La Habana: se cierra una nueva ronda de diálogos con las FARC, reseña Infobae - Runrun

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Sin avances concretos informados oficialmente, el primer ciclo de 2014 tendrá su último episodio. Actualmente los representantes del Gobierno y la guerrilla discuten sobre el tercero de los cinco puntos de la agenda: el narcotráfico

En declaraciones previas al comienzo de la ronda de diálogo que concluirá este jueves, el jefe de la delegación y ex vicepresidente Humberto de la Calle, reafirmó cuáles eran los objetivos que perseguía la comitiva para este año.

«Nuestro derrotero para 2014 es el mismo que nos orientó a todo lo largo del año pasado y es muy simple y concreto a la vez: trabajar sin descanso por alcanzar un acuerdo que le ponga fin al conflicto y nos abra definitivamente, y de una vez por todas, las puertas de la paz», afirmó.

En la práctica, desde que comenzó la primer ciclo de 2014, el lunes 13 de enero, no se ha informado sobre avances significativos en el álgido punto en discusión actualmente: las drogas ilícitas.

Sí fue necesario que este miércoles De la Calle desmintiera cinco cuestiones que a su criterio estaban siendo malintencionadamente motorizadas por «opositores del proceso de diálogo». Lo hizo a través de una nota de su autoría en el diario El Tiempo, la cual reproducimos íntegramente:

«1 – ‘En La Habana están entregando el país’.

Se teje en algunos círculos la idea de que el Gobierno se ha plegado a la llamada ‘revolución por contrato’. Esto es, que con el fin de obtener una paz a cualquier precio, la estrategia es entregar a las FARC las instituciones fundamentales del Estado y echar por la borda la tradición democrática de Colombia. Nada más alejado de la realidad.

Humberto de la Calle, jefe de la delegación oficial en los diálogos de paz de La Habana

Las conversaciones se han venido ciñendo estrictamente a los puntos pactados en el Acuerdo General de La Habana, del 26 de agosto del 2012: desarrollo rural, participación política y ciudadana, el problema de las drogas, la desmovilización y la dejación de armas, víctimas, es decir, mecanismos de justicia transicional y, por fin, refrendación y garantías.

Ambas partes encontraron que estos puntos son eficientes y suficientes para poner fin al conflicto y abrir, sin armas, una etapa amplia de transformaciones con garantías plenas para el movimiento que surja de las FARC y entre en la política.

El Gobierno no tiene previsto cambiar la agenda, ni ha aceptado que interpretaciones de las FARC logren ese propósito. Las conversaciones de La Habana tienen como destino terminar el conflicto y abrir una etapa de construcción de una paz estable y duradera, con participación democrática de todos los colombianos.

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, no hay que confundir las intervenciones habituales de las FARC a través de las cuales dan a conocer las más disímiles posiciones políticas, con lo que ocurre en la Mesa de Conversaciones. Las primeras servirán para nutrir la plataforma política de las FARC si dan el paso de la terminación del conflicto y escogen el camino de luchar por sus ideas dentro de un marco de garantías.

El presidente Santos se refirió a las FARC este miércoles en España: «No estamos negociando con unos ángeles»

 

En tercer lugar, lo pactado hasta ahora en los dos primeros puntos de la agenda, si bien contiene puntos trascendentales para una reforma rural integral y para una nueva apertura democrática, está inscrito fielmente en el ideario del estado social de derecho. Lo pactado implica reformas, incluso reformas constitucionales, pero nada de ello corresponde a devaneos ni concesiones que desvirtúen la esencia de la democracia.

2 – ‘Viene una reducción de las FF. AA. y de su estatus’

Totalmente falso. La estructura y el funcionamiento de las Fuerzas Armadas fue específicamente excluido de las conversaciones. Mientras duran las discusiones, las Fuerzas Armadas seguirán operando a plenitud, y si se llega a un acuerdo, continuarán cumpliendo con su mandato constitucional en un contexto de paz. En cuanto a la remuneración, prestaciones sociales y estatus actual, no existe en el Gobierno ninguna iniciativa para desmejorarlos.

3 – ‘La reforma rural integral afecta la propiedad privada’

Se convinieron una serie de transformaciones de la realidad rural, equidad y democracia, pensado en beneficiar al pequeño productor. Los acuerdos buscan que el mayor número de habitantes del campo sin tierra o con tierra insuficiente puedan acceder a ella, mediante la creación de un Fondo de Tierras para la Paz. Esto, acompañado de planes de vivienda, agua potable, asistencia técnica, capacitación, educación, adecuación de tierras, infraestructura y recuperación de suelos.

