Venezuela, entre los peores destinos para la inversión por Francisco J. Quevedo

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El llamado “riesgo país” poco tiene que ver con arriesgarse a ser atracado, secuestrado o asesinado en la autopista a Caracas tras bajarse de un avión en Maiquetía, ni tampoco se vincula con verse matraqueado, controlado, invadido o expropiado tras invertir en Venezuela; es un índice que establece el costo adicional que debe pagar la Nación al endeudarse, y que pauta a la vez las exigencias de rendimiento que nos imponen los inversionistas por las turbulencias que vivimos.

El “riesgo país” de Venezuela se ubicó en 1.123 puntos al 1° de Septiembre de 2014, de acuerdo a la banca de inversión J.P. Morgan, cifra que se convierte en una extra-prima del 11,23%, por encima del rendimiento de las letras del tesoro norteamericano, que deben pagar los bonos que emita la República. Es decir, mientras los EE.UU. paga menos de 2,5% por su deuda, Venezuela debe pagar 13,80%. Y si los papeles indican un interés menor, el mercado ajustará el rendimiento aplicándoles un descuento, tal como viene pasando. Esta sobre-tasa tiene no solo efectos en el costo de la deuda soberana, sino que afecta también la inversión privada, por cuanto ningún inversionista extranjero o nacional se atreve a poner un dólar en Venezuela sin exigir un caramelito en sus rendimientos para compensar. 

El índice de “riesgo país” es calculado por distintas entidades financieras, generalmente calificadoras internacionales como  Moody’s, Standard & Poor’s o J.P. Morgan. También existen empresas que lo calculan, como Euromoney o Institucional Investor. Cada una tiene su propio método, pero usualmente llegan a similares resultados. Los criterios aplicados para medirlo incluyen el desempeño económico, factores políticos, endeudamiento, record de cumplimiento en pagos de deuda, accesibilidad a créditos, lo cual pasa por el acceso a Derechos Especiales de Giro en el Fondo Monetario Internacional y a los mercados de capitales (ver cuadro).

 

 

RiesgoPaís

 

Fuente: Euromoney

Si analizamos las variables, veremos por qué Venezuela es uno de los peores destinos para la inversión. Primero, el desempeño económico de Venezuela entró en crisis con Maduro. Segundo, la estabilidad política del sistema es cuestionable, y hasta se conjuga el hambre con las ganas de comer con la politización de las decisiones económicas. Aquí, con el grito de “¡Exprópiese!” se truncan muchas ilusiones. Súmesele el continuo endeudamiento de la Nación, sin que se frene el chorro fiscal ni las dádivas a las naciones del ALBA, y aunque hubiese que reconocer el buen record de cumplimiento en pagos de la deuda externa, el ahorcamiento de los importadores, las aerolíneas y demás acreedores de Cencoex pone la disposición y la capacidad de pago en tela de juicio. Y en materia de accesibilidad a créditos internacionales, la renuencia del Gobierno a someterse a cualquier auditoría del Fondo Monetario Internacional priva a la Nación de los DEG’s con que cuenta en el ente. Frente a este escenario, resulta difícil decir que Venezuela es “un destino chévere” para los capitales.

El Universal informó la semana pasada que Fitch emitió un reporte especial sobre Venezuela señalando que «la falta de ajustes sostenidos y coherentes podrían llevar a una mayor erosión de los colchones externos, de la inestabilidad financiera y macroeconómica». Entre el 18 de agosto y el 3 de septiembre el Global 27, dice la nota, el título marcador entre los papeles de la República, registra una caída de 7,7 puntos desde 82,9% de su valor hasta 75,13%. En estas mismas fechas el bono de Pdvsa que vence en 2022, el más transado entre los títulos de la petrolera, cae 6,4 puntos desde 96,8% hasta un descuento de 90,4%, señal del aumento del “riesgo país”. Vamos palo abajo…

Venezuela se encuentra entre los peores destinos para la inversión en el mundo, incluso por detrás de Siria, con todo y su guerra civil. No en vano los inversionistas esperan rendimientos cercanos al 30% en sus inversiones, cifra que arroja el sumar la tasa activa promedio y el riesgo país, tal como requieren las normas financieras internacionales (NIIF). Eso les permitiría recuperar su inversión en tres años que ya –para muchos– es demasiado tiempo. El problema son las regulaciones del Sundde. ¿Cómo se hace?

Las cosas aquí pueden cambiar de un plumazo, con un grito o un sablazo en cualquier momento. Hoy estamos, mañana quién sabe, podemos amanecer expropiados, tomados, invadidos, presos o peor… ¿Quién invierte así?

 

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