Israel y Arabia Saudita: El acercamiento posible por Víctor Mijares - Runrun

Los alineamientos y alianzas se vuelven volátiles en órdenes multipolares, y la reinserción de Egipto en la escena geopolítica del Medio Oriente reincorpora a uno de los más importantes actores de la región luego de 32 años de aislamiento. El sistema cardinal de potencias al que nos acostumbramos en las últimas tres décadas (Turquía al norte, Israel al oeste, Arabia Saudita al sur e Iraq o Irán, alternativamente al este) está mutando al dejar a Israel con una renovada amenaza en el Sinaí, con el posible nacimiento efectivo de una frágil Palestina, y en el centro a dos Estados que por distintas razones afrontan gravísimos problemas de gobernabilidad: Iraq y Siria. Las monarquías conservadoras del Golfo dependen del apoyo de Riad, y el reino de Jordania de la sabiduría de su monarca, de formación occidental, en llevar adelante las necesarias reformas a tiempo.

Concentrándonos en las potencias regionales, es interesante observar cómo se mueven los alineamientos, y junto con estos, cómo se abren ventanas de amenaza y oportunidad. La política de espaldas a Europa que últimamente lleva Turquía (en reciprocidad a la política europea de espaldas a Turquía) ha establecido serios acercamientos con Irán, y ahora con Egipto. Los turcos están conscientes que el paso natural para ganarse la confianza de los árabes y persas es apoyar a la causa palestina y aislar a Israel. Además, no debemos olvidar que una de las primeras y más polémicas decisiones de la junta militar que sustituyó a Mubarak fue darle paso a través del canal de Suez a buques militares iraníes con destino a Siria. El alineamiento egipcio-turco-iraní parece estar alcanzando objetivos de corto alcance, pero la gran pieza del sur no encaja en este juego. Arabia Saudita tiene razones para confrontar al arco El Cairo-Ankara-Teherán, pues cada una de las tres potencias es un rival directo en la convulsa región. Egipto es el país árabe más poblado y con la más rica tradición moderna en panarabismo republicano. Turquía es miembro de la OTAN y cuenta con una posición privilegiada en la encrucijada eurasiática. Irán es una potencia petrolera, un competidor directo en el control del Golfo Pérsico, y es posible que se convierta en el mediano plazo en una potencia nuclear. Las ventajas energéticas, que se traducen capacidad económica y potencial militar, se combinan con la influencia simbólica que ofrece tener el control de las ciudades dos principales ciudades santas del Islam, La Meca y Medina. Pero frente a repúblicas que ponen en entredicho la legitimidad monárquica, y que aventajan por mucho demográficamente al reino saudita, es difícil hacer contrapeso si éstas coordinan estrategias.

Es común creer que las alianzas y los alineamientos internacionales son productos derivados en la ideología política compartida, los lazos étnicos o la interdependencia económica. Pero una revisión un poco más detenida nos conducirá a notar que son las amenazas y los intereses comunes los que llevan a los Estados a establecer vínculos de cooperación. Ya en su momento Arabia Saudita afirmó que, en caso de que Israel decidiese lanzar un ataque preventivo en contra de las facilidades nucleares iraníes, y los EEUU les negasen el espacio aéreo iraquí, ellos permitirían el sobrevuelo para que se llevase adelante dicha operación. Aunque Arabia Saudita apoya el reconocimiento del Estado Palestino y su inclusión como miembro de Naciones Unidas, geopolíticamente hablando esto es un tema secundario para Riad. Es por ello que, ante amenazas comunes, pueda darse un alineamiento tácito entre sauditas e israelíes para balancear al trío ya mencionado. El distanciamiento estadounidense-saudita no tendría que afectar este proceso, pues se refiere al del balance de poder y amenazas regional, y además, el enfriamiento diplomático no parece afectar aún la relación de cooperación económica y tecnológico-militar.

Si bien las diferencias culturales, políticas, religiosas e históricas no permitirían una alianza en sentido estricto, un somero análisis de decisiones racionales nos lleva a concluir que el acercamiento estratégico entre Israel y Arabia Saudita tiene amplias posibilidades a la luz de una progresiva cooperación egipcio-turco-iraní. Ambas potencias, recelosas entre sí, ya han tenido que haber hecho este cálculo desde hace mucho, y depende de nosotros mantenernos atentos para ver cómo evolucionan las relaciones regionales.

@vmijares