entender por qué la economía se está derrumbando. Una vez más, los Chavistas dicen que se debe a la «guerra económica», «acaparamiento», «tráfico de mercancías» y «sabotaje», y, al igual que H / K, ellos esperan que todos crean en el basamento de la autoridad de Nicolás Maduro. El hecho de que el gobierno rara vez ofrece evidencia para respaldar sus reclamos e incluso tiene que descubrir a falsos acaparadores para apoyar su narrativa es una indicación de la credibilidad de sus afirmaciones. Sin embargo, los seguidores reales nunca cuestionan a la vanguardia o a su líder: están ahí, después de todo, sólo para «potenciar y amplificar las prioridades articuladas de los movimientos y gobiernos» con los que se encuentran en solidaridad con.

 

Los controles de precios y controles de divisas son parte de un programa económico implementado en Venezuela en el 2003. Los controles de divisas se pusieron en marcha bajo el pretexto de evitar la fuga de capitales y para proteger las industrias nacionales tras el «paro petrolero» de PDVSA (o «bloqueo»), y los controles de precios fueron impuestas para proteger a los pobres del impacto de la inflación en las necesidades básicas que serían inevitables si el valor real de la moneda disminuye con respecto al cambio oficial fijado. Inicialmente los controles de la moneda y de los precios estabilizaron la economía mientras a los capitalistas se les hacía más difícil tomar su dinero y sacarlo del país y el precio de las necesidades básicas se mantuvieron estables.

 

El precio y el control de cambio pueden funcionar como medidas temporales. Con el tiempo, sin embargo, a menos de que estos controles se hagan cumplir muy estrictamente, la economía puede distorsionarse extremadamente mientras que el precio «decretado» se convierte en un factor totalmente irreal en el mercado, y pronto surgen dos mercados negros: uno de la moneda que está artificialmente sobrevalorado y otro en el mercado donde los productos están infravalorados artificialmente. Lo que es interesante es cómo los venezolanos, tanto los que están en el poder, como los que no tienen poder, se ocupan de estas distorsiones extremas del mercado.

 

En el caso de Venezuela, la palabra «estricto» es desconocida en los círculos gubernamentales. La diferencia entre la tasa oficial, establecida por decreto del gobierno, y la tasa del mercado, es decir, aquella con la que la gente en el mundo real de la compra y la venta determinan el valor de ser de las cosas, comenzó a divergir desde el principio. Con el aumento de los gastos del Estado, especialmente en programas sociales y de desarrollo, que eran tan cruciales para mantener a Chávez y a sus seguidores en el poder, el gobierno «monetizó» la deuda, es decir, pusieron a correr la impresoras de dinero 24-7 para cubrir las obligaciones internas. El Banco Central de Venezuela, por ejemplo, aumentó la oferta monetaria en un 70% desde noviembre del 2012 hasta el 2013 y desde entonces se presume que ha continuado con una política similar, esencialmente garantizando inflación. El gobierno se apoyó aún más en el control de precios para mantener la inflación baja, pero siempre con un éxito disminuyente: después de todo, el mundo sabe que, de acuerdo con la ley de oferta y demanda, cuando hay menos de una cosa, su valor incrementa, mientras que cuando más se haga de una cosa, su valor disminuye. Lo mismo ocurre con el dinero.

 

El control de precios llevó más y más a la escasez mientras que esos artículos de precio regulado se hicieron cada vez más atractivos para el contrabando, y por lo tanto desaparecieron de las tiendas, o aparecieron disfrazados, en los estantes. El arroz, por ejemplo, es un artículo regulado, pero el arroz saborizado no lo es. Como resultado, el arroz común de precio regulado desapareció de las tiendas y se trafica a países vecinos como contrabando, donde es vendido a precios de mercado con un buen beneficio, y fue sustituido por el arroz saborizado el cual cada vez más tenía un precio inalcanzable por no ser regulado.

 

Pero el control de precios también creó escasez mediante la destrucción de la producción nacional. Mientras la inflación golpeó los precios de artículos no regulados relacionados a la producción, tales como insecticidas, fertilizantes, piezas de tractores o de fábricas, insumos para fabricación, etc. aumentaron los costos de producción más allá del precio regulado de la mercancía. Poco a poco, los agricultores, fabricantes, industrialistas, pequeños artesanos y todos los demás miembros productivos de la economía descubrieron que ya no podían darse el lujo de producir arroz, maíz, leche, queso, o cualquier cosa que estuviera bajo el control de precios. Como resultado, Venezuela comenzó a valerse aún más de productos importados. Cuando criar un pollo cuesta el doble del precio en que se puede [legalmente] vender en el mercado debido al control de precios, se hace más rentable traficarlos. Como me dijo un venezolano, «ellos importan el pollo de Brasil y lo subsidian de modo que sea menos costoso en Venezuela que en Brasil”. Así que no es de extrañar, entonces, que este alimento se convierta en producto de contrabando, a veces regresando a su país de origen para competir como una «importación» de menor precio… «A pesar de que Maduro clausurara la frontera con Colombia el año pasado para detener el tráfico, ahora está alcanzando «niveles alarmantes» y los mismos traficantes hablan sobre la participación de la Guardia Nacional en el negocio.

