¿Buena salud? Por Henrique Capriles Radonski - Runrun

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Nuestro pueblo sigue sin ver atención a sus angustias: los recursos cada vez alcanzan menos, los productos de la canasta alimentaria siguen sin aparecer en los anaqueles, crece la desocupación y el sector informal, cientos de empresas desaparecen y la inflación se come el salario de los trabajadores. Realidad que contrasta con la afirmación hecha esta semana de que el país goza de muy buena salud financiera.

¿Es posible que un país que se encuentra en el 9no puesto como la peor economía del mundo para hacer negocios, goce de buena salud? Por supuesto que no. En una nación en la que durante los últimos años, se cerraron 500 mil empresas y mil 440 propiedades productivas fueron expropiadas, no puede hablarse de robustez económica.

El gobierno ahuyentó y ahuyenta la inversión. Durante los últimos años se han esforzado en crear un escenario árido para la inversión. Nadie quiere invertir en nuestro país. ¿Las razones? Un control de cambio, que en vez de oxigenar ahoga a las empresas; burocracia en las instituciones públicas; inseguridad jurídica y control de todo tipo. Medidas que solo han servido para profundizar la crisis económica, que ellos mismos generaron.

Recordemos también que antes de que estos señores llegaran al poder, las Empresas abastecían el mercado. En nuestro país la produción de arroz, azúcar, maíz, leche y carne, alcanzaba para el autoabastecimiento y hasta para la exportación. Según registros que maneja Fedenaga, de los 4,5 millones de hectáreas productivas que fueron intervenidas, expropiadas o confiscadas, sólo 50 mil están produciendo actualmente.

Por mencionar un solo ejemplo de lo ocurrido con lo Hecho en Venezuela, en 1999 el país producía 100% de la carne que se consumía, pero en la actualidad hay que importar 75% de lo que se consume. Para ese entonces el rebaño nacional estaba cerca de los 113 millones de cabezas. Hoy se estima que no llega a los 7 millones.

Esto apenas es una pequeña radiografía que nos indica cómo estamos. A esa realidad le llaman buena salud. No se puede ser tan cínico y decir que la economía está perfecta, además con una inflación acumulada, entre enero y junio de 2014, de 29,7%. Pero una economía que depende de las importaciones y que no tiene suficientes divisas tampoco puede estar bien. El gobierno debe 13 mil millones de dólares a productores nacionales que Cadivi aprobó y no liquida.

Crearon el Sicad para que las empresas obtuvieran divisas para producir y solo ha adjudicado el 52% de lo ofrecido. Pero sí soltaron 25 mil millones de dólares a empresas de maletín. Todo esto ocurre mientras las reservas internacionales siguen cayendo, por eso el gobierno continúa hipotecándole el país a intereses extranjeros.

Para que nuestra Venezuela cuente con buena salud económica, los dólares deben ser asignados de manera eficiente y transparente. Los recursos de nuestro país deben dejar de manejarse de manera discrecional. Para lograr una economía fuerte debemos dejar de importar y apostar, apoyar la producción nacional. El petróleo debe utilizarse como el gran motor que permita diversificar nuestra economía.

El modelo y el cambio progresista que nosotros proponemos es generar confianza para que regresen los inversionistas a nuestra Venezuela. Solo ofreciendo estabilidad, servicios públicos como electricidad y vialidad eficientes. Todo esto permitiría generar en el país miles de empleos con calidad, para el millón de venezolanos que hoy están desempleados y para los más de 5 millones que se encuentran en el sector informal. Por cierto, los más afectados son nuestros jóvenes, la tasa de desempleo de los venezolanos entre 15 y 24 años duplica el promedio nacional.

¿Qué futuro puede darle este gobierno a nuestros jóvenes? Porque no se trata solamente que no hay empleo, sino que son las principales víctimas de la inseguridad. Por eso hoy vemos como muchos de ellos se van con sus sueños a otros países que les brindan las oportunidades que este gobierno les niega.

Cuántos obstáculos ponen a nuestros jóvenes y a todos los venezolanos honestos y trabajadores, que ven como su salario se convierte en agua y sal. Este gobierno que se jactaba de que nuestra Venezuela contaba con el salario mínimo más alto de Latinoamérica. Nada más lejos de esa realidad. Hoy con 100 bolívares nuestro pueblo no puede comprar ni un cartón de huevos, ni un kilo de cebollas, ni de café. Con suerte alcanza para dos latas de sardinas o de atún. Con ese billete de 100 bolívares solo  se puede comprar 15,4% de lo que podíamos comprar hace 6 años con el mismo billete, cuando prometieron que nuestra moneda sería fuerte.

Este gobierno que creó un bolívar fuerte, tiempo después, seis años después para ser más precisos, reconocen que ni ellos saben cuánto vale un bolívar. Por allí algunos hasta se atrevieron a decir, que nuestra moneda solo “vale” en nuestra Venezuela. Cuánta irresponsabilidad. Dónde quedó la potencia económica que prometieron convertirnos. El gobierno es el único responsable de que la moneda haya perdido el 84,5% de su valor.

Una Venezuela de progreso sí es posible, pero para ello no podemos tener un gabinete económico que se enfrasca en tomar decisiones solo para mantener al gobierno en el poder. Los venezolanos podemos conquistar ese país que soñamos, pero tenemos que hacerlo trabajando juntos, unidos, procurando que a nuestro vecino no le falte nada, porque solo así nosotros también estaremos bien, generando confianza para la inversión, creando oportunidades para todos, logrando el crecimiento económico que nos permita tener el desarrollo y progreso con el que tanto sueña y se merece nuestro pueblo.

Esa Venezuela de progreso sí es posible y juntos podemos construirla ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela! y mucha fortaleza a todos para que podamos juntos sortear esta crisis y salir del caos en que nos encontramos, porque así será, ¡saldremos de caos!

@hcapriles

Henrique Capriles Radonski