despiértame cuando pase el temblor…
Gustavo Cerati
Los sismólogos tienen la certeza de que en determinadas zonas geográficas la ocurrencia de un movimiento telúrico es cuestión de tiempo. No se le puede poner fecha y hora pero si afirmar que va a ocurrir. En economía existe algo similar. No podemos predecir cuando ocurrirá, ni incluso de que forma, lo que si podemos afirmar es que ocurrirá. También podemos adelantar cuales serán las consecuencias de dicho evento.
El temblor en Venezuela no será otra cosa que la unificación cambiaria. Desde 2003 han existido en el país varios precios para un mismo bien. El control de cambio, que había sido aplicado como una medida de coyuntura económica, ha resultado ser el más longevo de todos los que se han ensayado en el país. Lo que nació como algo transitorio ha querido ser implementado como algo permanente, con terribles consecuencias para el desarrollo productivo del país. En algún momento el país deberá afrontar el problema unificando su paridad respecto al dólar.
Cuando se produzca la unificación cambiaria los venezolanos podrán entender la dimensión del daño causado a la economía nacional. Ahora el país vive un racionamiento de divisas, no es la primera vez que esto ocurre, pero si la primera vez con un elevado precio del petróleo. Todavía la existencia de un tipo e cambio oficial abiertamente sobrevaluado permite generar una sensación efímera de bienestar. Esta sensación ha comenzado a diluirse por la inflación y la escasez. La próxima devaluación, que ocurrirá antes de finalizar el primer trimestre de 2014, no resolverá el problema porque solo corregirá de forma temporal e incompleta el problema de la sobrevaluación cambiaria. El temblor continuará gestándose.
La unificación cambiaria llegará. La gran pregunta es si lo hará con quienes implantaron el control en el poder o con otros. Es evidente que de tener que hacerlo los primeros será forzado por una situación insostenible. Habrá llegado el momento en que correr la arruga ya no sea una alternativa y se tendrá que afrontar las consecuencias de cúmulo de despropósitos que ha sido la política económica en todos estos años. Aquellos con dos dedos de frente en el gobierno saben que de producirse el temblor con ellos gobernando, será el final de su periplo en el poder y limitará seriamente sus posibilidades futuras.
La trampa cambiaria, que se creó como estructura de control sobre el sector privado y los venezolanos en general, terminó por enredar al trampero. Hoy se debaten sobre como flexibilizar el control de cambio lanzando, día sí y día también, declaraciones sobre las futuras modificaciones que no terminan de llegar nunca. El país vive la mayor inflación de su historia fuera de períodos de unificación cambiaria. La escasez se resiste a abandonarnos. Todos sabemos que el dólar a 6,3 tiene fecha de vencimiento y lo peor de todo es que el barril está a más de 100 dólares. El desastre económico ha venido a cobrar su factura y el gobierno se resiste a abrirle la puerta. Es cuestión de tiempo para que la derribe.
Francisco Ibarra Bravo
