El futuro aislamiento de Irán por Adriana Boersner - Runrun

Los acontecimientos que se han venido suscitando en los últimos días entre Irán y Reino Unido, podrían aislar aún más al gobierno persa en su intento por seguir desarrollando su proyecto nuclear. Su política poco conciliadora le ha valido no sólo sanciones por parte de algunos países de Europa y Estados Unidos, sino también, tensiones en el marco de una región que vive fuertes revelaciones políticas y sociales.

A pesar de que el gobierno iraní ha declarado estar dispuesto a negociar y a cooperar, y que las negociaciones valen más que la confrontación, su actitud ha sido precisamente la contraria, ante países que son aliados de Estados Unidos,  tratando de propiciar guerra con su vecino Israel, evitando así, el compromiso de negociar sus políticas de desarrollo nuclear.

Las sanciones hasta ahora tomadas contra Irán no habían surtido efecto para evitar que el gobierno siguiera en su empresa nuclear. Esto ha provocado en el plano doméstico que el castigo a sectores bancarios, se resintiera en la población.  Las acciones que han emprendido el gobierno británico y estadounidense terminan dirigiéndose a la sociedad y no al gobierno, ni al programa nuclear, y de esta manera se ha percibido el castigo.

Las medidas tomadas por el gobierno de David Cameron, tras los ataques del martes 29 de noviembre a su legación en Teherán, conlleva el cierre de 48 horas de la embajada de Irán en Londres y además de ello, una serie de políticas que se discutirán sobre la relación bilateral y nuevas sanciones que sean eficaces para los propósitos que pretende Occidente, reducir el poderío real que tiene Irán como país y su posible influencia en la región.

La profundización de una política de sanciones que desde el 2006 ha producido cuatro resoluciones condenatorias de la ONU, sin mayor impacto, es lo que fundamenta el  no tener el suficiente consenso entre los 15 integrantes del Consejo de Seguridad para nuevos medidas correctivas, además de las asociaciones e influencia de Rusia y China que los mantiene como defensores de estos gobiernos islámicos. Las alternativas que se vienen manejando son las medidas tomadas al margen del Consejo de Seguridad, las cuales han profundizado la estrategia occidental de debilitar el Banco Central,  el sistema financiero iraní y el sector petrolero, pero no el nuclear.

Este aislamiento complicaría las relaciones que sostiene Venezuela con Irán, entendiendo que las sanciones que se aplicarían a partir de este momento, pudiesen contar con la aprobación mayoritaria de la comunidad internacional.  Venezuela en este sentido, no reviste de peso real para contrarrestar cualquier política que ataque a Irán. Sin embargo, la ecuación si sacude duramente la política exterior predicada más intensamente a partir de 2005 en adelante por Hugo Chávez, ya que sería otro gobierno ideológicamente aliado que se vería acorralado ante los eventos que sacuden la región del Medio Oriente y Magreb.

Cualquier movimiento en falso que decida dar Irán a partir de ahora, será una condena segura para el propio país. Rusia y China países con poder mantendrán su respaldo hasta llegado el momento en que una situación insostenible les obligue a retirar sus compromisos con el gobierno islámico. El ejemplo se ha visto patentado con Libia. Siria, un aliado seguro, vive su propia crisis interna y no tiene poder para enfrentar un conflicto de envergadura, ya que su protector principal precisamente es Irán. Turquía,  ya ha apostado por una vía y es la de alzarse con el trono de gran negociador de la región. Ya impuso sanciones a Siria y ahora decide dejar claro su descontento hacia las acciones emprendidas por Irán.

La aceptación de Turquía en septiembre de desplegar un sistema de detección temprana de misiles de la OTAN en su territorio, es la excusa de Irán para enemistarse con Turquía. Esta política considerada un plan de Estados Unidos para proteger a Israel y acabar con sus enemigos, no es un temor infundado pero si una excusa poco inteligente por parte de Irán en atacar a Turquía, teniendo en cuenta que el gobierno de Erdogan no ha sido precisamente pro estadounidense o pro israelí.

Lo que sí es una movida inteligente por parte de Turquía es que teniendo en cuenta que tantos ellos como Irán, son los dos mayores Estados musulmanes no árabes de la región del Medio Oriente, que buscan influencia en la región tras la Primavera Árabe y parece que el apostar por aliarse con gobiernos con poder pero no necesariamente amigos, le está dando resultado.

Adriana Boersner

@aboersner