Rusia: ¿es posible la disuasión occidental? - Runrun

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La reciente anexión  de la Península de Crimea por parte de Rusia, así como las realizadas previamente sobre los territorios de Abjacia y Osetia del Sur, son, junto a la invasión a Georgia en el año del 2008 y el ataque cibernético desarrollado contra Estonia en el año 2007, muestras fehacientes de la peligrosidad que representa Moscú para el buen desenvolvimiento de la política internacional y en particular para sus Estados limítrofes.

Las ansias imperialistas de Putin, que siguen su curso con las acciones desestabilizadores tanto al este como al sur de Ucrania y en la república de Moldavia, han hecho prender, de manera más que tardía, las alarmas en los estrategas europeos y norteamericanos, quienes ahora, repetimos con mucho retardo, intentan dar una respuesta coherente al expansionismo e intervencionismo ruso. Los formuladores de políticas de seguridad se han visto insólitamente atrapados en un escenario en el que pareciera que Rusia no tendría que pagar algún precio por las  acciones violatorias del ordenamiento internacional y así, entonces, Europa tendría que aceptar sin remedio todas las acciones ejecutadas por Moscú.

Como señalaba un profesor de Estrategias de Seguridad del Instituto Gutiérrez Mellado de Madrid, a Rusia le saldría gratis realizar todos los desaguisados previamente mencionados,  mientras que los europeos de manera insólita considerarían  tal cuestión como “normal”. Algo no está bien, expresa nuestro académico español. La sociedad y el gobierno ruso, escribíamos en un artículo el año 2007, están dispuestos a pagar altos costos por recuperar el estatus de súper poder que disfrutaban en la época de la extinta URSS. Imagínese usted, amable lector, si todas sus actuaciones están libres de ellos. Es obvio que Moscú al tener poca o ninguna oposición a sus ansias expansionistas continúe con su estrategia, siendo sus  próximos objetivos Moldavia, así como los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania.

La propuesta  que señala el colega del Gutiérrez Mellado para detener la expansión rusa es por medio de la disuasión militar. Desde nuestra óptica, tal solución es la única posible y la habíamos expuesto en conversaciones informales con otros colegas estudiosos del tema. Si bien esta recomendación  no tiene nada de novedosa como estrategia, pareciera que es muy mal vista por las sociedades europeas quienes daban por finalizada la confrontación bipolar y suponen altos costos para sus ya sobrecargadas economías. Por otro lado para la audiencia norteamericana, con mucha razón, Estados Unidos no debería llevar el peso de la defensa de naciones que  estratégicamente están más relacionadas con Europa, que por cierto se ufana de ser la “primera economía del mundo”.

Es necesario esperar los próximos movimientos de Putin y ver si los europeos despiertan de su letargo y terminan, de una vez por todas, de quitarse la etiqueta de “potencia civil”.

 Leopoldo E. Colmenares G.

@LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”