Venezolanos protestan cada miércoles desde cataluña
Venezolanos se activan en protestas desde cataluña

 

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Andrea Daza Tapia
Fotos Laura Álvarez

Cada semana, los miércoles, se reúnen en Plaza Universitat para protestar. Manel, un sesentón de barba blanca, sostiene uno de los extremos de la pancarta. “Al principio, Hugo Chávez me maravillaba”, dice. “Las ayudas sociales”, pone el ejemplo. “Después parece que se acercó demasiado al poder”, suspira. Hoy, como cada miércoles, Manel se solidariza. Los venezolanos no están solos.

A partir de las siete de la noche, el grupo empieza a crecer. Banderas en gorra, Venezuela en bandera compartiendo tela con rostros como el de Bassil Dacosta, asesinado por una bala durante las protestas del año pasado. Al menos cuatro de los movimientos que se activaron por esta época, en 2014, están presentes: Voz y Libertad, Protesta Express, VenMundo y el principal convocante, SOS Venezuela. A ellos se suma uno nuevo: Estudiantes sin Cadivi en Barcelona.

Hace unos días hicieron una concentración en Plaza Catalunya. Este domingo lo harán en la Plaza Sant Jaume. El 4 de febrero se instalaron en la entrada del Casal de l’Alba, boicoteando la conferencia que había organizado el Consulado para conmemorar la intentona de golpe de Estado que en 1992 comandó Hugo Chávez, y que entonces fracasó. Mientras afuera gritaban “¡digan la verdad!”; adentro, Federico Ruiz, asesor político de Chávez, con figuración en el Ministerio del Trabajo y el Ministerio del Ambiente, intentaba argumentar “cómo se había producido aquella sublevación”. Se concentraba: “El legado del Comandante”, y subían el volumen del altavoz; “el yugo español”, y las cornetas reventaban en feedback; “entonces el Pacto de Punto Fijo”. Y afuera cantaban el himno. Hasta que Ruiz no pudo evitarlo: “Ustedes me perdonan, pero a mí me tiene nervioso ese himno que cantan ahí”. Pausa. Trago de agua y sigamos: “¿Qué significa el Caracazo?”.

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El 6 de febrero, la asociación Alianza por la Libertad consiguió, con el apoyo del Partido Popular de Catalunya y de Ciutadans, una resolución de condena de las acciones contra los derechos humanos en Venezuela, de parte de la Comisión de Acción Exterior, Unión Europea y Cooperación del Parlament. Se aprobó con algunas modificaciones propuestas por Esquerra Republicana de Catalunya: que se condenasen las “acciones violentas” ocurridas durante “febrero y marzo de 2014”; que se manifestase la solidaridad con “todas las personas e instituciones que han sido víctimas de acciones violentas”; que esa solidaridad se extendiese hacia los “ciudadanos y funcionarios muertos”. Y finalmente, que se apoyase “el diálogo entre gobierno y oposición para garantizar el respeto a la democracia, así como la condena a los intentos violentos de modificar los mandatos democráticos”.

Vicente toma el micrófono y subido en uno de los muros de la Plaza Universitat grita: “¡Esto no puede seguir en Venezuela!”. Dice que todos somos líderes del cambio. “Yo me responsabilizo y lo digo, ¡Venezuela es puente del narcotráfico!”. Un apuntador espontáneo añade: “¡Lo dice la prensa!”. Ondean las banderas. “¡No van a salir con votos!”. La gente se lamenta. “¡Estas elecciones y todas son amañadas!”. Se fruncen los ceños. Otro orador toma el micrófono y advierte: “Estas denuncias cuestan dinero… no es martillo, pero cada bandera costó 42 euros. Quizás el domingo…”. Cambio de orador. “Llevamos casi siete meses sin Cadivi”. Laura, de la asociación de estudiantes, explicará después que consiguieron una audiencia con el nuevo cónsul Ricardo Capella, y que él se había comprometido a hacer lo que estuviese en sus manos. Que de momento, mandaran una instancia. “Para atrás no podemos ir”, dijo Laura.

Mientras duró la manifestación, se condenó la resolución del Ministerio de la Defensa “en la que se permite a los funcionarios de las fuerzas de seguridad del Estado usar armas letales contra manifestantes”, como recoge la nota de prensa que más tarde haría circular SOS Venezuela. En definitiva, el motor de todo fue la muerte de Kluiberth Roa, de 14 años de edad, a manos de un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana. Otra pancarta más. Otra bandera más. Un venezolano menos.

Cecilia, casi siempre presente en estas manifestaciones, agarra el micrófono: “Para quienes no me conozcan yo soy Cecilia Bellorín”. Leyó un artículo de Aníbal Romero titulado “Los héroes son necesarios” y dijo: “Tenemos que derrotar el miedo”. Coletilla: “Para quien quiera leer el artículo completo, lo subiré al Facebook”. Casi dos horas duró la concentración, con 15 grados de frío, bufandas y abrigos. “¡Quedamos entonces el domingo!”. Este “pancartazo”, como se identificó la acción se tituló “Muera la opresión”. La manifestación del domingo se llamará “Abajo cadenas”.

A Manel le pasan un volante donde se lee: “Los miércoles, la población tibetana comenzó a biocotear los productos Made in China”. Explica que se trata de un “activismo sencillo y de bajo riesgo”, que poco a poco, se ha extendido por todo Tíbet. “Se le conoce con el nombre de LHAKAR, palabra tibetana que se traduce literalmente como ‘Miércoles Blanco”. Ahí está él, sosteniendo una pancarta que dice “Por un Tíbet libre, sin opresión China”, en diagonal a los venezolanos, que alzan su desesperación, en este último miércoles de febrero.