«YO HASTA QUE NO VEA LA ÚLTIMA VAINA BOTADA en el suelo no me voy porque ¿para dónde?», se pregunta Carlos Julio Becerra, venezolano residente de la zona «La Invasión», en el estado Táchira.
Los habitantes de las viviendas que aún quedan en pie en el sector fronterizo se encuentran a la expectativa sobre el destino de sus familias y sus propiedades. A una semana del cierre unilateral de la frontera entre Colombia y Venezuela son sometidos a un censo aplicado por las autoridades nacionales en la región.
Ángela Becerra, hermana de Carlos Julio Becerra, no tiene certezas sobre la situación de su esposo, un colombiano que fue deportado. «Estamos aquí, y no sé si nos van a tumbar la casa, no sé», explica.
Un par de mototaxistas que prestan sus servicios en la comunidad fronteriza aseguran que los alimentos empiezan a escasear y que el estado de excepción, decretado el miércoles 19 de agosto de 2015 y formalizado el día 25 del mismo mes, ha reducido su clientela considerablemente.
Además, denuncian excesos policiales cometidos, presuntamente, por el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) contra ciudadanos venezolanos y colombianos.
Mira a continuación los testimonios exclusivos recabados por Runrunes en la zona:
