¿Y si el precio del petróleo baja? por Henkel García - Runrun

Hace unos días oía una entrevista a un asesor en finanzas realizada en NPR (National Public Radio). En ella se describía como este asesor, quien llegó a trabajar en uno de los bancos de inversión más importantes en EEUU, se sumergió en serios aprietos financieros debido a la crisis inmobiliaria. El asesor cuenta cómo en cierto momento, cuando el valor de su vivienda empezó a colapsar, analizó el tema relacionado al descenso de los precios de las casas con uno de sus clientes. Al principio de la conversación se consolaban el uno al otro convenciéndose de que los precios de las viviendas se iban a recuperar, pero de pronto ambos se cuestionaron ¿Y si siguen bajando?, fue en ese preciso momento que se percató de cuan vulnerable era su posición financiera.

Nuestra exposición al riesgo aumenta cuando no nos preparamos debidamente ante posibles eventos que pueden dañarnos en múltiples formas. Por ejemplo, la probabilidad de que ocurra un sismo (evento que puede causarnos daño) es relativamente baja, pero nuestra exposición al riesgo aumenta si nuestra vivienda no está construida bajo la normativa de resistencia de un sismo. Claro, quizás el sismo no se manifieste en nuestro paso por la tierra y nunca el daño se materialice, pero eso no nos exenta del riesgo con el cual vivimos, o también el sismo “eventualmente” puede ocurrir y dejar expuesto tanto el riesgo como el daño potencial a nuestra humanidad.

La actual dinámica de la economía venezolana parte de una premisa que es inapropiada: los precios del petróleo aumentarán ininterrumpidamente año a año. Esta suposición hace que el gasto público sea desenfrenado y también lo sea el ritmo de endeudamiento. Quizás lo más cuestionable es que esta insostenible forma de crecimiento tiene, en la actualidad, un efecto bien limitado. Para el 3er trimestre de 2011 la deuda creció interanualmente 20%, las exportaciones nominales totales (95,5% petróleo) crecieron 53% y todo esto se tradujo en un crecimiento anualizado de apenas 2,9%. Es decir, nos ingresa una cantidad de divisas vía deuda y por exportaciones de petróleo significativamente mayor a 2010 y el crecimiento económico vagamente se puede notar en el bienestar del venezolano.

Ahora cabe una pregunta similar a la del asesor financiero, ¿Y si el precio del petróleo baja? Escenario impensable para el gobierno, como también lo era el descenso de los precios de las casas en EEUU. Tengo que aclarar que el proceso de formación de precios de ambos activos es diferente, sin embargo son eventos que podrán tener baja probabilidad de ocurrencia pero que en efecto pueden ocurrir. El sistema financiero de EEUU armó un complejo aparataje financiero en base de una falsa premisa y las consecuencias ya todos las conocemos. En Venezuela vivimos un episodio parecido, nos hemos expuesto a un riesgo innecesario y sólo falta que ocurra el Black Swan para que un conjunto de consecuencias negativas empiecen a manifestarse. El riesgo está allí, Venezuela es hoy por hoy un edificio que no fue construido bajo la normativa necesaria para sobrevivir un sismo, y cuyas autoridades se aferran a su premisa de que nunca ocurrirá ese sismo.

Sólo nos queda crear consciencia pública de esta realidad. Venezuela tiene que desde ya empezar a actuar y corregir esa extrema dependencia que hoy tenemos a los dólares provenientes del petróleo y de la deuda. Los ingresos de estas dos fuentes pueden disminuir en forma importante y peligrosamente síncrona y armoniosa. Un primer paso, simplemente ajustar nuestra economía a una que no tenga de depender de los dólares provenientes del endeudamiento. Lamentablemente no creo que haya voluntad política para ello.

Henkel García

@HenkelGarcia