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Lo que hay detrás de la maquinaria electoral del PSUV

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El chavismo cuenta con una estructura de campaña y organización electoral que opera de manera tutelada y que cuenta con miles de militantes para el remolque de votantes a los centros de votación. Los comicios internos del pasado domingo permitieron probar el funcionamiento de una maquinaria en condiciones adversas: caída en la popularidad del primer mandatario, crisis económica, apatía y descontento social

Jesús Alberto Yajure | @albertoyajure

 

“Los centros electorales están desbordados”, “Esta es una gran demostración de cara a la victoria del seis de diciembre”, “Es sorprendente la participación del pueblo”. Las frases fueron pronunciadas por portavoces del chavismo medios estatales durante la jornada de votación de las primarias del PSUV del pasado domingo 28 de junio.

En centros electorales al oeste de Caracas las colas crecieron durante la tarde. Las imágenes mostraban a decenas de personas en línea para votar. Pero la mayoría de los centros habían sido “nucleados” o integrados para agrupar a los electores de hasta cinco planteles, algunos con solo dos y tres mesas de votación. El CNE extendió el cierre de mesas en tres ocasiones: “Hasta las 8:00 PM”; dijo sobre las 5:30 de la tarde del domingo la rectora Socorro Hernández, quien después prorrogó la votación otras dos veces, hasta las 10:00 de la noche.

Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, ofreció los primeros resultados a las 12:57 AM. La cifra total de participación reconocida por el PSUV alcanzó 3 millones 162 mil 400 electores. Detrás de ese resultado reposa una gran estructura dividida en unidades y aceitada con recursos públicos: la maquinaria electoral del chavismo.

Unidades de Batalla Electoral y Círculos de Lucha Popular

El concepto de maquinaria electoral no es nuevo. Durante los 40 años de democracia previos a la irrupción de Hugo Chávez en la arena política venezolana, partidos como Acción Democrática (AD) y Copei ensayaron e implementaron estrategias y prácticas electorales.

No por casualidad todavía se recuerdan algunos rasgos identitarios de los militantes “adecos”, como pintar las viviendas de blanco, la producción de material para marketing político —los jingles de campaña del candidato y expresidente Carlos Andrés Pérez están entre los más exitosos― y el pastoreo de votantes en plena jornada de elecciones.

El chavismo, sin embargo, llevó estas prácticas a otros niveles: el uso desproporcionado de los recursos públicos con fines electorales ha sido documentado ampliamente durante años sin que el Consejo Nacional Electoral (CNE) haya puesto alguna objeción. Los medios estatales son instrumentalizados para la campaña electoral del chavismo, la estatal Pdvsa financia de manera abierta las campañas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), los vehículos oficiales son usados para trasladar a votantes, los beneficiarios de programas sociales han sido cambiados de centros electorales y llevados en masa a votar por el oficialismo.

Pese a todas estas irregularidades, el chavismo cuenta con una innegable estructura de organización electoral. Hay al menos cuatro instancias reconocibles de la maquinaria chavista que se articulan en períodos de elecciones para movilizar a los votantes: consejos comunales (creados a instancia de Chávez, bajo el paraguas del Poder Comunal), las Unidades de Batalla Electoral Hugo Chávez (conocidas como las UBCh), los Círculos de Lucha Popular (CLP) y los colectivos.

¿Cómo lo hacen?

Las organizaciones de base del chavismo disponen de estructura, recursos y militantes. Casi nada es dejado al azar. Algunas de las sedes del PSUV, como la del estado Lara, cuentan con salas situacionales equipadas con computadoras en las que se almacenan bases de datos e información de militantes: nombres, direcciones, números telefónicos y programas de asistencia estatal en los que han participado o de los que se han beneficiado.

