@boonbar

“Yo como que no voy a poder regalarle nada este año a mi nieta. Pensaba comprarle una muñeca, pero no bajan de 20 mil. No puedo pagar eso”, se lamenta una señora de pelo canoso mientras vuelve a colocar la caja rosada en el anaquel. Entre los pasillos de la tienda, hay papás que buscan infructuosamente los juguetes de moda, los que aparecen en las cuñas de televisión y marcan las preferencias de los niños. Revisan las etiquetas de los juguetes en venta, alzan las cejas y devuelven a sus puestos dentro de las hileras de juguetes made in China. “Están muy caros”, comentan resignados.

El ambiente previo a la Nochebuena del almacén General Import de la esquina La Marrón, una de las jugueterías clásicas del centro de Caracas, luce apagado a diferencia de otras temporadas más animadas. El tercer piso está cerrado. No hay muñecas de moda, sino imitaciones de las marcas consagradas, con nombres cacofónicos como Frebbrolino y Baby Lovely Doll entre Bs. 26 mil y Bs. 35 mil. Para los niños, las patinetas Hot Wheel cuestan Bs. 18.500 y los monopatines entre Bs. 28 y Bs. 37 mil. Los precios de figuras como los personajes de Max Steel o Power Ranger oscilan entre Bs. 47.900 y Bs. 65.500. Pistas de carritos se encuentran por encima de Bs.55. Y así.

Otro centro clásico de juguetes es Botón de Oro en la esquina de Madrices, en el casco central de la capital.  No hay colas de adultos ansiosos para pagar, como una expresión de prosperidad –o normalidad- por la temporada navideña. Solo opera una cuarta parte del local y las dependientas se aburren ante la falta de clientes que atender. Tienen «la imitación de Barbie» a Bs. 15 mil y la muñeca «Malcriana» a Bs 15.999.

Un recorrido de Runrunes por jugueterías de Caracas confirman que los juguetes de la Navidad venezolana del 2015 están caros y escasos. Comerciantes confirman que han tenido que sacar inventario viejo de los depósitos ante la escasez de dólares.

En las jugueterías caraqueñas no hay oferta de juguetes de las películas de estreno, como dictan las leyes del mercadeo. Figuras del filme Intensamente, como Alegría, Tristeza, Desagrado, Temor y Furia cuestan más de Bs. 50 mil. Para colocar el peluche de Bing Bong, el «amigo imaginario» que habla, hay que disponer de Bs. 89.284.

También, la crisis venezolana ha provocado la aparición de productos extravagantes y marcas poco conocidas. Aunque las hermanas princesas Elsa y Ana nunca se mostraron cocinando en la película Frozen, en las jugueterías caraqueñas se ofertaron las muñecas «Frozen Kitchen» en dos presentaciones, con cocina y nevera.

La crisis obliga a adaptarse: una mamá trata de convencer a una niña frente a una juguetería cerca de la Plaza Bolívar. ¿Y si en vez del Cicciobello le pides al Niño Jesús una bicicleta? Pero se da cuenta de que la sugerencia no la saca del aprieto: las bicicletas que están en venta no baja de 44 mil bolívares.

“No hay nada. Hemos estado buscando en varias jugueterías y no vemos nada bueno y lo que encontramos está carísimo”, dice una pareja mientras piensa resolver los regalos comprándole a los buhoneros, quienes venden la muñeca Cicciobello a Bs 20 mil, los pocos que la tienen.

Los vendedores informales también tratan de hacer su agosto en diciembre exhibiendo su mercancía en las inmediaciones de la Plaza San Jacinto. La diferencia de precios es levemente considerable con respecto a las tiendas establecidas. Eso sí, hay que pagar en efectivo, y las que admiten pago con punto de venta cobran un extra de Bs. 500. Venden muñecas Cossette en Bs. 16 mil, Cosquillitas en Bs. 10 mil, triciclos a Bs. 20.

Las tiendas del Este de Caracas no difieren mucho del panorama de escasez. Los anaqueles semivacíos son una constante en los comercios especializados del Millenium Mall, que optan por rellenarlos con juegos educativos y juegos de mesa de factura prácticamente desechable. En la vitrina exhiben una cocinita “bien equipada” que no se vendió el año y que corre el riesgo de quedarse fría en 2015: su precio es Bs. 50 mil.

Este año no hubo liquidación de divisas para el sector juguetero suficientes para cubrir la demanda nacional. En noviembre de 2015, el vicepresidente Jorge Arreaza anunció que habían arribado al país 207 contenedores de juguetes y 16 de pinos naturales y que habían sido distribuidos a empresas públicas y privadas para ser vendidas a precios justos. “Vamos a garantizar una Navidad victoriosa, junto al pueblo”, aseguró el funcionario. La proporción de mercancía navideña distribuida no luce victoriosa.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) no ha publicado las cifras de importaciones correspondientes a 2015, que incluyen a al sector juguetero. Pero no hay que recurrir a las cifras para establecer comparaciones con respecto a otros años: las jugueterías son muestra de la inflación y escasez que afecta la economía venezolana.