Tipo de cambio por Francisco Ibarra Bravo - Runrun


En septiembre se cumplirán 25 años desde que fue publicado por primera vez el Índice Big Mac. Lo que nació como una iniciativa para tratar de explicar de forma sencilla la teoría de la paridad del poder de compra, se ha convertido en un curioso indicador sobre la fortaleza relativa de las monedas. Si bien un análisis sobre este tema requiere instrumentos más elaborados, el Índice Big Mac tiene el enorme atractivo de ser sencillo, intuitivo y  de fácil construcción.

A lo largo de la historia reciente del país, el debate sobre el tipo de cambio ha sido constante. La decisión sobre el tipo de cambio en Venezuela es una decisión política, como tal, está profundamente influenciada por la política económica que se desee implementar. Venezuela ha mantenido durante los últimos años una moneda dura. La idea de esta política ha sido tratar de contener la inflación y aumentar el poder adquisitivo del salario venezolano en moneda extranjera. Sobre lo primero, no hace falta agregar mucho visto los resultados. Sobre los segundo habría que preguntarse ¿Qué es lo que se persigue manteniendo la fortaleza del bolívar? Volvamos al Índice Big Mac. Una hamburguesa de este tipo cuesta en Venezuela aproximadamente  Bs.F. 30, al tipo de cambio oficial son casi US$ 7. El costo de esta hamburguesa en EE.UU. es de poco más de US$  4. Esto indica que si usted consigue dólares a tipo de cambio oficial, con lo que usted se compra aquí un Big Mac, en EE.UU. usted podría comprar casi dos ¿Qué tiene esto de malo? Si usted es un viajero o si usted importa bienes para venderlos en el mercado local y puede acceder al tipo de cambio oficial es una situación muy favorable, ya que podrá acceder a dólares relativamente baratos. La razón es que un bolívar, a tipo de cambio oficial, compra más fuera que dentro de Venezuela. Por otro lado, si usted produce en Venezuela, cada vez será menos competitivo, ya no hablemos en los mercados internacionales donde las empresas nacionales son cada vez más una rareza, terminará no siendo competitivo ni siquiera en Venezuela. Esto tiene profundas implicaciones en la generación de empleo y en desarrollo productivo nacional.

La decisión sobre el tipo de cambio es por lo tanto una decisión de política delicada que tiene repercusiones en la distribución del ingreso hoy, pero también en su distribución futura. Si Venezuela pudiese mantener indefinidamente una moneda fuerte, no habría problema alguno en hacerlo. El problema es que la historia nos ha demostrado que luego del empeño en mantener una moneda artificialmente fuerte, han venido momentos donde ha sido necesario ajustar el tipo de cambio, con la consecuente erosión del salario y el poder de compra del bolívar. Por lo tanto el empeñarse en mantener una moneda artificialmente fuerte trae beneficios solamente transitorios en el bienestar colectivo, estos beneficios son erosionados en el momento en que ocurre el ajuste. Por otro lado, el mantener una moneda artificialmente fuerte atenta contra la creación de empleo productivo y contra el desarrollo de la empresa nacional. Los efectos sobre el empleo y la industria no son transitorios, tienden a prolongarse en el tiempo. Lamentablemente, preservar artificialmente el poder adquisitivo del bolívar en moneda extranjera, como la mentira, tiene piernas cortas, lo que no ha sido corto es el daño al aparato productivo nacional.