Presente y Futuro de las relaciones Venezuela-Estados Unidos por Adriana Boersner - Runrun


Roberta Jacobson ha sido postulada por el presidente Barack Obama para encabezar la Secretaría de Estado para Asuntos de América Latina. Actualmente se desempeña en el cargo, tras la salida de Arturo Valenzuela, pero su continuidad debe ser reafirmada ahora por el senado estadounidense.

Tal como lo había mencionado Valenzuela tras su salida en el mes de julio, la crisis de seguridad de América Latina está entre las prioridades del gobierno de Obama, algo que parece tener bien presente Roberta Jacobson tras apuntar que tanto las relaciones Irán-América Latina como la defensa de los principios democráticos, serán temas prioritarios de su gestión.

Responsable de asuntos fronterizos con México y Canadá, y siendo vice embajadora en Lima, las inquietudes que se ciernen sobre la región son: 1) las actividades que desarrolla Irán con países como Venezuela, con las cuales, casos como las sanciones interpuestas a la estatal PDVSA el pasado mes de mayo, definen un alto perfil para Venezuela, como país que contraviene medidas internacionales ante el proyecto nuclear desarrollado por el país persa.

Asimismo, 2) de ser confirmada como subsecretaria de Estado hablaré claro y sin vacilación cuando los principios democráticos sean amenazados”, afirmó Jacobson durante una audiencia en el Senado de los Estados Unidos, recordando que temas como el fallo de la Corte Interamericana sobre el caso Leopoldo López, las elecciones presidenciales en Venezuela en el 2012, el devenir de las elecciones en Nicaragua el pasado domingo, que incurrió en restricciones impuestas a los observadores, tanto locales como internacionales, son temas que deberán verse con cuidado para asegurar que los principios de los sistemas democráticos en la región no sean abandonados.

Una relación espinosa

Esta semana los ataques y acusaciones no vienen sólo de la Subsecretaria Jacobson, sino también, del Secretario de Estado Adjunto de EE.UU. para Narcóticos y Seguridad, William Brownfield, quien afirma que Estados Unidos observa con preocupación el tránsito de droga que toma a Venezuela como país de puerto principal para el movimiento ilícito de droga, no sólo para Centroamérica y Norteamérica, sino, Europa.

Estados Unidos y Venezuela han tenido impasses profundos que han resultado hasta hoy, en la falta de embajadores tanto en Venezuela como en Estados Unidos. Larry Palmer, embajador designado por Washington, fue vetado por Hugo Chávez  para asumir la embajada en Caracas, debido a sus declaraciones sobre Venezuela. La situación de las relaciones diplomáticas sólo ha quedado reducida a nivel de encargados de negocios, suficiente como para mantener paralelamente, la relación de exportación mayoritariamente petrolera, de Venezuela a los Estados Unidos. 

Este juego espinoso podría complicarse aún más si de ser como se perfila en las encuestas a un año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el candidato republicano resulta ser un rival importante para Barack Obama.

Mitt Romney, el precandidato republicano mormón, bien conocido por sus políticas anti inmigrantes y alejado de la comunidad latina de los Estados Unidos, podría reforzar ante un posible gobierno republicano, temas de seguridad en la frontera con México, pero también endurecer las relaciones con países que según discursos públicos pasados, atentan contra la democracia en América Latina.

Debatiéndose entre alabanzas para los países que han efectivamente alzado vuelo ante la crisis financiera mundial y consolidado ciertas políticas en pro del desarrollo interno como Chile o Brasil, además de establecer como futura política un acercamiento comercial más estrecho con la región de América Latina,  Romney coloca a Cuba y Venezuela  como amenazas latentes para la seguridad nacional  y regional debido a sus políticas antiestadounidenses y sus alianzas con países enemigos del país del norte.

Los cambios de política exterior entre un gobierno republicano y demócrata han sido más que evidentes, y más aún si apreciamos no sólo los sucesos que reconfiguraron la escena internacional a partir de septiembre de 2001, sino también, las doctrinas empleadas previo al comienzo del siglo XXI.

Con George W. Bush se reafirmó que a pesar de haber conflictos y problemas en América Latina que golpeaban directa o indirectamente las políticas internas de Estados Unidos, como inmigración ilegal o narcotráfico, la región que va de México a la Patagonia poca relevancia tuvo dentro de los objetivos de su política exterior, tras la gran escalada de la Guerra contra el Terrorismo. En lo referente al gobierno de Barack Obama, ha habido mayor acercamiento reimpulsado en las conversaciones y esquemas multilaterales y bilaterales, en donde esos problemas olvidados por el gobierno republicano que le precedió, coloca además sobre la escena, el añadido de temas de triangulación de países como Venezuela- Irán y grupos catalogados como terroristas, y el reforzamiento de las instituciones democráticas en el hemisferio.

La relación Estados Unidos-Venezuela se reduce hoy a la necesidad que tiene el país caribeño de exportar a un mercado seguro y de pronto pago, su producto por excelencia, el petróleo. Sin embargo, esto puede verse aún más disminuido de lo que ya está, por un tema de baja producción y por ende de exportación petrolera venezolana persistente, además de los cambios políticos que se pudieran apreciar el próximo año, de cambiar el gobierno en Estados Unidos.