Los activistas y dirigentes disponen de teléfonos celulares y líneas telefónicas exclusivas, emplean servicios para el envío de mensajería SMS a simpatizantes —incluso a los que no lo son. Durante un proceso electoral, las líneas se mantienen ocupadas. Los equipos de agitación y campaña cruzan información de bases de datos, cuentan con voluntarios que brindan apoyo como testigos en mesas electorales, manejan listas de votantes que repasan una y otra vez, saben quienes han participado y quienes no. Además poseen grandes grupos de motorizados, transportistas y empleados públicos que ponen a disposición vehículos y autobuses, algunos de propiedad pública.

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El chavismo ha concebido estrategias que han ido mutando y modificándose con cada elección para hacerlas más sofisticadas permitir la segmentación de tareas. Durante las primarias del PSUV del domingo 28 de junio, en el Circuito 2 del estado Miranda había un equipo responsable de cada labor: coordinadores atareados se dividían entre la organización de las colas y las llamadas a electores. Otros colaboradores prestaban traslado a votantes hasta los centros de votación, mientras que había equipos y toda una logística para la preparación y distribución de refrigerios y meriendas; y la entrega de chuletas (propaganda).

Una activista del PSUV contó a Runrunes el domingo pasado en el Liceo Gustavo Herrera, en Chacao (Miranda): “Todo funciona en un efecto de cascada o de pirámide, los que estamos más arriba movemos a los de abajo para que animen a sus grupos. Cada jefe de patrulla moviliza a sus patrulleros”.

Un aspecto importante de la maquinaria del chavismo es que funciona casi como una gran red, pero que no es autónoma, pues opera de manera tutelada: los líderes nacionales son los que manejan información, cifras de participación y desempeño en la jornada. Son ellos los que ordenan el “remolque” o arrastre de electores.

Aguas abajo, el PSUV promueve el activismo y la elaboración de listas, posee mecanismos en Internet para el registro de listas del 1×10. El flujo de información va en ambas direcciones. Unos activistas supervisan a otros, los patrulleros buscan garantizar que cada elector registrado en su lista sufrague.

Ventajismo

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Papeles con instrucciones sobre cómo votar eran entregados
a electores en toldos y centros de votación

 

No pocos candidatos y activistas se quejaron del ventajismo durante las primarias del PSUV del domingo 28 de junio. En el Circuito 2 del estado Miranda, la repartición de “chuletas” fuera de centros de votación fue la norma en algunos centros electorales.

“A cada candidato se le entregaron 100 afiches, volantes. Ninguno tuvo cuñas de radio”, aseguró el domingo el presidente Nicolás Maduro. Aunque portavoces del partido habían subrayado que todos los candidatos recibirían la misma cantidad de volantes y afiches, en planteles en Baruta, Chacao y la parroquia Leoncio Martínez del municipio Sucre, la cantidad de material de campaña de algunos candidatos fue mayor.

Medios estatales como Venezolana de Televisión (VTV), que dedicaron toda su programación a la cobertura de los comicios internos del oficialismo, privilegiaron en los contactos en vivo y las entrevistas a candidatos con alto perfil.

En Catia, en Los Chorros, en El Marqués, en La California y en las Minas de Baruta. En casi todos los centros electorales se repartió propaganda electoral mientras el proceso de votación transcurría. En Catia un joven vestido con una camisa estampada con el logotipo del PSUV entregaba panfletos que invitaban a votar por Villegas y Bernal en el liceo Miguel Antonio Caro. Al ser consultado sobre el presunto ventajismo, Villegas defendió que se hacía una campaña «equitativa». Además, aseguró que al salir daría la instrucción de que dejaran de entregar el material de propaganda.

Los candidatos William Ojeda, Georgette Topalián, Ernesto Villegas, Freddy Bernal, Blanca Eeckhout y Elías Jaua fueron algunos de los que resultaron electos en la jornada del domingo. Todos tuvieron —también— exposición en medios del Estado, apoyo de equipos que repartían chuletas y el apoyo amplio de la maquinaria del PSUV.