Torpeza laboral por Franciso Ibarra Bravo - Runrun
Sendai Zea Ene 18, 2012 | Actualizado hace 12 años

El año 2010, el premio Nobel de economía fue para Peter Diamond, Dale Mortensen y Christopher Pissarides por sus trabajos en el análisis de mercados con fricciones de búsqueda y pareo. La teoría desarrollada por estos economistas es aplicable a varios mercados, desde “mercados” matrimoniales hasta laborales. La teoría permite modelar fricciones de búsqueda en los mercados y explicar porqué existe al mismo tiempo vacantes de empleo que no pueden ser llenadas y personas buscando empleo. Bajo el modelo clásico de mercado, donde no existen fricciones, esta situación no podría darse. Incluir fricciones de búsqueda y pareo en los mercados, además de explicar la existencia conjunta de vacantes de empleo y desempleo, ha permitido modelar ciertas acciones de política económica que influyen en estos mercados.

El 26 de diciembre pasado, el presidente de la República promulgó un nuevo decreto de inamovilidad laboral. Este decreto se extiende hasta el 31 de diciembre de 2012. Se nota que estamos en año electoral. La política económica de este gobierno tiene muchos lunares y en gran medida son producto de una visión ideológica primitiva y de un especial ánimo anti empresarial. De nada sirve que Giordani salga diciendo que desean “empresarios de verdad” para ellos el único empresario de verdad que debería existir en este país es el Estado. El resto es solo retórica vacía y federaciones empresariales de maletín y buscadores de renta.

El decreto de inamovilidad laboral aumenta las fricciones existentes en el mercado de trabajo. Si bien ha operado de facto como un aumento al costo de despido, es solo para aquellas situaciones donde el patrón puede correr con el costo y donde la circunstancia laboral se hace inmanejable y es preferible pagar al empleado su salario y beneficios hasta la fecha decretada de la inamovilidad. En otros casos el decreto alarga situaciones laborales desfavorables para el empleador. La idea primitiva, como muchas que plagan el diseño de política económica de este gobierno, es que el decreto de inamovilidad laboral protege al trabajador. La realidad es que a largo plazo, lejos de protegerle, lo que hace es reducir el número de puestos de trabajo ofrecidos y por lo tanto limitar sus posibilidades a futuro. En los modelos desarrollados por los laureados de 2010, dificultar el despido tiene efectos perniciosos sobre la tasa de creación de puestos de trabajo y sobre el nivel de empleo de la economía. Así pues, con medidas como la inamovilidad laboral, se termina perjudicando, a largo plazo, al grupo de personas que se busca proteger o que se dice querer proteger.

En Venezuela, para octubre del año pasado, el 40% de la población activa estaba empleada en el sector informal de la economía mientras que 8,2% se encontraba desempleado. Solo el 51,8% de la población tenía un empleo formal, bien sea en el sector público, que ha sido el que relativamente más puestos de trabajo ha generado y el sector privado. Los sucesivos decretos de inamovilidad laboral no han contribuido a generar puestos de trabajo estables y bien remunerados para los trabajadores. Salvo los pocos que se han podido beneficiar de esta medida y que han o bien logrado prorrogar situaciones laborales improductivas y negativas o aquellos que han sido despedidos con una importante compensación, la medida lo que ha generado es lo que la mayoría de los economistas esperarían: un sector privado reticente a crear puestos de trabajo y una tasa de desempleo elevada que es maquilada por empleo público de escasa productividad y una informalidad elevada.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10