Echándole el muerto a otro por Francisco J. Quevedo
Echándole el muerto a otro por Francisco J. Quevedo

economíavenezolana8

 

Con tres cauchos espichados, ni que le pongan diez motores a la economía la van a echar a andar, parece haberle dicho la Asamblea Nacional al Poder Ejecutivo que sigue usando las mismas excusas para una crisis de su propia autoría, sumándole conceptos nuevos como «la inflación inducida» que a todas luces pareciera una aplicación económica de aquel «cáncer inoculado». Y ahora, paradójicamente, aprovechará para echarle ese muerto a la oposición.

A eso estamos acostumbrados. Para el Gobierno, los problemas del país son culpa de la CIA, del FMI, de Uribe Vélez, de Obama, y antes de Bush, de la oligarquía, de los medios, de «El Niño» y «La Niña», de la iguana, de quien sea y de lo que sea, pero nunca «mea culpa». Pero esas excusas no preocupan tanto como la ignorancia, porque si ello significa que no entienden la crisis, ni sus causas y consecuencias, estamos fritos.

La Asamblea Nacional advirtió que echándole el muerto a otro no se van a resolver los problemas del país, que nacen de un modelo fracasado y corrupto, y van desde el desabastecimiento, la inflación, la devaluación, la fuga de capitales, y llegan hasta la criminalidad misma. La causa es el modelo, señalan diputados y expertos.

En efecto, el modelo encajonó a los gobiernos desde la Unión Soviética hasta Cuba en un intervencionismo asfixiante, en un gasto social desbordado que no es inversión, de paso, ni es productivo, y aquí lo lleva a subsidiar el consumo, mientras cínicamente se critica el consumismo y el contrabando de extracción (el caso de la gasolina es un ejemplo venezolano patético por demás), así como lo ha llevado a un sobre-dimensionamiento que lo pone a fabricar café en vez de gobernar, que manda a PDVSA a vender pollos y a fabricar casas en vez de desarrollar corrientes de refinería, y que lo obliga a exportar más que petróleo, una ideología, cosa que lo fuerza entonces a comprar voluntades dentro y fuera del país. Y en todo eso, se le van los reales.

Partiendo del modelo errado, se derivan causales de la crisis que se confunden con sus síntomas, comenzando por el desabastecimiento generado por las expropiaciones de tantas fincas condenadas a la improductividad, y las nacionalizaciones de Agroisleña que nos tiene importando caraotas de Cuba, de Venezolana de Cementos (la vieja Vencemos. ¡Qué raro que le quitaron ese nombre!) que nos tiene folklóricamente zanqueando sacos, de Sidor que nos tiene buscando cabillas, así como de la  Electricidad de Caracas que nos mantiene a oscuras en tantas calles y hogares de Venezuela. Y la lista sigue, para incluir el C.C. Sambil La Candelaria que Chávez expropió para convertir en un antro similar a su vecino, la torre Confinanzas. Puro bate quebrao’…

El dólar ficticio es otra causal, principal incidente sobre la inflación, porque -por un lado- el «falsetto» ese, de 6,30, causa el otro, de 940 bolívares por dólar, y por el otro, este marca los precios, por mucho que lo prohiban. Y ahí se conjugan otras variables como la impresión de billete y creación de dinero inorgánico, el derroche presupuestario y la indisciplina fiscal, para crear una espiral que significa aumentos hasta del 440% en alimentos, a pesar de los controles que más que aliviar han agravado los problemas y traído otros como el «bachaqueo», rematándonos con una devaluación «de facto» del 500% en 2015.

Súmensele los riesgos jurídicos que nos tienen sin inversión,  y remataríamos con la corrupción y la ineptitud para ponerle broche de oro, por no ser prosaico, a una gestión que la revista The Economist de Londres define como «catastrófica». Definitivamente, si Maduro es experto en algo, es en crisis. Nadie como él para crear este despelote.

«No podemos resolver problemas utilizando las mismas ideas que usamos para crearlos» dirían Albert Einstein, José Guerra y Henry Ramos Allup al unísono.

@qppasociados