La bala de plata por Francisco Ibarra Bravo - Runrun
Sendai Zea Nov 30, 2011 | Actualizado hace 12 años

Los acontecimientos relativos a la crisis del euro han tomado una velocidad considerable, tanto así, que resulta difícil sentarse a escribir sobre el tema porque siempre existe un nuevo hecho que tomar en cuenta. Hoy los mercados han recibido de forma favorable las medidas coordinadas de los principales bancos centrales del mundo desarrollado para aportar mayor liquidez. Adicionalmente, un par de noticias a principio de semana han tranquilizado ligeramente los mercados de deuda, el primero, el desbloqueo del sexto tramo de ayuda a Grecia, en segundo lugar, el acuerdo alcanzado por los ministros finanzas de los 17 miembros de la zona euro para solicitar al FMI apoyo para reforzar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Como están las cosas, hasta un acuerdo para solicitar ayuda contribuye a generar un clima más favorable.

Pese a todo esto la situación sigue siendo delicada. Cada vez son más las voces que se unen para presionar al Banco Central Europeo (BCE) y de forma directa a Alemania para que el  BCE intervenga de manera profunda en el mercado de deuda y contribuya a tranquilizar a los mercados. Es n importante entender es la histórica reticencia de los alemanes sobre este tipo de intervenciones y su fuerte respaldo a un banco central estrictamente técnico y alejado de las presiones políticas. Los alemanes aprendieron de muy mala manera la desgracia de carecer de un banco central independiente. La lección fue aprendida durante la República Weimar donde Alemania sufrió un proceso terrible de hiperinflación que acabó abriéndole las puertas nada más y nada menos que al nazismo. En este caso la postura alemana no es la intransigencia comúnmente asociada a ese país, es el producto de un aprendizaje traumático. Con esto no se está diciendo que permitir una intervención del BCE implique un proceso hiperinflacionario, lo que se trata es de poner en contexto la el porqué la reticencia alemana a permitir una intervención del BCE sin primero presionar para que cada estado miembro de la unión haga la parte del esfuerzo que tiene que hacer para la sobrevivencia de la moneda común.

El coro cada vez pide con más fuerza la intervención del BCE como la bala de plata que ponga fin a las tensiones y cumpla el rol de prestamista de última instancia actuando masivamente en los mercados de deuda. Hasta ahora esto ha sido evitado por Alemania y un grupo de países menores, hay quienes advierten que una intervención de esas características podría ser incluso incompatible con el marco legal europeo vigente. Las presiones han escalado y al final posiblemente el BCE se vea forzado a intervenir de una forma similar a la que lo ha hecho la Reserva Federal. Cuando esto ocurra escucharemos las mimas voces decir que la intervención era inevitable, que además fue innecesariamente retrasada y verán reivindicadas sus  opiniones, incluso aquellos que han destacado la necesidad de que cada país recupere su moneda. El que el BCE termine interviniendo masivamente no constituirá justificativo alguno para aquellos que han abogado por la necesidad de que cada país recobre la autonomía sobre su política monetaria. A diferencia de un banco central nacional, el BCE ha podido hacer frente a las presiones de los gobiernos que se han visto en la necesidad de atajar su problema fiscal. De no haber mediado un banco central independiente lo que tendríamos hoy sería un montón de bancos centrales aportando liquidez y actuando de prestamista de última instancia en la mayoría de los países europeos y los gobiernos de todos estos países corriendo la arruga sobre los problemas fiscales. La intransigencia alemana, que algunos han criticado, es lo que ha hecho posible que Grecia entienda que no puede seguir mintiendo con sus cuentas fiscales y que tiene vivir por sus propios medios, que Italia acepte que el camino que ha transitado en los últimos años en materia económica ha sido penoso y que necesita una reforma, sin contar con el añadido de no tener a Berlusconi de primer ministro, que España necesita controlar el gasto de las autonomías y una reforma laboral de verdad. Nadie ha dicho que el camino transitado hasta ahora haya sido fácil y que lo que queda lo será. El hecho es que para que el euro y la Unión Europea sigan avanzando se requerirá mayor intervención de Europa sobre el fisco de cada uno de los países. Este quizás sea el comienzo.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10