Con tantas cosas terribles encima de uno, con tantas angustias para sobrevivir, con este caos que es Venezuela en todas sus necesidades y atropellos, uno comienza a sentir la opresión de los medios, de la información que se provocaba en cada denuncia, cada acto ciudadano, cada abuso cometido. Hoy es más grande Globovisión y más lastimera la pantalla que la ocupa. Lo que todavía se escurre bajo la bota que hoy pisotea garantías y sueños son las redes sociales, y eso hasta que ya no lo soporten y actúen contra ellas. Esta es una Venezuela que siente ya dolor en su propia piel con estos odios nuevos que de repente han aparecido en el discurso perverso de un poder envilecido y personalista. Pero todavía se “cuelan”informaciones que dan exacta medida de lo duro que va a ser cambiar este horror pero a su vez convencen lo reclamante de un régimen de libertades que ayude a resolver el incierto destino de hoy.

Y cuando eso llegue, la justicia, por encima de todo, tendrá en sus manos, más que cualquier otra angustia, que poner en orden la inmensa tarea de superar en arduo empeño, la anarquía y el ventajismo de los valores, que descubrir y castigar y también que ordenar y resarcir a quienes han hecho un botín del país y de quienes han condenado inocentes en venganzas y deleites miserables.

La Justicia tiene que recuperarse para devolver la fe a los venezolanos, para recobrar la transparencia que permita a sus ciudadanos dormir tranquilos.

No puede ser que hombres como Simonovis y mujeres como la Jueza Afiuni sean el modelo de la “justicia”. Que un Presidente mande a poner presos por capricho o amenace con celdas. Ni puede ser posible que un hermano de un Presidente sin ser abogado siquiera ocupe la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, que es el ente que tiene que ver con los jueces , con todo lo que decide su conducta y su labor. ¿Quién puede confiar en los jueces hoy, cuando el adoctrinamiento y el pago a los convenios y decisiones están en manos del propio poder impugnado y señalado por más de la mitad de Venezuela que paga, intimida y silencia?

La tarea de cambiar todo el abuso es inmensa..Lo es más convencernos de su urgencia, no poner de lado por un segundo que se trata de salvar a Venezuela, que ya no hay ninguna concesión que hacer. Que lo que no hagamos hoy ya no lo podremos hacer mañana porque no hay consideración ni razón en los usurpadores y aventureros que están en el poder y que no aceptan siquiera Constitución o principios que no sean los que conforman este asalto inmoral a la conciencia nacional..

Nos toca casi lo imposible para restituir derechos y garantías, leyes y principios.