Lo macro, lo micro y lo humano de esta crisis por Francisco J. Quevedo - Runrun

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Las causas de esta crisis que sufre Venezuela vienen de arriba, de los desaciertos macro-económicos, y sus efectos van a lo micro, a la empresa y sectores de la economía, pero, lo más grave, es que todo el daño vierte en lo humano, en una merma de la calidad de vida que no figura en las versiones oficiales.

A nivel macro, el modelo socialista se basa en la centralización, el aislamiento y cierre de la economía, y en el control de todo, un claro contra-sentido a la corriente global. Su obtusa aplicación genera desconfianza, desinversión y fuga de capitales. ¿Quién invierte en un país tan inclinado a la expropiación, en manos de un gobierno que desdeña la utilidad y el consumo como “venenos” del capitalismo, y quién ahorra en una moneda que pierde 60% de su valor cada año?

Los controles, por su parte, producen escasez, por cuanto la industria no puede vender por debajo de sus costos. La combinación del control de precios con el cambiario crea, a su vez, el caldo perfecto para el contrabando de extracción. Solo basta saber que la gasolina que se compra en Venezuela por un centavo de dólar o menos, según el cambio aplicado, vale US$ 1,25 el litro en Cúcuta, y provoca llenar el tanque en San Antonio y cruzar la frontera con una manguerita para vaciarlo en pipas al pasar el puente. 60 litros significan US$ 75 que se convierten en Bs. 6.000, allá mismo, donde le quitan los dólares de la mano.

La catástrofe del modelo y la gestión de gobierno se traduce en una inflación de alimentos que rebasa el 96% anual, pese a los controles. La contracción de la economía se estimó en 4,5% para el primer trimestre. Analistas y multilaterales apuntan a una caída del 3% en el año. El desabastecimiento raya 80% en muchos renglones. No hay desodorantes, ni lubricantes, ni siquiera PDV® que no puede alegar la “guerra económica” para justificarse. Y la corrupción permea todos los estratos de esta alianza narco-criminal que nos venden como cívico-militar.

A nivel micro, las empresas deben lidiar con la contracción en ventas y la expansión en costos, y con un gobierno que les exige mantener las puertas abiertas así no tengan materia prima, y que les impide ajustar precios al ritmo de la inflación. Así están las aerolíneas, limitando asientos por falta de divisas que no terminan de pagarles, los colegios, haciendo de tripas corazón con un ajuste del 30% ante un INPC por lo menos del 61%, y eso es contando precios regulados de productos que no se consiguen. Muchas fábricas están paralizadas. Hay quiebras, y esas quiebras generan desempleo. Pero el Gobierno insiste tercamente en sus controles y regulaciones, y realiza inspecciones para sancionar a quien se resbale, mientras su propia inoperancia y la costosa matraca nos paralizan.

Y lo peor es lo que no se dice. Hay gente muriendo por falta de medicamentos, gente pasando hambre y sin trabajar para poder hacer cola por un kilo de carne, gente que no se baña por falta de agua y que muchas veces no puede cocinar por falta de una bombona de gas o electricidad, amén de los equipos y tuberías que se dañan por los frecuentes cortes. Hay carros, buses y camiones, hasta aviones parados por falta de repuestos. Y es que el desabastecimiento de lubricantes, particularmente PDV®, los daña, al mezclarse estos con marcas importadas que son lo que se consigue. Resulta que los aditivos de Castrol®, por ejemplo, se empelotan, literalmente, cuando se mezclan con los de la industria nacional, causando una especie de trombosis al motor. Y así se funde. ¿Quién paga estos daños? ¿Y quién es culpable?

De la misma manera, un desbalance en el coctel de medicamentos que tome cualquier persona mayor la puede matar. Quien venga tomando pastillas para la hipertensión con otras quizás para la tiroides, oxigenación cerebral o anti-convulsivos, seguramente conseguirá una de cuatro, si acaso, y se tomará la que consiga, no las que debe tomarse, y al hacerlo se arriesgará a un efecto colateral que puede causarle la muerte. ¿Quién responde por esos muertos u hospitalizados por causa de un ACV que pudo ser evitado, por ejemplo? Y es que hasta los hospitales y clínicas están al borde del cierre técnico por falta de medicamentos, reactivos, equipos y suministros. Este socialismo, literalmente, nos está matando.

La gente protesta, y el Gobierno reprime, indolente al daño que causan sus propias políticas. Protestan por la falta de agua, y ahí va la ballena a echárselas encima, en lugar de llenarles los tanques. Protestan por la inseguridad, y ahí le mandan a la Guardia Nacional o la PNB a echarles “gas del bueno” y perdigones, en lugar de defenderlos del hampa. Las respuestas del Gobierno agravan las cosas. Ante el descontrol, más controles, ante la crítica, censura, y ante la protesta, represión. Y, así, la gente termina protestando porque se les controla, censura y reprime. Es un círculo vicioso. Mientras más lloramos, más no dan cuerazos.

Venezuela se está aislando y descapitalizando, la sociedad ha sido dividida y empobrecida, las arcas del fisco las están saqueando, y lo peor son las penurias, el hambre y las muertes que cuesta esta revolución, un impacto humano que no figura como costo en las estadísticas, tanto menos en las versiones oficiales que siguen manipulando, mintiendo y tergiversando, hablando ahora de la reducción de los secuestros en 53%. ¿Quién se lo cree?

@qppasociados