La pobreza emerge, la esperanza también, por Armando Martini Pietri
La pobreza emerge, la esperanza también, por Armando Martini Pietri

 

Venezuela atraviesa por un peligro social, en medio de una situación política compleja, acompañada del catastrófico colapso económico que continúa a ritmo abismante. Invariable, como siempre llega el día, el tiempo es inclemente y nadie escapa de él. Por más esfuerzo y empeño que se haga para evitarlo, infalible nos alcanza. Y quien no lo crea, pregúntele a la muerte.

Una de las naciones más afortunadas del mundo, plena en recursos naturales y humanos, está en pobreza y ruina nunca imaginada por sus ciudadanos, que sufren y padecen penuria, escasez, falta de servicios públicos, hambruna e inseguridad. Y, por si fuera poco, soporta la inflación más destructiva de su historia acompañada de una crisis nacional de principios éticos, valores morales y buenas costumbres ciudadanas de impredecibles consecuencias.

Nadie se salva, todos somos víctimas de un régimen despiadado en el que se funden la culpa con los sinvergüenzas cooperantes para que esté gobierno practique la impunidad. Venezuela se queda sola, es difícil medir la escala del éxodo, pero bajo estas condiciones, no sorprende que los venezolanos estén abandonando su país con acento que no tiene precedentes en Las Américas.

¿Qué hacer? Mantener la presión. Y ser siempre una opción clara y precisa de cambio, de transición firme. Pendiente está el juicio del TSJ legítimo en el exilio, que algunos diputados en la Asamblea Nacional estúpidamente se niegan considerar, se entregó el informe para determinar si existían fundamentos para denunciar a Maduro y a sus colaboradores ante la Corte Penal Internacional de La Haya y puede ir preso, por delitos de lesa humanidad, que por cierto son imprescriptibles; existe el desconocimiento masivo, desobediencia y rebeldía pacífica constitucional. La tiranía está desnuda, desprovista de barniz democrático y la institucionalidad espuria.

La indigencia no solo debe interpretarse como falta de comida o vivienda, o de quienes residen en las calles, tiene raíces en todo el aspecto de la vida del ser humano; hay pordioseros intelectuales, por ejemplo; en el ambiente militar la carencia está en la desprofesionalización y ausencia de institucionalidad. También la mengua pulula con la desnutrición infantil, niños, jóvenes y ancianos buscando comida en la basura, víctimas y victimarios de homicidios, quienes dejan y huyen del país buscando calidad de vida y mejor futuro.

Podríamos resumir que el humilde soberano es la persona creyente, aun con fe y esperanza en la infame revolución comunista castrista gobernante, que no tiene acceso a comestibles, medicinas y servicios de salud, agua y electricidad, a menos que se doblegue y consienta el chantaje calamitoso de los claps y las misiones.

Es alarmante el aumento de las familias que no pueden cubrir sus requerimientos mínimos para alimentarse ni cancelar los servicios básicos; el incremento del desempleo es sistemático e imparable como la inflación, por ello, es más frecuente observar que cada vez más adultos, niños y adolescentes se ven obligados a la mendicidad. En muchas ocasiones lo que piden no es dinero, sino alimentos que los ayuden a sobrevivir. Y el Estado es incapaz de afrontar la situación y no da respuesta.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) insiste otorgar status de refugiados a los venezolanos. No obstante, la diplomacia tiene sus tiempos y la comunidad internacional lo necesita para resolver. Sin embargo, ese tiempo es una eternidad que los venezolanos no tienen. Pero la conciencia básica, elemental, obligan a llamar las cosas por su nombre y a otorgar el estatus de refugiados a los venezolanos. Hacerlo corregirá una injusticia.

La profundización del hambre durante los próximos meses, será nefasta, muy dura, hay que tomar medidas para aminorar la hambruna. El hambre existe cuando la capacidad monetaria de los ciudadanos no les permite acceder a los víveres. En Venezuela es diferente, la apetencia está sujeta a la sumatoria de varios productos y los centros producción no están produciendo, lo que generará carestía, traerá un gran impacto social y desempleo. El tema de los alimentos no es solo la disposición en los anaqueles, también, la seguridad jurídica y en los campos, entrega de agro insumos y distribución. La situación es crítica y la cuestión alimentaria debe ser abordada con seriedad y preocupación. No con la simpleza ilusoria caza bobos de la guerra económica.

La hambruna es lo más grave que nos toca y tocará vivir. En Ucrania inducida por Stalin entre 1932/33, el Holodomor, (palabra que proviene del ucraniano y significa hambruna) se parece mucho con la crisis venezolana. No fue “genocidio”, (aunque se conoció como Genocidio u Holocausto ucraniano), pero sí fue “crimen contra la humanidad”. La declaración conjunta de las Naciones Unidas 2003 definió la hambruna como el resultado de políticas y acciones «crueles» del régimen totalitario que causan la muerte de millones de personas. El 23 de octubre 2008, el Parlamento Europeo adoptó una resolución​ en la que se reconocía el Holodomor como un crimen contra la humanidad.  

la crisis empeora, la esperanza mejora.

La esperanza es lo último que se pierde no porque se quede allí, en el fondo, sino porque se mueve, está activa, el espíritu de los venezolanos deseosos de cambio, hoy se coloca en rebeldía y desobediencia cuando asomaron los males, carencias, desabastecimientos, fallas, abusos, robos, equivocaciones, descuidos, derroches, torpezas y demás plagas del castro-chavismo.  

Los venezolanos tenemos el derecho, que es también el deber, de enriquecer nuestra expectación e ilusión con esfuerzo, decisión, valor que los ciudadanos han demostrado siempre. Arrojo brioso, del tamaño del compromiso, mucho más cuando el adeudo ahora somos nosotros y nuestras familias.

Ésa sí es una esperanza con fortaleza, dignidad, orgullo de la parte histórica que el castro chavismo sólo han sabido patear y enlodar. Una expectativa que depende de cada uno, por eso vale la pena.

 

@ArmandoMartini