Bagdad 1960, los fundadores de la OPEP: “Nos reunimos en una atmósfera digna de James Bond" por Simón Alberto Consalvi - Runrun
Bagdad 1960, los fundadores de la OPEP: “Nos reunimos en una atmósfera digna de James Bond» por Simón Alberto Consalvi

La decisión de mayor relieve del periodo constitucional que se inició en 1959 fue la creación de la OPEP, y, en general, las políticas del petróleo. Era comprensible que el petróleo marcara los signos de la época. Rómulo Betancourt estuvo entre los primeros políticos venezolanos que comprendieron la significación del petróleo en la economía y en la historia. No habría improvisación, puesto que la política petrolera de 1945-1948 era algo más que referencia, un precedente válido.

Al derrumbarse la dictadura en 1958 el panorama de las relaciones entre el Estado venezolano y las compañías retomó las orientaciones nacionalistas de 1945-1948. Cuando Betancourt tomó posesión de la presidencia, las compañías lo saludaron con una baja de los precios del petróleo, de 2 dólares el barril, a 1.80. Betancourt y Pérez Alfonzo, otra vez ministro de asuntos petroleros, se esforzaron en una política de persuasión y no de confrontación, ponderando los complejos factores de la realidad. Estados Unidos aplicó entonces una estrategia de restricciones. La política venezolana se tradujo en lo que el ministro llamó el «pentágono petrolero», 5 principios básicos de los cuales formaba parte la «participación razonable», la política de «no más concesiones», y lo que entonces se puso a andar sin dilación: la OPEP.

En abril de 1959, poco después de la toma de posesión de Betancourt, se celebró en El Cairo el primer congreso petrolero de los países árabes. Un sólo país (no árabe) fue invitado: Venezuela. Con una delegación plural, Manuel Pérez Guerrero entre ellos, el ministro Pérez Alfonzo viajó a la ciudad del Nilo. Metódico, hombre de ideas precisas, el ministro hizo traducir al inglés y al árabe los papeles venezolanos que definían (para ese momento) la política petrolera, y sus avances en materia de participación. En el otro extremo del mundo, alguien más pensaba como Pérez Alfonzo: el jeque Abdullah Tariki, de Arabia Saudita.

Cuando ambos fueron presentados por la periodista Wanda Jablonski, (editora, después, de Petroleum Intelligence Weekly), el venezolano le dijo al árabe: «He oído mucho de usted». Fueron las primeras palabras que sellaron una larga y fecunda amistad. En ese momento comenzaron a andar, relata Daniel Yergin (en The Prize / The Epic Quest for Oil, Money & Power) las verdaderas razones por la cuales Pérez Alfonzo había ido a El Cairo. Dejó para otros la tentación de las pirámides y los atardeceres reflejados en las aguas enigmáticas del Nilo.

Juan Pablo Pérez Alfonzo y Abdullah Tariki convinieron en hablar secretamente con los representantes de los exportadores más importantes. Como conspiradores expertos, pensaron luego dónde y cómo reunirse, sin ser notados en medio de un congreso al cual acudían más de 400 delegados (de las compañías, incluso), donde abundaban los reporteros internacionales, y probablemente, no pocos enviados de agencias de inteligencia. Había un club náutico en un suburbio de El Cairo que permanecía prácticamente vacío fuera de temporada, el club Maadi. Tal fue el secretismo y el misterio, que el representante de Irán, (cuenta Yergin), al rememorar la escena, le dijo: «Nos reunimos en una atmósfera digna de James Bond».

A la reunión asistieron, además del venezolano y del saudita, un representante de Kuwait, uno de Irán, y un iraquí, quien no asistía en representación de su país, sino de la Liga Arabe, porque Irak rehusaba otorgarle a Nasser liderazgo en cuestiones de petróleo, y no participó en el congreso. Ninguno, con la excepción del venezolano, estaba autorizado a ir muy lejos, asumiendo compromisos no previamente previstos. Pérez Alfonzo tenía bien estudiada la situación. Nada podía impedir que se arribara a un «pacto de caballeros», que sin compromer a nadie, consagraría los objetivos de la reunión secreta, en simples «recomendaciones a sus gobiernos». Las ideas básicas del «gentleman´s agreement» (lo observa Yergin), las tenía en mente Pérez Alfonzo antes de salir de Caracas: la creación de una comisión consultiva en asuntos petroleros, la defensa de la estructura de precios, y el establecimiento de compañías nacionales de petróleo.

La creación de la OPEP no fue obra exclusiva de los productores. Los grandes trusts, al generar una crisis artificial de precios, propiciaron el ambiente para que en Bagdad, el 14 de setiembre de 1960, naciera la OPEP, fundada por 5 países: Arabia Saudita, Kuwait, Irán, Irak y Venezuela. No cabe duda de las repercusiones mundiales de la política petrolera de la democracia venezolana, del rol prominente del Presidente Betancourt y de Juan Pablo Pérez Alfonzo, el más visionario de los expertos petroleros de los países productores.

SIMÓN ALBERTO CONSALVI

@consalvi2013