La huelga de hambre que hicieron los estudiantes venezolanos mantuvo la lupa internacional puesta en nuestro país. Distintas embajadas mostraron su preocupación al respecto y el Secretario General de la OEA llegó a decir que solo esperaba la invitación del gobierno para venir a Venezuela. Como método de protesta cumplió un objetivo fundamental que fue hacerle ver a la comunidad internacional que en efecto en Venezuela sí existen presos políticos.
Sin embargo, el éxito de la misma no se debe evaluar como un fenómeno aislado, sino mas bien se debe interpretar en contexto con lo que está sucediendo en Túnez, Egipto y Libia. Cuando se ve de esa manera es que se aplaude lo oportuna que fue esta acción de los estudiantes venezolanos.
Si algo ha quedado claro tanto en Egipto como en Túnez, es que una simple acción puede generar un efecto de dominó incontrolable. Esa interpretación seguramente la entendió el gobierno venezolano y prefirió jugar a lo seguro, entre otras cosas invitando a un diálogo de tu a tu con los estudiantes.
Sin embargo, lo que los voceros oficialistas obvian en sus discursitos es que en primer lugar al referirse a la huelga y responder a sus demandas, reconocieron, legitimaron y respetaron a la misma, en segundo lugar que cuando gritan que en Venezuela hay libertad, tolerancia y transparencia justamente demuestran nuestras carencias, y en tercer lugar que cuando deciden liberar a los presos políticos sin darse cuenta la careta se les cae solita.
En fin, Los jóvenes con sus acciones se alzaron nuevamente con otro triunfo y demostraron lo volátil y temible que son como actor político. El gobierno se cuidó y evitó en principio el efecto en cadena sin embargo el daño ya estaba hecho.
Tomas Horacio Hernandez
@TomasHHR @Diploos
