El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, lo tiene claro. Afirmó que el comercio con Venezuela no volverá a ser como en el pasado. Reconoció que las concepciones económicas de ambas naciones son “muy distintas” aunque eso no afecte las relaciones diplomáticas que ciertamente han tenido una mejora importante desde que sustituyó a Álvaro Uribe en la Casa Nariño. Mientras Bogotá impulsa tratados de libre comercio, genera confianza para la inversión privada e incentiva su aparato productivo, Caracas fomenta cada vez más la intervención del Estado, un clima de incertidumbre para los empresarios y un modelo que se aleja de las innovaciones y tendencias globales.

No, no ando planteando un sistema “capitalista salvaje” para adelantarme a las predecibles réplicas de cualquier camarada que se pasee por estas líneas, pero sí un modelo económico verdaderamente productivo que oblique a disminuir las importaciones; un modelo donde el capital privado no sea atropellado permanentemente por el gobierno; un modelo que sea capaz de equilibrar al mercado con ciertas intervenciones necesarias del Estado.

Aún Venezuela y Colombia no han llegado a un acuerdo que dé certidumbre jurídica después de la decisión del presidente Chávez de salirse de la Comunidad Andina de Naciones. Lo único establecido es una prórroga de los convenios de la CAN. Se puede decir que en lo económico, Chávez no es el nuevo mejor amigo de Santos.

David Smolansky U.

@dsmolansky