El día en que la suerte del tirano cambia - Runrun

Esta semana ha sido ejemplar para ver cómo el ser humano por más poder que tenga, deja de recordar algo que es elemental, sigue siendo de carne y hueso.

Hosni Mubarak se ha expuesto por primera vez tras su renuncia en febrero y su seguido  arresto domiciliario, a un interrogatorio sobre los abusos durante su gobierno y la corrupción que empañan sus 30 años de autocracia política. El resultado: una crisis cardíaca en plena comparecencia ante una justicia que aún peca en sí misma de no ser tan transparente. Los vicios del pasado permanecen presentes en algunas estructuras de fondo cuando vemos ausencia de cambio de la élite política y un sistema político que lejos está todavía de ser completamente renovado, a favor de las demandas que se iniciaron más enérgicamente en el país de los épicos faraones, el 25 de enero de este año.

Para Mubarak todo este juicio en su contra y las acusaciones sobre abusos de poder y corrupción le están trayendo un sufrimiento enorme y niega que se haya enriquecido todos estos años o tenga cuentas bancarias en el exterior. La gran interrogante es: ¿Estará consciente él de todo el daño que le causó a la población tras 30 años de violación de derechos humanos, juicios injustos contra opositores políticos, desapariciones por motivos políticos, trabas económicas y sociales que impidieron el crecimiento de un país que tenía mucho para surgir o un sistema que respondió sólo a la loca grandeza de una sola persona y una red clientelar?. Creo que no.

Por su parte, Laurent Gbagbo, presidente saliente de Costa de Marfil, detenido el pasado 11 de abril junto a su esposa, se mostró ante las cámaras luciendo camiseta sin mangas al mejor estilo de Manuel Zelaya en 2009.

El ex presidente Gbagbo, doctor en Historia por la Universidad de París-Diderot, se mantenía escondido en un búnker, de las fuerzas de seguridad leales al presidente electo Alassane Ouattara, negándose desde el mes de noviembre de 2010 en aceptar su derrota electoral. Sus primeras palabras: ¡No me mate!. Otras interrogantes más surgen : ¿Estará consciente él de la cantidad de muertos que se llevó consigo en todo este período de negación ante el fracaso de una presidencia que dejó de pertenecerle en noviembre del año pasado?

Alrededor de 800 personas han muerto a consecuencia de la violencia postelectoral en Costa de Marfil y ¿lo primero que pide el ejecutor de todo este desenlace es clemencia?. ¡Ojo! no estamos contando además todas las masacres cometidas desde 2000 cuando asumió el poder.

El juego lo perdió Gbagbo en el mismo instante en que la intervención de 1.600 soldados franceses no le permitió otra alternativa más que refugiarse y dejar que la suerte determinará su destino. Fue fácil dominar a sus opositores políticos por casi 11 años mientras no actuara la tercera potencia militar más poderosa del mundo, Francia.

Aquella estabilidad política y social, bonanza económica que convertían a Costa de Marfil en un posible ejemplo a seguir en la región en décadas pasadas, quedó reducido a un país sumido en una profunda crisis política-económica y social, con ciudades que no disponen de servicios públicos,  servicios médicos colapsados, centros educativos cerrados en su gran mayoría, y una división clara entre un norte musulmán pobre, contrario a un sur cristiano próspero donde se encuentran los principales puertos y reservas de petróleo. Este conflicto que comenzaría en 2002 ha dejado un saldo de más de un millar de cristianos masacrados por musulmanes.

Renunciar al poder absoluto, cuando tienes a una multitud bajo tu mando y en plena obediencia, además de poseer el poder económico y político para pervertir todo un sistema a tu favor, no es una condición ni tarea fácil de manejar para la mayor parte de estos dictadorzuelos acostumbrados por años a ser tratados como reyes.

Lo que si sería bueno en estos casos es que los que se creen invencibles en otras partes del mundo se miren en este espejo. No es necesario ser vecino geográfico para poner las barbas en remojo, como podría esperarse de un Muamar Gadafi. Con verse en el ejemplo de los caminos mal tomados debería ser suficiente para darse cuenta que la suerte de los tiranos, dictadores u autócratas, sea donde sea que estén cambia y que como se dice popularmente, a cada cochino le llega su sábado.

Adriana Boersner Herrera
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