 

Hay otro elemento que contribuye al crecimiento de la escasez. Digamos que un fabricante necesita tornillos para hacer una herramienta, sin embargo, los tornillos, debido al control de precios, ya no se fabrican en Venezuela porque el fabricante de tornillos no puede competir con el precio menos costoso de los tornillos importados de Colombia. Entonces, es una necesidad para el fabricante de herramientas importar tornillos. Pero él no puede pagarle al fabricante de Colombia en bolívares porque las transacciones internacionales deben hacerse en la moneda de reserva del mundo (dólares estadounidenses), o, en este caso, pesos colombianos. Pero con el control de divisas, el fabricante tiene solo dos opciones: o cambiar sus bolívares en el mercado negro, donde los tornillos le costarían un brazo y una pierna, comprando dólares en 900 bolívares o más; o puede tratar de conseguir dólares a través del gobierno en 6,3 bolívares por dólar. De cualquier manera, se encuentra ante las puertas de dos infiernos paralelos. El proceso de obtención de dólares por parte del gobierno es una pesadilla que incluso Kafka no podría describir y está lejos de ser garantizado que, después de presentar todos los formularios con «i» s punteadas y «t» s cruzadas, el gobierno aprobará. Incluso con la aprobación, puede tomar un largo tiempo recibir el dinero. Mientras tanto, la producción podría llegar a un alto, haciendo para todos necesario buscar otro lugar para encontrar herramientas. Podrían, después de todo, ser importados … y, probablemente, a un precio más bajo! Pero para importarlos, la agencia importadora de herramientas necesita divisas extranjeras para pagar dichas herramientas…

 

Ahora bien, si usted tiene una línea directa con el gobierno, o si, por ejemplo, pertenece al PSUV, o conoce a alguien en el gobierno, o sea, usted mismo, una persona importante en el gobierno, todo este proceso de repente puede llegar a ser muy simple y muy fácil. En ese caso, la aprobación y la entrega oportuna de sus dólares son repentinamente aceleradas y prácticamente garantizada.

 

Fue por esto que los funcionarios corruptos que rodearon a Chávez todos esos años, estaban tan interesados en mantener el control de divisas de esta manera, con la finalidad de construir sus enormes fortunas. A medida que la discrepancia entre el mercado negro y la tasa oficial creció, también lo hizo el arbitraje de divisas, es decir, comprar dinero a una tasa, y venderlo a otra, más alta. Los funcionarios crean empresas fantasmas, obtienen dólares a la tasa oficial de 6,3 bolívares y luego venden esos dólares en el mercado negro por diez, veinte, cien y más veces de lo que cuesta (para el momento en que escribí estas líneas, enero de 2016, los dólares más baratos que se pueden comprar son a 6,3 bolívares el dólar, y ese dólar puede venderse por más de 940 bolívares en el mercado negro).

 

En cuanto a especuladores de divisas y la obtención de dólares baratos a través de empresas fantasmas para las importaciones necesarias, uno de los nombrados fue el número dos en el gobierno de la época, Diosdado Cabello. Un militar de la jerarquía chavista con muchos negocios, Diosdado es identificado nada menos que por rojo rojito en el talk-show Chavista de Mario Silva en una conversación privada que tuvo con un agente de la inteligencia cubana, audio que más tarde obtuvo y fue puesto en libertad por la oposición. Entre las actividades más lucrativas de Cabello, algunos argumentan, que se encuentra el tráfico de drogas, que está teniendo cada vez más la holgura de divisas necesarias ya que los precios del petróleo disminuyen.

 

Chavistas honestos, entre ellos Felipe Pérez Martí, ex ministro de Chávez quien ayudó a diseñar los controles de divisas, ahora argumenta en contra de ellos. Martí dice que «los controles están diseñados para los corruptos» políticos. Según Nicmer Evans, un intelectual Chavista y miembro de la oposición de izquierda, Marea Socialista, unos $259 mil millones se han sacado del país a través de controles, todo esto facilitado por la burocracia bolivariana (Boligarcas) y su favorecidos (bolivarianos) capitalistas. Si se necesita explicación alguna para los problemas que enfrenta Venezuela hoy en día y seguramente enfrentará por muchos años más, no se necesita mirar más allá del control de divisas y la forma en que ha permitido a la oligarquía despojar a la nación de su riqueza.

 

Y es por esto que digo que la Revolución Bolivariana ya ha fracasado. Qué Harris / Kaufman no quieran admitirlo y lo que esconden detrás de expresiones como «ineficiencia / escasez» es que el país se enfrenta a un desastre humanitario y se remonta hace mucho más atrás que la caída actual de los precios del petróleo. Es el resultado directo de las políticas de Chávez / Maduro desde que Chávez comenzó a endeudarse en el 2007, cuando el petróleo estaba en su máxima expresión en la historia. ¿Por qué? Para pagar el clientelismo, ganar elecciones, para tirarlo en el gran pote del FONDEN para que sus compinches pudieran robarlo todo. Y nunca reservando algo para el inevitable día en que los precios del petróleo se desplomarían al suelo. Después de todo, eso es lo que hicieron los gobernantes más astutos: los saudíes, los rusos, todos sabían que ese día llegaría, pero los bolivarianos, en su estado ilusorio y utópico, desperdiciaron el momento de oro que pudo haber hecho una gran diferencia en el país. Y ahora el hambre y la miseria prevalecen.

