Aceptemos y hablemos claro por María Elena Arcia Paschen
Aceptemos y hablemos claro por María Elena Arcia Paschen

 reconciliación

 

En el pasado reciente leí una frase escrita por Mario Vargas Llosa sobre la utopía del presente continuo que me ha obligado a reflexionar sobre nuestra situación actual siempre con el ánimo de intentar proponer iniciativas que nos ayuden en el anhelo compartido de tener un país normal.

Para dejar este “presente continuo” que cada día nos agobia más, no podemos limitarnos a ver sólo lo que queremos ver ya que encerrados dentro de nuestras “certezas” nos limitamos y no buscamos nuevas perspectivas.

Las soluciones de las crisis pasan por procesos reflexivos previos para posteriormente dar lugar a propuestas diferentes. Hay que pensar más allá de lo que parece obvio…..pensar “out of the box”.

Los distintos actores de este proceso venezolano, por cierto bastante exótico, debemos movernos de nuestra zona de confort y actualizar nuestra visión, saliendo de paradigmas que nos estancan para poder pensar el futuro aún cuando pueda resultar incómodo y riesgoso.

Esto aplica por igual a representantes del gobierno, políticos de oposición, empresarios, intelectuales, academias, grupos de pensamiento y venezolanos de a pie.

Es muy curioso como este inédito modelo del Socialismo del Siglo XXI generó durante muchos años enormes beneficios económicos y colocó en situaciones privilegiadas a muchos de sus adversarios, al menos en apariencias, quienes aprovechándose de las torpezas de los subsidios, controles y otras políticas mal instrumentadas, generaron importantes rendimientos unos, y oportunidades otros, pero muy pocos de los beneficiados entendieron que el almuerzo no era gratis….

Cuando las cosas pueden salir mal, muchas veces salen mal y esto lo estamos viviendo en forma descarnada todos, los que se beneficiaron y los que no, por lo que es el momento de que aceptemos cada uno nuestras responsabilidades y nuestras pérdidas, compensemos o devolvamos lo recibido en exceso y empecemos a pensar hacia adelante.

A estas alturas todos hemos perdido algo y todos, sin lugar a dudas, fallamos.

El gobierno perdió la batalla de creación del hombre nuevo no sólo por lo absurdo del postulado sino que, contrariando su propia esencia, estimuló el desarrollo de un ciudadano consumista que siempre quiere más, propio de un sistema capitalista, lo que también hizo perder la batalla sobre el modelo que se intentó instaurar.

Aquellos que promovieron “La salida” perdieron muchos apoyos con los que contaban sacrificando sus puestos y su libertad.

La otra parte de la oposición perdió la batalla de capitalizar el descontento y convertirse en alternativa confiable capaz de liderar los cambios necesarios.

Muchos empresarios perdieron sus empresas y otros, aún cuando contaron con privilegios propios de las distorsiones generadas por las nefastas políticas económicas, hoy se encuentran atrapados en las ofertas del gobierno de reconocimiento de una tasa de cambio y entrega de dólares a cambio de unos bolívares que les hemos pagado los venezolanos y que seguramente no ocurrirá de la forma en que fue prometida.

Los acreedores de la República temen que la recuperación de sus préstamos se vea comprometida por la crisis de caja lo que seguramente afectará su patrimonio aún cuando sabían el perfil de su deudor.

Los jóvenes ven comprometido su futuro en el país por falta de oportunidades y estabilidad.

Las personas acostumbradas a disfrutar de vacaciones en el exterior con subsidio temen no poder hacerlo más.

Los trabajadores han perdido la capacidad de compra de su salario terriblemente afectado por la inflación y devaluaciones.

Los enfermos ven comprometida la esperanza de curación.

En fin, los venezolanos estamos perdiendo la posibilidad de tener una vida digna y decente que refleje el esfuerzo y capacidades personales y no la astucia de aprovecharse de los disparates generadores de ineficiencia y corrupción.

Debemos empezar entonces por aceptar todos nuestra cuota de responsabilidad: el gobierno, aceptando el fracaso del modelo, rectificando el rumbo y hablándole claro al país; los líderes de la oposición, aceptando su limitada visión unos y sincerando su incapacidad para capitalizar descontentos otros, abriendo paso a nuevas generaciones; algunos empresarios privilegiados, asumiendo su corresponsabilidad en el mantenimiento del desastre que tanto frutos les dio y que hoy se convierte en su verdugo, devolviendo al país parte de los beneficios obtenidos; las élites intelectuales, admitiendo que no han estado al nivel de las circunstancias y que deben repensar el país y los demás venezolanos, aceptando que no hemos sido capaces de transformar nuestras exigencias en propuestas concretas que motoricen cambios y entendiendo que el país requiere de la participación de todos.

 

@malarcia