Solidaridad en cola por Nelson Eduardo Bocaranda - Runrun

cola-cua

 

Por: Nelson Eduardo Bocaranda

@randompiece

Desde que Farmatodo tomó la «iniciativa» de controlar la venta al mejor estilo de Cuba o la infame «papahuella» -que pasó de ser obligatoria a opcional-, las compras en Farmatodo se volvieron semanales y no diarias.

Debatir sobre la necesidad de un control de venta, atado al número de cédula de los compradores, parece ya redundante. El control está implementado en las cientos de tiendas de la cadena, a escala nacional y parece una movida un tanto «jalabolas» de la empresa premium de farmacias en Venezuela.

Como padre de una bebé de 10 meses me resulta incómodo poder comprar tan sólo dos bolsas de pañales y dos paquetes de toallitas húmedas a la semana. Y eso si, con algo de suerte, los encuentro; o si mejor aún pego la trifecta y consigo los de la talla y marca que mejor le van a mi hija.

Pero en las colas uno se solidariza. A falta de patria uno se vuelve más venezolano y encuentra en sus conciudadanos un hombro para llorar y despotricar al peor Gobierno que ha tenido este país desde la Capitanía General de 1777.

En una cola de 45 o de 5 minutos, cualquiera encuentra almas nobles que sin necesidad de pañales compran con su cédula dos paquetes más del que uno encuentre y que sólo cobrando el costo del producto más el IVA, te lo entregan al finalizar su compra. Y así el favor se hace recíproco:

-¿Necesitas toallitas húmedas? Le compro dos que yo no las necesito y usted me ayuda a comprar dos desodorantes más para mis hijas.

-Gracias, señora, pero el desodorante que hay es Gillette de hombre.

-Mejor que huelan a macho a que apesten a tufo.

Nos reímos de nuestra tragedia para no llorar. Le pagué la diferencia y nos fuimos, dejando atrás una cola de decenas de personas que igual que nosotros se solidarizaban y que a falta de patria, se hacían más venezolanos.

Eventualmente esa rabia colectiva irá sumando y el «conciudadanismo» (si es que existe el término) volverá a brotar cuando de nuevo nos encontremos. Esa vez no será en una cola sino en la calle, protestando por el desgobierno.