El drama de los 25.000 venezolanos que a diario entran caminando a Colombia
El drama de los 25.000 venezolanos que a diario entran caminando a Colombia

venezolanos cruzando la frontera

 

Jesús Rosales, un venezolano de 24 años, crítico de las políticas de su gobierno, interrumpe el protocolo de Migración a un costado de la fila. Quiere abrazar una última vez a su tía y a dos amigas bajo el cielo nublado.

La brisa -fría, mas no gélida- jadea tenue a la 1:03 de la tarde de este sábado en el pliegue fronterizo que une al occidente de Venezuela y el oriente de Colombia. Huele a monte y arena húmedos.

El bullicio quedó proscrito a San Antonio, un pueblo venezolano que se enclava en las montañas decenas de metros atrás. Las aguas del río Táchira apenas se escuchan.

El bolso y el morral que el muchacho carga a cuestas incomodan la despedida. Todos sollozan. Una leve llovizna les baña, pero él suda. Está demacrado.

El adiós interrumpe la formalidad en el Puente Internacional Simón Bolívar, principal cruce migratorio entre ambas naciones.

Es un paso estrictamente peatonal, y centenares de venezolanos se agolpan en línea dentro de un lindero angosto de cadenas de acero, que les conduce hacia un par de toldos de Migración y la Dirección de Impuestos y Aduanas de Colombia.

Todos cargan maletas, bolsos, bultos, almohadas, cajas y bolsas de comida o enseres. Pueden transportarlos sin mayor revisión ni objeción de parte de las autoridades.

La gente mira de soslayo a Jesús y a Mambre Delgado, su amigo y compañero de éxodo. Entregan sus documentos a los agentes aduaneros: la cédula de identidad y la tarjeta de movilidad fronteriza bastan para avanzar.

Jesús no viaja por placer. Huye.

«Nos sacan, viejo. Nos están persiguiendo», le cuenta a BBC Mundo y le confiesa que protestó durante semanas contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro en su natal Palmero, un asentamiento de Táchira.

Denuncia que los agentes de las fuerzas públicas del Estado detuvieron y golpearon a tres de sus amigos manifestantes hasta dejarlos hospitalizados en cuidados intensivos. Pero no los nombra, para protegerlos.

 

 

terroristas», como acostumbran calificar a los venezolanos que desde abril tomaron las calles para bloquearlas y expresar así su descontento con las autoridades. Más de 120 personas han perdido la vida en esas protestas.

Pero, al menos hoy, los dos jóvenes quierensaber poco o nada de su tierra.

«Medio pueblo se ha ido. Allá solo hay miseria».

 

Transfusión de gente

San Antonio del Táchira y San José de Cúcuta comparten un torrente de gente. Miles fluyen por sus arterias al ritmo que indique el colesterol de la política y la economía de sus naciones.

Y esa transfusión de ciudadanos ha aumentado en las últimas semanas desde Venezuela debido al agravamiento de su conflictividad social.

Un promedio de 25 mil venezolanos por día atraviesan los 315 metros de extensión del puente Simón Bolívar, según datos aportados por Migración Colombia. Llegan desde los cuatro puntos cardinales de Venezuela. En bus, en taxis compartidos, en vehículo propio… Como sea.

Este sábado habrán cruzado al final de la jornada 23.346 oriundos de la tierra de Bolívar, de acuerdo con los registros.

Son cifras propias de un éxodo masivo: 16 venezolanos por minuto cruzan hacia Colombia, 972 cada hora. No hay mayor certeza de quién regresa y quién se queda. Dennis Rivero, una señora amable de unos 40 años, espera a su esposo junto a su niña en la oficina de Migración, ya del lado colombiano. Su pareja, trabajador de campo, sella los pasaportes de los tres.

«Voy a Colombia un mes para comer bien», comenta, sonriendo.

Entre los migrantes hay especies varias. Existen quienes viajan hasta Cúcuta de vacaciones, a visitar familiares o a hacer mercado por un tiempo perentorio. Pueden estar en Colombia desde un día hasta semanas o meses.

Comprar harina de maíz o un kilo de arroz blanco en Cúcuta puede ser más rentable que hacerlo en Venezuela, donde pueden costar hasta 35% o 40% más.

 

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