El camino de la servidumbre por Maxim Ross - Runrun
Sendai Zea Dic 12, 2013 | Actualizado hace 10 años

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Hace algunos años escribí unas notas en referencia al título de uno de los más famosos planteamientos desarrollados por Frederick A. Hayek,  «El camino de la servidumbre» ( ), en ocasión de su crítica al surgimiento del nazismo en Alemania y sus consecuencias para la democracia y la libertad. Como encuentro gran similitud con los hechos que describe y los argumentos que utiliza para desnudar la ruta del totalitarismo reitero mis inquietudes.

El camino de la servidumbre es la historia y el análisis de cómo llega al poder Hitler en la Alemania de principios del siglo pasado y de cómo la idea de un mundo nuevo tenía que aniquilar el anterior. Hayek enfrenta dos sistemas de pensamiento, el de la tradición liberal en la que el individuo y la libertad son pilares fundamentales del género humano, de una sociedad abierta y de una democracia pluralista, con el de la sociedad cerrada, guiada por una doctrina común para todos los seres humanos, donde no cabe las democracias, cuyo origen remonta al sistema de pensamiento filosófico alemán de un Hegel o un Marx, en su versión holística de la sociedad y la historia. Como luego lo tradujo un Fidel Castro: «dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada».

La ruta abandonada

Largos y rigurosos textos han defendido la idea de que las sociedades requieren de cambios revolucionarios para reorientar sus destinos, sobre todo si se perciben signos alarmantes de agotamiento, fatiga y crisis, pero una cosa es esta constatación, sin duda valida y otra cosa es la verificación de que la revolución termina en el gran fracaso de querer imponer su régimen por la  fuerza  o, al final, en el reconocimiento de que no queda otro camino que retomar la ruta del incrementalismo, esto es del cambio paulatino en el que priva la libertad por excelencia y la sociedad, como un todo, toma la vanguardia. Muchos años pasan para aceptar esa realidad, si no tómese el ejemplo de la Unión Soviética, de la actual China y, aun, de Cuba que, con todo y su progresiva y tímida apertura, está de regreso a la ruta abandonada.

La construcción totalitaria

Impresionante es observar la gran similitud de medios y herramientas que han utilizado los regímenes que intentan implantar esas revoluciones a lo que hoy sucede en Venezuela: la gran utopía, el hombre nuevo, un objetivo único y global para toda la sociedad, el partido único representante del «pueblo» y de la «nueva verdad», la sustitución del individuo por el colectivo y de lo social por encima de lo humano. El uso de la propaganda.

Gobernar con la centralización y la planificación y, sobretodo, colocar al Estado como el único ente capaz de representar aquella «verdad», la del bien común, cierran el círculo totalitario. Como bien lo pone Hayek, citando a F. Hoelderlin: «Lo que ha hecho del Estado un infierno en la tierra ha sido, precisamente, que el hombre lo ha querido hacer su paraíso» (la traducción es mía). La oración no puede ser más ilustrativa y dramática, si tomamos en cuenta como ese Estado se apodera del poder a espaldas de la sociedad. No apelaré a los ejemplos extremos del Estado de Hitler, Stalin o Mao. Me quedo con esa monstruosidad en la que se ha convertido el Estado venezolano.

¿El camino de la servidumbre?

La sociedad tiene dos posibilidades ante este moderno Leviathan: someterse, apaciguarse, convertirse en su esclavo, subordinarse a él y a ellos, esto es, el camino de la servidumbre o, rebelarse y enfrentar la colosal tarea de retomar la ruta abandonada y reconstruirse como seres humanos en la democracia, el pluralismo y la libertad. Como bien dijo Popper en un tiempo: (2)

«Es este un problema que debemos encarar francamente, por duro que ello nos resulte. Si soñamos con retornar a nuestra infancia, si nos tienta el deseo de confiar en los demás y dejarnos ser felices, si eludimos el deber de llevar nuestra cruz, la cruz del humanitarismo, de la razón, de la responsabilidad, si nos sentimos desalentados y agobiados por el peso de nuestra carga, entonces deberemos tratar de fortalecernos con la clara comprensión de la simple decisión que tenemos ante nosotros. Siempre nos quedará la posibilidad de regresar a las bestias. Pero si queremos seguir siendo humanos, entonces solo habrá un camino, el de la sociedad abierta. Debemos proseguir hacia lo desconocido, lo incierto y lo inestable sirviéndonos de la razón de que podamos disponer, para procurarnos la seguridad y la libertad a que aspiramos».
Me despido hasta el 2014. ¡Un cálido saludo navideño a mis lectores!

1. The Road to Serfdom. F: A. Hayek. Routledge and Kegan Paul. 1944. Tome algunos de los nombres de sus capítulos por alegóricos al tema.

2. «La sociedad abierta y sus enemigos». K. R. Popper. En «Hecho en Venezuela». M. Ross.1993

maximross@cantv.net

Fuente: El Universal