 

Permítanme corregir esa última oración. El hambre y la miseria han sido la realidad desde antes de que cayera el precio del petróleo. De acuerdo con un estudio conjunto hecho en agosto del 2014 de tres de las universidades más prestigiosas de Venezuela (Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar) cuando el petróleo todavía se vendía a más de $100 por barril, la tasa de pobreza, incluyendo los extremadamente pobres y los pobres, era en el momento 3% más alto de lo que era en 1998, el año en que Chávez llegó a la presidencia. Según la «Encuesta sobre las Condiciones de Vida en Venezuela 2014» (ENCOVI) la pobreza en el 2014 fue de 48%, frente al 45% en 1998, pero más importante aún, la pobreza extrema incrementó de la era pre-Chávez de 18,7% a 23,6%. Ciertamente, esas cifras son mucho, mucho más alto en la actualidad.

 

 

¿Cómo se ve esto hoy en día? Puedo decirles como parecía hace un par de días cuando llamé a mi amigo José, profesor de la Universidad de los Andes quien trabaja arduamente para alimentar a una familia de cinco. Actualmente toma más de diez salarios mínimos para alimentar a una familia de cinco personas, según informes de prensa. Pero, de hecho, José me dice que es mucho peor que eso. Él hace 20.000 bolívares al mes y con eso puede comprar comida para su familia para sólo cuatro días, si es que no gastan un solo bolívar en cualquier otra cosa. Tenemos otro amigo en común que ha estado enseñando en la misma universidad durante más de 15 años, tiene un doctorado y hace 30.000 bolívares al mes trabajando a tiempo completo. El día que hablé con José, había ido de casa en casa de cada miembro de la familia tratando de encontrar un lugar donde podía encontrar comida para alimentar a su familia. Esto no es, como dice Lisa Sullivan, «para difamar todo lo que ocurrió en los últimos 15 años con el fin de justificar las críticas hoy en día», sino para decir que todo lo que se llevó a cabo durante los últimos quince años lideró a Venezuela directamente a donde está hoy: al borde del desastre.

 

 

Me duele decir que la gente en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos parecen estar más preocupados por desastres venideros y cómo responder a ellos humanamente que Harris o Kaufman o casi cualquier otra persona en la solidaridad internacional de izquierda aliada con los bolivarianos. En un estudio publicado en el verano de 2015 vieron la evidencia de que el «gobierno de Barack Obama es sincero en el respeto a la soberanía de las naciones de América Latina y el Caribe, y permitiendo a la región hacer frente a sus propios problemas gubernamentales.»

 

 

No tengo ningún interés en defender al gobierno de los Estados Unidos y mucho menos al Ejército de los Estados Unidos o a cualquiera de sus afiliados. Al mismo tiempo, tampoco quiero seguir por el camino que he vivido durante tantos años, el que Harris / Kaufman y otros como ellos todavía viven, donde todo lo que hace EE.UU. es malo y alguien agitando una bandera roja con una estrella es bueno. La Guerra Fría ha terminado y el comunismo perdió. A continuación será el turno del capitalismo mientras el impacto del cambio de clima esclarece para el mundo que el crecimiento infinito es tanto un mito como la victoria final de la revolución proletaria. Si esperamos tener algún impacto en nuestro mundo como estas crisis que golpearon, tendremos que ser mucho más honesto, mucho más rigurosos en nuestro análisis, mucho más lúcidos sobre los peligros de las panaceas utópicas y la necesidad de soluciones prácticas y reales para problemas concretos que ni Roger Harris o Chuck Kaufman son.

 

 

Mientras tanto, consideren cómo los intereses del pueblo y los de gobiernos «socialistas» se han ido distanciando. Tanto en Venezuela como en Nicaragua, una nueva clase política está al mando con todas las imágenes, la retórica, lemas, e incluso la ideología, del socialismo marxista-leninista del siglo XX. Ahora ha sido rebautizado como “Socialismo del Siglo XXI», pero los movimientos sociales independientes no se dejan engañar: los estudiantes que salieron en contra del Gobierno Bolivariano en febrero del 2014 están tan claros de esa divergencia de intereses como los movimientos nicaragüenses que luchan en contra del Gobierno Sandinista con su marca neoliberal de «socialismo» desarrollista en asociación con los intereses corporativos de la China comunista. Ellos saben, tomando las palabras de la canción de la banda vasca, Negu Gorriak, que «el verdugo tiene mil caras», y cuando lo enfrentas en la calle, muy a menudo, está vestido como un socialista.

*Traducido por Redacción Runrunes