Si bien existe bastante optimismo en las filas opositoras sobre las amplias posibilidades de una victoria del candidato de la Mesa de la Unidad Democrática en las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, no es desatinado descartar un triunfo del Presidente Hugo Chávez en las mismas. La finalidad de este escrito no es analizar porque ese desafortunado evento pudiera ocurrir -eso quedaría en manos de los politólogos, sociólogos y expertos en delicadas o exquisitas trampas electorales- sino más bien el de alertar acerca de algunas de sus consecuencias, específicamente para el ambiente de seguridad nacional y regional.
En primer lugar es obligatorio señalar la exacerbación de la criminalidad que se registraría en el país. Los casi 150 mil decesos imputables al hampa común en los casi tres lustros del período chavista, son la mejor muestra de que esto no es una hipótesis sin asidero. Una victoria de Chávez el 7-O sería, simplemente, hacerle sentir al comandante-presidente que se le suministra un cheque en blanco para que se dedique a sus estrafalarios proyectos extra-nacionales (salvar a la humanidad, decapitar al capitalismo, etc., etc.) quedando, por lo tanto, sumido en el abandono el desarrollo de políticas públicas para satisfacer las más sentidas necesidades de la colectividad, entre ellas su seguridad personal y familiar.
Una victoria de Chávez Frías potenciaría el poder de los denominados “carteles de los soles” quienes para la fecha ya han perdido el mínimo recato en el desarrollo de sus operaciones ilícitas, alcanzando el extremo de utilizar los principales aeropuertos del país para el traslado de drogas al exterior, tal como lo demuestra el decomiso de grandes alijos de cocaína camuflados en aeronaves procedentes de Venezuela. El fortalecimiento de estos grupos de narcotraficantes elevaría el nivel de violencia en las calles, además debe descartarse su entrada en el mercado local de distribución de estupefacientes, dado el inmenso poder y grado de impunidad que les otorgaría una victoria del candidato reeleccionista.
Los más diversos grupos izquierdistas de América Latina, incluyendo grupos armados de choque y guerrillas, comenzarían a recibir con mayor regularidad y cuantía generosas subvenciones del gobernante venezolano, a cambio de que generen un fuerte grado de desestabilización en aquellos países no afectos al proyecto venezolano, principalmente en Chile, Paraguay, Colombia, Perú y Centroamérica. De igual manera se incrementaría el soporte militar y de inteligencia que conjuntamente suministra con Cuba a grupos irregulares de las mencionadas naciones, así como a los gobiernos de Ortega, Correa y Morales, que se emplean para reprimir a los grupos de oposición.
En conclusión nos preocupa enormemente que la ratificación del mandatario venezolano, como mínimo, impulse el crecimiento de las bandas del crimen organizado que se han formado con elementos militares y civiles afectos al proyecto revolucionario, así como el fortalecimiento de la criminalidad que ha llevado al país a tener una mayor cantidad de muertes en sus calles que aquellas naciones involucradas en conflictos armados. De igual manera, nos inquieta que el proceso de exportación de la revolución bolivariana – y particularmente su fase de perturbación social- tenga un segundo impulso que genere una violencia generalizada en algunos países del hemisferio.
Así pues, a pocos días de las elecciones presidenciales, los venezolanos debemos redoblar nuestros esfuerzos para atraer a indecisos y abstencionistas hacia el proyecto democrático de Henrique Capriles Radonski, con el objetivo de obtener una contundente victoria en las urnas electorales de esta manera evitar que una victoria del líder del proyecto bolivariano se convierta en una derrota para el país y Latinoamérica.
Por Leopoldo E. Colmenares G.
