La crisis política que se desarrolla en nuestro país, producto de los resultados y acontecimientos asociados con las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril, y la cual, desafortunadamente, no ha sido bien entendida por los líderes políticos del denominado “proyecto bolivariano”, quienes de una manera irresponsable han ejecutado una serie de acciones que tienden a su profundización, nos hacen evaluar algunos mecanismos, que tienen disponibles los actores en conflicto para solventar situaciones de crisis y evitar su escalamiento a escenarios con mayores niveles de violencia.
Es así, como, por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se presenta como una instancia, a la cual puede recurrir la alternativa democrática venezolana, en aras de solicitar su apoyo o intervención para buscar salidas democráticas que permitan la solución de la crisis en curso. Las Naciones Unidas, entendiendo perfectamente el escenario estratégico de esa época, realizó en el año 1992 de la mano del para entonces su Secretario General, Boutros Boutros-Ghali, un informe denominado “Un Programa de Paz”, el cual realiza un análisis sobre las operaciones de paz efectuadas por ese organismo multilateral.
No obstante, el informe, tenía como objetivo fundamental presentar un conjunto de recomendaciones para fortalecer y hacer más eficiente la capacidad de las Naciones Unidas en materia de diplomacia preventiva, establecimiento de la paz y mantenimiento de la misma. Es así como tal informe, expone los lineamientos para un programa de propuestas destinadas a aumentar la eficacia de la organización, en cuanto a dar una alerta temprana con respecto a conflictos potenciales y procurar su resolución en el corto plazo.
Boutros-Ghali plantea en esta instancia a la aplicación de la denominada “Diplomacia Preventiva”, recomendando que se incremente el uso de medidas de consolidación de la confianza entre las partes en controversias potenciales, y que se refuerce el sistema de alerta temprana creada por Naciones Unidas para determinar si existe o no una amenaza a la paz, con el propósito de que se adopten las acciones pertinentes para evitar el estallido del conflicto. En otras palabras, la diplomacia preventiva tiene por finalidad evitar la profundización de las crisis, tanto internas como entre Estados y que éstas se conviertan en conflictos de mayor intensidad, como lo sería, por ejemplo, un conflicto armado.
Parece entonces que es adecuado el momento que vive Venezuela para solicitar que se involucre un organismo internacional como la ONU, que cuenta con expertos de gran valía en diversos ámbitos políticos, incluyendo la cuestión de sistemas electorales. Entiendo, y recuerdo, que tenemos experiencias, las cuales podríamos denominar traumáticas, con la intervención de la Organización de Estados Americanos y el Centro Carter, en una crisis gobierno-oposición hace tan sólo diez años, no obstante, la situación no es la misma: ni la OEA es la ONU, ni Maduro es Chávez y Capriles no tiene un pelo de tonto.
Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.
Universidad “Simón Bolívar”
Por: Leopoldo E. Colmenares G.
