¿Tiene futuro nuestra industria petrolera? (II) por Alberto Quirós Corradi - Runrun

pump jack oil field

Mi artículo de la semana pasada sobre el mismo tema produjo ciertas reacciones, casi todas positivas, sin embargo, algunos estuvieron en desacuerdo con la posibilidad de que en el futuro, no muy lejano, exista una sobreoferta. Insisto en que “ese” es un escenario posible por las razones dadas allí. 

Hay otros escenarios que no definí, pero advertí en la introducción que “el futuro tiene tantas incertidumbres que, por lo general, nos equivocamos en las predicciones”. 

Nelson Hernández, cuyo criterio respeto mucho, ha calculado que tenemos todavía 15 años para producir-colocar unos 3,5 millones de barriles diarios (b/d), que coincide con lo que lo que “asigna” la OPEP.

En los años sesenta la Shell Internacional diseñó la planificación por escenarios y la exportó a su filial en Venezuela (CSV). 
Tuvimos el privilegio de pertenecer al primer grupo entrenado en esa disciplina. Una de las conclusiones a las cuales llegaron sus expertos era que un país productor de petróleo, con reservas suficientes, siempre debería invertir para tener un potencial de producción mayor que la demanda estimada, porque esta, por lo general, era afectada por sucesos inesperados (guerra, decisiones políticas, catástrofes de la naturaleza) que reducirían la oferta y, entonces, se podrían colocar, aunque fuera por poco tiempo, el excedente de producción a precios superiores a los “normales” y la inversión se recuperaría. Arabia Saudita es un buen ejemplo de esta estrategia. 

Creemos que tanto Estados Unidos como Canadá cumplirán con sus planes y combinados serán autosuficientes y exportadores. Brasil tiene problemas con su economía y podría no llegar a producir de 3 millones a 4 millones b/d. México abrió algo su industria petrolera a la inversión privada pero todavía esa decisión tiene mucha oposición política. Argentina tiene grandes reservas de gas pero no sabemos cuál gobierno sustituirá a los Kirchner. Quizás la incertidumbre mayor es la explosiva situación presente y futura del Medio Oriente. Una interrogante es: ¿Si Estados Unidos no necesita petróleo de esa región, continuará gastando enormes cantidades de dinero para tratar de impedir que pierda su frágil estabilidad actual? 

Así como puede haber oportunidades, también hay otros peligros. El gas, paulatinamente, sustituirá el petróleo en múltiples industrias, sobre todo en la generación eléctrica. El automóvil eléctrico está progresando rápidamente. Los países desarrollados siguen en la búsqueda de energías alternas y todo eso tiende a disminuir la demanda por petróleo, amén de que no se anticipa un crecimiento económico fuerte en los grandes consumidores de energía pero los países en desarrollo siguen aumentando su demanda y allí podría estar la compensación por la baja. 

Ante las incertidumbres mencionadas toma fuerza la estrategia de tratar de aumentar la producción nacional lo más rápido posible, para lo cual se requiere dar un sacudón a la política petrolera actual. Muchos de nuestros expertos han sugerido diversos modelos para una política petrolera. El gran problema es que la solución es urgente y requiere no solamente de conocimientos técnicos y económicos sino de una enorme voluntad política y es, en esto último, donde creemos que “el juego está trancado”. Este régimen no tiene ni conocimiento, ni acceso a los capitales requeridos ni voluntad de cambio. Pero lo más grave es que nuestros jóvenes políticos que, algún día, detentarán el poder, tampoco parecen tener ideas novedosas. López tenía un plan imposible de cumplir de 10 millones de barriles diarios de producción. Capriles dijo que solo iba a despedir al presidente de Pdvsa, lo cual sugiere su continua estatización. 

A menos que nos quitemos ya esas telarañas ideológicas que obligan a los políticos, viejos y jóvenes, a decir en público lo que ellos creen que el pueblo quiere oír, este país, con o sin petróleo, no tiene futuro. Imposible progresar bajo un régimen cuyos poderes públicos lo que comunican son sandeces atrasadas y una oposición que no le da la cara al desplome nacional y sigue “cuidándose” porque todavía cree que apoyarse en el sector privado y buscar un cambio rápido, tiene un costo político. ¡Por favor! 

  
PD: Hay que recuperar palabras como capitalismo, meritocracia, productividad, privatización, competitividad, riqueza, empresarios y enterrar bolserías como socialismo del siglo XXI, comandante eterno, empresas básicas, gobierno de calle, gobierno cívico-militar, empresas socialistas.

Alberto Quirós Corradi

El Nacional