Maduro y el síndrome socialista por Luis De Lion - Runrun

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Las únicas conclusiones que puedo extraer de las intervenciones de Maduro durante sus llamados actos de gobierno de calle, son que él se siente muy bien, tan bien que se imagina ocupando el cargo por quince años más, que está satisfecho de su balance y que la situación de Venezuela mejora día a día y los signos de esa prosperidad son sumamente prometedores.

El relanzamiento económico, está presente. La producción industrial, se ha puesto de nuevo en marcha. El consumo, está en alza. Hay pleno empleo. El segundo semestre del año será aún mejor que el primero.

No estoy extrapolando, ni interpretando, Maduro ha dicho eso en términos claros. Somos nosotros los confundidos.

Si Maduro cree en lo que dice, está soñando. Si él no se lo cree, está mintiendo. Que se lo crea o no, es peligroso. Me voy a inclinar por la primera hipótesis, la de la alucinación, antes que por la segunda, la de la deshonestidad, que sería una inadmisible forma de desprecio.

En apariencia luce inocente en su manera de negar la realidad, parece estar bien consigo mismo, pero Maduro, gracias a un curioso fenómeno mental, confunde la dura realidad con su convicción.

Seguro de sí mismo, convencido firmemente que su política es la buena, anticipa los efectos positivos. Esto es, un síndrome socialista. Nosotros los hijos de Bolívar, de Castro y de Chávez somos los exclusivos detentadores de una misión superior – la defensa de los valores de la justicia y de la igualdad – y como la verdad está de nuestro lado, la acción que estamos llevando adelante no podía ser otra cosa que eficaz. Dicho esto, los resultados están cantados por adelantado, antes de arrancar. Nosotros los socialistas, no podemos equivocarnos, menos aún si seguimos la luz del faro, de la razón y la ponderación que Chávez encarnó.

El inconveniente de ésta interpretación, de ser cierta y fidedigna, exoneraría a Maduro de toda malicia política. Pero podemos acostarnos a soñar, sin llegar al extremo de las livideces, sin menospreciar completamente los intereses de Maduro.

No debe sorprendernos que, luego de escucharle, una mayoría de venezolanos no le otorguen plena confianza al autoproclamado primer presidente chavista. Una mayoría que no vive de la ilusión sino que padece la realidad.

Me atrevería a apostar que esos millones de venezolanos no pudieron ser convencidos por la antología de contraverdades, ni por el festival de piruetas destinadas a echarle tierra en los ojos a la población.

Cual es la necesidad de tantas demostraciones sin contenido, sin pruebas y sin anuncios serios. Como telón de fondo de un gobierno de calle, sin pavimento político.

Todo un símbolo, la soledad de un régimen con un discurso vacío dirigido a un pueblo ausente.

Una ausencia ciudadana, en la que también tienen su parte de culpa, las continúas contradicciones del liderazgo opositor y su enfermizo dogma electorero.

 

@LDeLION

luisdelion@gmail.com