¿Tiene futuro nuestra industria petrolera? (III) Por Antonio Sánchez García - Runrun

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Esta debe ser, por ahora, la última entrega de una trilogía que comenzamos en El Nacional digital, hace dos semanas. Hemos recibido varios comentarios. Uno que consideramos importante por venir de un petrolero que sigue activo como consultor. Básicamente, nos argumenta que la Faja Petrolífera puede todavía desarrollarse y competir, por ejemplo, con el crudo de las arenas bituminosas de Canadá. Que el gas Costa afuera también podría competir gracias a la nueva tecnología que permite licuarlo en los mismos buques en que lo transportan. Que América del Sur puede ser todavía un mercado porque sus reservas son bajas para la población que alberga. Que no es seguro que tengamos reservas de crudo liviano y mediano y que las exploraciones a riesgo por esos crudos que se hicieron durante la Apertura resultaron poco menos que un fracaso.

No soy ingeniero petrolero, a pesar de que algo aprendí de producción y refinación en mis 32 años en la industria. Pero lo mío es política petrolera, planificación y comercialización. De manera que sostengo que, aunque todo lo anterior fuese cierto y que todavía tenemos un ventana de oportunidades de 15 años (Nelson Hernández dixit) o algo más, el futuro de nuestra industria petrolera cuelga de un hilo muy delgado. Peor aún, lo que está en juego es el futuro del país porque, hagamos lo que hagamos, los ingresos que producirá el petróleo, por sí solos, no alcanzaran para financiar la recuperación del desastre que nos dejará este régimen.

Supongamos que aumentamos la producción y comercializamos todo. La pregunta es ¿cuánto de esas ventas ingresarán al Fisco nacional? Pdvsa está endeudada criminalmente y tiene que pagar con petróleo dinero que no ha ingresado a sus arcas. El país está también a punto de entrar en “default” con sus acreedores externos y, si quiere cumplir, entonces pagará y dejará al país ayuno de dólares.

Aparte de los peligros mencionados en mis 2 artículos anteriores, hay 3 que se quedaron afuera. 1. ¿Dónde están los recursos humanos que requerimos para, aunque sea, vigilar la operación petrolera? Porque si de operar directamente se trata, olvídense. 2. ¿Habrá disponibilidad inmediata de equipos como taladros, tubos de perforación, aceros para tanques, químicos, etc, que se requieren para operar y construir la infraestructura necesaria para un aumento rápido e importante de producción? 3. Cada día la protección ambiental tiene más fuerza y por supuesto, cumplir con lo ineludible, será costoso.

Lo anterior, es lo técnico. Evaluemos lo político. ¿Este régimen o el que lo reemplace va a cambiar las leyes y la idiosincrasia popular para llamar a las empresas multinacionales con tecnología y dinero, incluyendo a los chinos, si es que ya no lo han hecho con estos últimos y decirles: aquí está la Faja, aquí están algunas áreas donde puede haber petróleo liviano y mediano, encárguense de todos los costos y páguenme una regalía razonable, el impuesto sobre la renta y, si están dispuestos, dennos un bono para entrar al negocio? Además, hay que privatizar las empresas de Guayana, incentivar a la industria privada en agricultura, industria metalmecánica, servicios a la industria petrolera, turismo y, lo más importante, desarrollar una educación moderna que desde el preescolar rescate la enseñanza de valores basados en la educación socioemocional, psicología positiva, aprendizajes de las neurociencias aplicadas a la educación, bioética y neuroética. No solamente no nos hemos puesto al día con las nuevas investigaciones de las ciencias y los dilemas morales que producen sino que nos hemos atrasado. Nuestra máquina del tiempo educativa solo sabe retroceder.

Para no caer en el foso más profundo del Tercer Mundo, tenemos que reaccionar ya y no hay voluntad política para hacerlo ni en el régimen ni en la mayoría de la oposición ni tenemos un pueblo educado que entienda la gravedad de lo que nos espera.

En resumen, con las deudas que tenemos, con el atraso tecnológico y educativo. Con la inseguridad y la corrupción. Con el desprestigio internacional que hemos acumulado, si no convocamos a una verdadera revolución ya y nos resignamos a unos años duros para recuperarnos y empezamos a producir bienes no petroleros, no tendremos futuro. Aunque haya un milagro que duplique los precios petroleros veremos enriquecerse a los que han invertido para aumentar su producción y nosotros seremos meros espectadores.

PD: El ciclo del petróleo en Venezuela se cerró. Hoy tenemos que, otra vez, llamar a los que “saben” y tienen recursos financieros para que se encarguen del negocio. ¡Como cuando Gómez! (Si creen que exageramos, oigan el discurso de Maduro entregándole el país al presidente de China).

 

Alberto Quirós Corradi

El Nacional