Desde Diploos siempre hemos advertido que la política exterior practicada por el actual gobierno venezolano es incómoda para los vecinos latinoamericanos. En muchos casos esta incomodidad se ha traducido en incidentes diplomáticos porque el gobierno ha tenido injerencia en asuntos internos de algunos países.
Con las actuales acusaciones a la ex – Cónsul de Miami queda claro que las misiones diplomáticas se han convertido en agentes del Estado para poder realizar operaciones políticas y en algunos casos hasta de saboteo a gobiernos que no que no comparten el modelo de socialismo venezolano.
Con la fachada de apoyo a programas culturales y de cooperación y un presupuesto bastante abultado la Cancillería apoya a grupos de activistas en el exterior: círculos bolivarianos, grupos “Sin Tierra”, campañas políticas y algunos casos de amedrentamiento a opositores radicados en el exterior y de esta forma dejan de lado el sentido de actuar como defensor de los intereses venezolanos en el país receptor.
Ha llegado la hora de que se plantee una política exterior en donde la Cancillería tenga un plan estratégico que vaya acorde a los intereses de la nación, que no sea administrada desde Miraflores y en donde las misiones diplomáticas sean un ejemplo de servicio público. Es hora de que deje de servir a un partido y sirva a la nación.
