La guerra petrolera (3) La suma de todos los temores
La guerra petrolera (3): La suma de todos los temores por Tony Bianchi

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En la guerra de los precios petroleros desatada por Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Árabes en su casi desesperado intento de mantener y hasta ganar nuevas cuotas del mercado mundial es importante tomar en cuenta todos los factores que permiten a estos tres grandes países productores seguir  manteniendo los precios  a  niveles sumamente bajos.

Básicamente éstos están relacionados con las reservas acumuladas a través de años de bonanza. Las reservas no solamente sirven a éstos países como «colchon» que absorbe las pérdidas o ganancias desperdiciadas causadas por los bajos precios sino también representan un formidable capital, amasado en sus respectivos Fondos Soberanos de Inversión – Sovereign Wealth Funds o SWF – que les permite  «jugar» en el mercados de las materias primas (commodities) y más precisamente en el mercado petrolero.

Al tener la capacidad de dictar los precios del mercado estos tres países pueden «apostar» al aumento o a la baja de los precios y derivar grandes ganancias en una forma bastante cuestionable porque es equivalente al utilizar información privilegiada que en inglés es conocida como inside information y manipular el mercado.

Hasta cuando les conviene mantener los precios bajos y utilizar los Fondos Soberanos de Inversión es difícil decir  especialmente si se toma en cuenta el potencial peligro de una segunda Primavera Árabe que vaticina grandes conflictos internos y multinacionales en el Medio Oriente, cosa que podría causar repentinos aumentos de los precios petroleros.

Mientras tanto una de las razones de la guerra petrolera: anular las ganancias de las empresas Norteamericanas dedicadas al fracking y la explotación de  yacimientos atrapados, no está teniendo los resultados deseados debido a los grandes avances tecnológicos de los Estados Unidos que permiten la reducción de los costos de extracción.

Pero eso no es todo. La baja de los precios petroleros se ha reflejado en el precio de la gasolina y combustibles para la producción de energía, elementos que están propiciando un sensible aumento de la producción y una marcada recuperación económica de los Estados Unidos (nótese el nuevo récord de fin de año del índice de la bolsa de Nueva York).

Todo lo contrario pasa  en Rusia, Irán, Nigeria y finalmente Venezuela, donde los ingresos petroleros representan la casi totalidad de las entradas de los estados y sus respectivas economías están sufriendo las peores consecuencias.

La moneda rusa, el rublo, está al nivel más bajo de los últimos 15 años y Vladimir Putin ha advertido a la población que al país le costará por lo menos dos años poder recuperarse económicamente, el gobierno de Nigeria está desesperadamente tratando de mantenerse al poder, Teherán  denuncia que los bajos precios petroleros se han añadido al  efecto negativo de las sanciones de los países occidentales en contra de Irán conjugando una crisis económica sin precedentes.

La situación en Venezuela, desafortunadamente, la conocemos muy bien. Los pocos recursos, el desperdicio y el precio del petróleo proyectan un 2015 de más escaseces y gran inflación. Mientras que Cuba ya no cuenta con el posible aporte del petróleo venezolano y se ha acercado a Estados Unidos para buscar nuevas fuentes de ingresos, el Presidente Maduro sigue atacando al Imperio echándole toda la culpa de los bajos precios petroleros al fracking gringo.