Smartmatic siempre lleva su 'sanbenito', incluso en EEUU
Smartmatic siempre lleva su ‘sanbenito’, incluso en EEUU

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A la derecha, el lord Mark Malloch-Brown, chairman de Smartmatic, junto al presidente y CEO del IFES, William Sweeney.

 

Apareció Edward Snowden y decretó el terror. A cuatro días de las elecciones en EEUU, el 4 de noviembre, una denuncia (con demostraciones prácticas) sobre vulnerabilidades en el sistema de escrutinio de los votos salió a la luz en prensa abierta y digital.

Víctor Suárez

@VV_Suarez

Sonó el nombre de George Soros y se decretó el terror(ismo). También estaba circulando una petición ciudadana, firmada por más de 126 mil personas, que sería llevada al Congreso para que decidiera sobre la paralización del proceso electoral hasta tanto no fueran retiradas máquinas de votación instaladas en circuitos de 16 estados considerados cruciales, por cuanto pertenecerían a una empresa en la cual el magnate Soros tendría intereses, y que se temía que los resultados fueran inclinados a favor de su candidata Hillary Clinton.

 

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Antonio Mugica, fundador y gerente general de Smartmatic

 

El candidato republicano Donald Trump había estado reclamando durante meses que las elecciones estarían siendo «manipuladas» y advirtió a sus partidarios de que el fraude electoral podría dejarlo fuera de la Casa Blanca. Finalmente amenazó con no aceptar los resultados, a menos que ganara. Y ganó.

El asunto no comienza enteramente así. El 27 de octubre se presentó en el programa «Sala Situacional» de CNN el representante Sean Duffy, republicano por el estado de Wisconsin. Esparce rumores: «No tengo evidencia, no lo he verificado. Son artículos que he leído. Escuchamos que una de las empresas de George Soros ha proporcionado algunas de las máquinas para algunos de estos estados. Y, obviamente, el señor Soros se aferra a la izquierda … No lo he verificado personalmente todavía».

Ese comentario había sido desmentido una semana antes por el portal caza-rumores Snopes, y tres días antes por The Washington Post y Buzzfeed, luego de que había emergido en sitios conservadores tipo The Caller.

El objetivo de los aguijones multilaterales era la empresa tecnológica de origen venezolano Smartmatic, que a última hora debió hacer grandes esfuerzos legales, publicitarios y de mercadeo para disipar las dudas y desentenderse del problema, si es que lo hubiera.

 

EL SUEÑO AMERICANO

A pesar de todas sus petulancias, el sistema electoral en Estados Unidos no ha culminado de implementar el voto electrónico. Desde 2002 están trabajando en ello. El Congreso creó un Programa de Asistencia Electoral y se han estado distribuyendo fondos federales por cerca de 3.000 millones de dólares con el fin de actualizar las votaciones estatales y locales. Aunque en 2016 han sido utilizados diversos dispositivos electrónicos (computadoras con pantalla táctil) en algunas localidades, lo cierto es que tres cuartas partes de los votantes usaron papel y urna en las elecciones presidenciales. De manera que falta muchísimo para que sea culminada la transición desde el uso de aquella tarjeta perforada hasta el voto electrónico pleno, incluyendo el voto en línea. Muchos de los paseos que hacía la TV por los recintos electorales el día de la elección mostraban a funcionarios que contaban a mano papeletas depositadas en urnas de cartón.

Por el monto de los fondos involucrados, por el extenso mercado estadounidense, refinada tecnología y compleja legislación, las grandes empresas del sector hacen lobbies grandiosos para que el horizonte se les despeje 360 grados. Esperan un efecto cascada. El modelo que escoja EEUU serviría de ejemplo para otros mercados, aunque si a ver vamos muchos países ya se le han ido arriba.

En esa carrera se encuentra Smartmatic. En EEUU no ha podido entrar con la fuerza que quisiera, pero considera que se está acercando al mingo. Nació en medio de turbulencias (2000). En las elecciones venezolanas de 2004 y posteriores se le acusó de acunar fraude y de contar entre sus accionistas a personeros gubernamentales que hacían dudar de su fiabilidad. Lo ha desmentido mil veces. Sin embargo, los gobiernos de Chávez y Maduro no han dejado de blasonar: «Tenemos el mejor sistema electoral del mundo…, refrendado por el Centro Carter». En 2005 adquirió Sequoia Voting Systems, una empresa con bastante tradición en EEUU, pero una disputa sobre inversiones extranjeras (rebote de las políticas de obstrucción a China) le obligó a venderla en 2010 a la canadiense Dominion Voting Systems. A ésta fue que a la que experimentalmente le hackearon las máquinas y Snowden puso en ridículo.

Su expansión internacional ha sido notable en los últimos 8 años. De minúsculas oficinas en Caracas, mudó su cuartel general a Boca Ratón (Florida, EEUU), luego instaló oficinas comerciales principales en Londres y asentó bagajes en Barbados, Brasil, Panamá, Reino Unido, Países Bajos, Filipinas y Taiwán. Trabaja mucho en África, México y América del Sur. Mantiene un centro de excelencia en Estonia y diversifica sus objetivos empresariales hacia terrenos alejados del voto pero no del votante, como gestión de identidad (registro civil, censo electoral, proyectos de registro y autenticación biométrica de personas). Su envión más novedoso se encuentra en servicios de transporte y seguridad ciudadana para Ciudades Inteligentes (Smart Cities). Ya no sólo se sientan en sus directivas aquellos chicos que se mataban por un sorbete, sino que ha hinchado el vagón gerencial con figuras corporativas de gran ascendencia comercial y política, regional y mundial. En estos momentos su fundador y gerente general, Antonio Mugica, ni siquiera recordará que nació en Venezuela ni que su capital semilla manó de las arcas de ese país.

