La Otra China por Leopoldo E. Colmenares G. - Runrun
Sendai Zea Nov 16, 2012 | Actualizado hace 11 años
La Otra China por Leopoldo E. Colmenares G.

La bestial propaganda gubernamental sobre China -país que se ha convertido en el nuevo paradigma del régimen bolivariano- nos quiere hacer creer que en pocos años la nación asiática, tendrá la preponderancia mundial por encima de los Estados Unidos de América.

Día a día, presentándonos cifras de carácter macroeconómico, como por ejemplo que China es la segunda economía del mundo y que posee alrededor de 400 mil millones de dólares en bonos de la deuda americana, los más conspicuos analistas y periodistas internacionales asociados ideológicamente con el gobierno nacional, anuncian con bombos y platillos el fin del “imperio” americano y el ascenso de China la como primera potencia del planeta. Poco falta para que nos digan que en menos de una década el delirio de cualquier hijo del Tío Sam o de cualquier ciudadano europeo, será el de vivir en ese nuevo paraíso terrenal construido por los inteligentísimos líderes del Partido Comunista Chino.

Por supuesto, esto también ha sido posible por esa suerte de deseo morboso de jurásicos intelectuales izquierdosos de todo el mundo, que apuestan a la caída de los Estados Unidos y al surgimiento de nuevos actores internacionales, por lo que se han dedicado a escribir y publicitar fantasiosas teorías sobre el dominio chino del planeta en un futuro cercano.

No obstante, esos sueños de izquierdistas o seudo-izquierditas, que no pueden estar mejor representados por los más insólitos comentarios que sobre esa nación nos regala diariamente el inefable analista internacional del programa “Dossier”, están muy lejos de la realidad. A las cifras me remito.

Por ejemplo, esa soberbia “potencia” que pronto dominará al mundo, tiene una renta per cápita -estimada por el FMI para el 2012- muy similar a la de Islas Maldivas (¿Ud. conoce algo sobre ese país?) ocupando casi el nonagésimo lugar de una lista de 180 países. Para ponerlo más en contexto, Perú, Colombia y Venezuela la superan con comodidad en ese renglón. Países africanos como Angola y Namibia también. República Dominicana está sólo tres lugares por debajo de China.

Si algún economista bolivariano nos señalará que ese indicador no es bueno para medir el grado de desarrollo, vamos a analizar entonces el índice de Gini, tantas veces mencionado en las adorables cadenas de radio y TV por nuestro querido Presidente. Según este coeficiente, que puede emplearse para medir el grado de desigualdad entre países, China tendría una desigualdad de 0,421, muy lejos de las sociedades más igualitarias como Noruega y Australia, que andan por los 0,25, y más bien andan muy cerca de naciones como Guatemala (0,537) y Honduras (0,553). Lo resaltante de este indicador es que sus valores demuestran el tremendo déficit social, educativo y sanitario que se esconde detrás de las rimbombantes cifras macroeconómicas del gigante asiático.

Si observamos los datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en lo que al índice de desarrollo humano se refiere, los valores no son más alentadores: China se hunde en el lugar 89 de la tabla, a la par de naciones como Turkmenistán y El Salvador.

Si bien hay una lista bastante extensa de cuestiones internas que podrían mencionarse como factores que dificultan que China se consolide como un modelo a seguir y como la primera superpotencia mundial, como lo son la inflación, migraciones, envejecimiento de la población, explotación laboral, bajos salarios y ausencia de libertades políticas, es importante resaltar uno de los aspectos que más amenaza la estabilidad de China, como lo es la corrupción generalizada, tema que fue ampliamente expuesto en el recién finalizado Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh)

Un estudio sobre el costo de la corrupción reveló que la suma de sobornos, evasión fiscal, robos directos y sobreprecios, equivalían al 15% del PIB chino. Sólo para ilustrar el caso, por un reciente reportaje sobre los casinos de Macao, que poseen ingresos brutos del orden de los 23 mil millones de dólares, se conoció que más de la mitad de los jugadores eran miembros del PCCh y/o altos ejecutivos de empresas estatales y que cada uno de ellos perdió en una año alrededor de 3,3 millones de dólares en promedio.

Así pues, pensamos que el tantas veces publicitado milagro Chino simplemente se encuentra en veremos.

 

Por: Leopoldo E. Colmenares G. @LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”