Es un cambio histórico, un renacimiento del campo colombiano, que puede darse en el escenario del fin del conflicto. Todo esto se hará con pleno respeto por la propiedad privada y el Estado de derecho. Los propietarios legales nada tienen que temer. Sobre algunas versiones recientes relacionadas con la supuesta afectación de tierras aledañas a centros poblados, hemos aclarado con toda precisión este desaguisado.

En la legislación actual existe la extinción judicial del dominio contra adquirientes ilegales. Lo pactado en La Habana solo busca agilizar los trámites que hasta ahora han sido muy lentos. No se ha modificado la idea central de que la extinción judicial del dominio se ocupa solo de bienes ilegales. En cuanto a la llamada extinción administrativa, ella no ha sido modificada en La Habana. Se trata de normas antiguas, de varias décadas de expedición, sobre las cuales no hay modificación de ninguna clase.

4 – ‘Las conversaciones son de espaldas al país’

La experiencia mundial y [la] colombiana indica[n] que para que estas conversaciones fructifiquen es necesaria una dosis de confidencialidad. Negociar por los micrófonos es la mejor forma de frustrar el proceso. Pero tal como está acordado por ambas partes, un acuerdo final debe ser sometido a refrendación de toda la ciudadanía, previo un periodo de discusión abierta y profunda. Nada se hará a espaldas del país.

Víctimas de las FARC le reclaman a ambas delegaciones formar parte del proceso de diálogo

Es cada colombiano el que decide en la intimidad de su conciencia. No obstante lo anterior, sin eliminar ese principio básico, se ha brindado información adecuada. Yo, como jefe de la delegación del Gobierno, he realizado 23 intervenciones desde la instalación de la mesa de conversaciones en La Habana. Ambas partes dieron a la publicidad sendos informes sobre los dos puntos acordados.

La delegación del Gobierno ha asistido a más de 50 foros de la más diversa naturaleza: partidos políticos, gremios, víctimas, periodistas, asociaciones femeninas y universidades. En desarrollo de la agenda se han celebrado foros amplios y pluralistas sobre tres puntos, los dos últimos sobre el problema mundial de las drogas.

A su vez, el Congreso promovió foros sobre víctimas y desarrollo rural, con participación amplia de la sociedad.

Las delegaciones definieron tres mecanismos de participación ciudadana: recepción de propuestas sobre los puntos de la agenda de ciudadanos y organizaciones, por medios físicos o electrónicos; consultas directas para recibir propuestas sobre dichos puntos, y la delegación en un tercero de la organización de espacios de participación.

5 – ‘Habrá impunidad para los responsables de crímenes contra la humanidad’

El marco jurídico para la paz contempla los límites generales de una estrategia integral de justicia transicional, que necesariamente tendrá que enmarcarse en las obligaciones internacionales del Estado colombiano. La integralidad se refiere, por un lado, a lograr una aplicación coherente de una serie de distintas medidas judiciales y extrajudiciales para la satisfacción de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. De otro, a permitir la reintegración sostenible de los excombatientes en la vida civil.

Todo el esfuerzo que adelanta el Gobierno para lograr la terminación del conflicto debe concluir en un fortalecimiento integral de la [J]usticia y el imperio de la ley en todo el territorio nacional, lo cual es la verdadera garantía de no repetición.

El tratamiento jurídico de quienes hayan participado en graves violaciones de los derechos humanos depende de su disposición para reconocer su responsabilidad, hacer frente a sus víctimas y participar activamente en la reconstrucción de la verdad y en la reparación.

En contextos como el colombiano, donde se requiere hacer frente a un legado de graves y sistemáticas violaciones de los derechos humanos, una estrategia seria de lucha contra la impunidad supone reconocer los límites del proceso penal y multiplicar los esfuerzos a través de distintos mecanismos.

Más allá del número de procesos penales y los años de privación de la libertad, la verdadera lucha contra la impunidad se concentra en develar qué fue lo que sucedió y por qué; reconocer a las víctimas y repararlas integralmente de manera pronta, y atribuir responsabilidad a los máximos responsables de los crímenes internacionales, a través de mecanismos públicos, de fácil acceso, con decisiones prontas y claras, que les permitan a las víctimas y a la sociedad volver a confiar en las instituciones.

En resumen, la justicia transicional no es un acto de resignación y de concesiones a los victimarios, más bien es una oportunidad para hacer frente de manera definitiva a un legado de gravísimas violaciones de los derechos humanos, y arraigar, por fin, el Estado de derecho en todo el territorio.

Conclusión. Bienvenida la crítica. Finalmente, como se dijo, serán los colombianos los que decidan el rumbo. Pero, entre tanto, es necesario un esfuerzo leal para que la discusión se base en hechos ciertos y no en mitos y leyendas propagados en contra de la realidad».

 

Por Bruno Tommasi / btommasi@infobae.com

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