Uno de esos gerentes es el chairman (presidente del Consejo de Administración), el lord inglés Mark Malloch-Brown, veterano del sistema de Naciones Unidas y ministro de Estado para África, Asia y ONU durante el gobierno del laborista Gordon Brown.

 

WE THE PEOPLE

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El 21 de octubre, tres semanas antes de las elecciones, apareció una petición en uno de los sistemas digitales de recolección de firmas en torno a pronunciamientos cívicos (petitions.whitehouse.gov), en el que se pedía a la gente que respaldara lo siguiente: «We the people ask congress to meet in emergency session about removing George Soros owned voting machines from 16 states» (Nosotros, el pueblo, pedimos que el Congreso se reúna en sesión de emergencia para la eliminación de George Soros de la propiedad de máquinas de votación en 16 estados). Entre los estados señalados se encuentran Arizona, Colorado, Florida, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Virginia.

Ello, por supuesto, abrió el debate. ¿Interviene Soros en la gestión de las elecciones? ¿Las máquinas en liza son de Smartmatic? ¿Soros posee alguna parcela de Smartmatic?

La carambola entre el magnate de las finanzas mundiales George Soros y el presidente  de Smartmatic es posible establecerla debido a que éste es miembro del Consejo Global de Open Society Foundations, una red de 22 organizaciones sin fines de lucro creada por Soros que se dedica a asuntos tan dispares como la reducción de la pobreza y la resolución de conflictos. La empresa ha dicho que su lord no ha trabajado ni trabaja con, ni para Soros y que en su capital no interviene Soros. Repitió una vez más: «El señor Soros tiene cero propiedad en nuestra empresa. Smartmatic no tiene vínculos con partidos o grupos políticos en ningún país y se rige por un estricto código de ética que prohíbe a la empresa hacer donaciones a cualquier campaña política de cualquier tipo.» Esto último no se lo terminan de creer en Venezuela.

 

ESCRUTADORAS HACKEADAS

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Más tarde, a 96 horas de abrir las urnas, una empresa especialista en ciberseguridad advirtió que las máquinas escrutadoras utilizadas en California, Florida y New Jersey son vulnerables y que están expuestas a que se alteren los resultados electorales en cualquier fase de la votación. Lo demuestran. Utilizan tarjetas de memoria de 25 dólares para sobreescribir el software empotrado y así falsear los resultados. Lo hacen limpiamente.

La empresa, llamada Cylance, dijo que fueron capaces de hackear el modelo Sequoia AVC Edge Mk1. Esta es una variante de la pantalla táctil de la Sequoia AVC Advantage.

No es la primera vez que una denuncia de este tipo es publicada, sólo que ahora lo hace la revista Fortune, una de las más prestigiosas de EEUU. La revista Politico lo expuso así en una portada reciente: «Advantage es una de las más antiguas y vulnerables máquinas de votación electrónica en Estados Unidos». El artículo detallaba cómo un grupo separado de académicos también había sido capaz de hackear estas máquinas, incluso infectando a Edge con un software malicioso que la convertía en medio para jugar Pac-Man.

En la demostración de Cylance, los investigadores fueron capaces de alterar la memoria de la máquina, así como el rastro de papel que creó para cambiar el recuento de votos y registros de precintos.

Y a 48 horas de la elección apareció el vengador Edward Snowden, quien se remite a los hallazgos de Cylance, y muestra a sus 2.4 millones de seguidores en Twitter lo fácil que es hackear una máquina de votación en EEUU con una tarjeta de memoria de 24 libras. «(Las autoridades tienen) poco tiempo para remendar esta vulnerabilidad, pero todavía pueden prohibir el uso de este modelo».

Como el retintín continuaba, no había más remedio que continuar explicando.

Smartmatic tuvo que reiterar que no tenía intereses en Sequoia, que la había vendido a la canadiense Dominion, que esas máquinas no eran suyas y que, finalmente, no estaba involucrada en las elecciones presidenciales de EEUU de este año. «No estamos desplegando nuestra tecnología en ningún condado de EEUU en estas elecciones», señaló en un comunicado.

Por ahora…

El sanbenito es persistente. Sistemas no fiables, asociaciones tenebrosas o no deseables, puros rumores y campañas…

Ese chaparrón en medios y su correspondiente esfuerzo para capearlo quizá no le haya venido mal a Smartmatic. Mientras 90 millones de estadounidenses estaban votando, las mayores empresas de tecnologías electorales de todo el mundo estaban discutiendo en cónclave el futuro del universo. En el hotel Marriot Marquis, en Washington, se reunía entre el 6 y el 10 de noviembre el Programa Elecciones en USA 2016 (USEP) y la séptima Conferencia de la Asociación Global de Elecciones (GEO-7), bajo los auspicios de la International Foundation for Electoral Systems (IFES). Entre los puntos principales a discutir se encontraba la evaluación de una década de reformas electorales en Estados Unidos.

Ranqueada entre las grandes se veía a Smartmatic. Antonio Mugica, pontificando sobre la construcción de confianza en la administración electoral, y al lord Mark Malloch-Brown junto al presidente y CEO del IFES, William Sweeney.

Mientras en Caracas le embargan los bienes por un tema laboral con un empleado. El Estado le adeuda 53 millones de dólares. No se sabe si va a continuar aportando tecnología y equipos al CNE, en momentos en que se discute la posibilidad de elecciones simples o de megaelecciones. Un tema adicional para la Mesa de Diálogo…