Cambiamos a los Americanos por los Chinos - Runrun


El gobierno venezolano ha tenido una constante en sus discursos desde 1999 y esta ha sido que busca la independencia de Venezuela en todos los aspectos. Al afirmar esto, muchos voceros recuerdan como nuestro país “dependía” económicamente de EEUU y como en consecuencia la mayor parte de nuestro petróleo terminaba en territorio americano.

En lugar de diversificarse en los distintos mercados con nuevos productos de exportación, nuestra estrategia fue básicamente cambiar de cliente. Es decir, en lugar de posicionarnos fuertemente en nuestra región, abrirnos paso al mercado Europeo o intentar penetrar al mercado asiático, diversificando nuestros productos de exportación para no depender enteramente del petróleo,  decidimos consolidar una nueva dependencia, pero esta vez con China.

Los acuerdos bilaterales  hasta ahorita son más de 300 y los proyectos en conjunto que llevan adelante son más de 100. Esta alianza ha generado US $28.000 millones en préstamos y US$16.000 millones en compromisos de inversiones. Desde que llegó Chávez a la presidencia el intercambio comercial se incrementó de US$200 millones en 1998 a US$10.000 millones en 2009. Hoy por hoy Venezuela exporta China unos 460.000 barriles de petróleo diario, cuando seis años atrás la cifra no llegaba a los 40.000.

Al leer estas cifras uno pudiera pensar que en efecto la relación con China nos va a traer unos frutos incalculables. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. El gigante asiático está buscando de cualquier manera seguir creciendo económicamente y que otra estrategia más oportuna que hacerlo con un país que está en vías de quiebra. Tan grave es nuestra situación, que hace un año se acordó un préstamo por US$20.000 millones  para Venezuela y que será devuelto en 10 años con envíos de petróleo

Este tipo de negociaciones son justamente las que sitúan a nuestro país en un estatus de riesgo permanente. Negociar a futuro el petróleo por un precio por debajo del mercado es prácticamente sentenciar nuestra dependencia absoluta de este nuevo “aliado”.

Sí, es verdad. Hoy por hoy es imposible no hacer negocios con los chinos. Pero de ahí, a depender de ellos por los próximos 10 años hay un largo trecho. Sobre todo cuando se habla de una fulana independencia. En resumidas cuentas, ya no dependeremos del mercado americano que paga a tiempo y al valor del mercado, sino del mercado chino por un precio del petróleo considerablemente menos competitivo que el del mercado.

Tomas Horacio Hernandez

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